Por Mariana Pinto
Esquisses.net

Juan Carlos Cardona es un artista plástico expresionista, nacido en el departamento de San Marcos en 1993. Huérfano desde los dos años, este creativo rebelde desafió a su destino al encontrar su vocación en el arte (sobre todo en la pintura) cuando era un adolescente. Respecto a este momento decisivo, Jukar recuerda: el arte llegó a mis manos, por medio de un volante que repartieron a todos. El resto de gente hizo avioncitos, pero a mí fue el primer volante que me importó en la vida. En la parte de atrás del papel (la parte blanca) empecé a dibujar; cuando mi maestro de artes plásticas lo vio, me dijo que tenía que estudiar en la Escuela de Formación Artística de Quetzaltenango (ESFAQ). Fui a hablar con el director para que me diera una beca, la cual conseguí con el apoyo de muchas buenas personas que habían visto mi talento. Actualmente su trabajo se caracteriza por el uso de colores vibrantes, sujetos femeninos con cuellos largos, formas sinuosas, entre otros. Este reportaje es un recorrido narrativo por las obras expuestas del artista, distribuidas en la ciudad de Quetzaltenango, bajo un sol mañanero de un jueves, a eso de las diez de la mañana.

Saludándolo por primera vez como “Jukar” y él notando mi leve inflexión de indecisión en la voz, me explicó que había decidido adoptar este seudónimo en el 2012. Conocí y me hice amigo de un francés, que me decía que me cambiara el nombre, que desapareciera al Juan Carlos Cardona, que empezara de cero… confiesa el creativo, mientras cruzamos hacia el Pasaje Enríquez.

¿Empezaste tu carrera en la plástica como Cardona?, le pregunté y me contestó que de hecho, a los 17 años lo hacía y hasta había tenido dos exposiciones en el Café El Infinito en el 2010. Al preguntarle si se sentía diferente después de tomar esta decisión, me dijo que las cosas para él sí habían cambiado porque es alguien nuevo, alguien que puede crear sin cargar con la historia de Juan Carlos y se expresa a través de sus obras. Nunca voy a olvidar al Cardona, porque ese fue quien se introdujo al medio… incluso ahora el Jukar roba detalles de mis inicios, con más fuerza. Por tanto, ahora el individuo y el artista comparten el mismo cuerpo.

Con estas palabras llegamos a Casa Nativos. Al subir las impactantes escaleras redondeadas que llevan al establecimiento en el segundo piso, nos recibió su primera pintura expuesta: una joven indígena de Santiago Atitlán, que observa al visitante con una mirada determinada y fuerte. Esta obra nació de observar a una chica en el lago, comentó al pasar. Adentro del restaurante nos encontramos con su colorida versión de la Mona Lisa. En este momento empecé a dejar fluir mi curiosidad.

¿Cuántas obras crees que has hecho hasta el momento?

Uh… desde que empecé… no podría decirte. Tal vez ya llevo unas 300. Te juro que no las cuento. Solo pinto, pinto y pinto.

¿En qué sitios han sido adoptadas tus creaciones?

Se mueven mucho en el extranjero. Así que además de Guatemala, se las han llevado a Canadá, Estados Unidos y Europa.

¿Qué técnicas dominas?

Lápiz, lapicero acuarela y, desde 2013 he estado trabajando especialmente con el acrílico, porque me gusta empezar y terminar las obras rápido. Aprovechando la inspiración del momento.

¿Cuál es el proceso creativo que sigues entonces?

Disfruto estar solo, sin nadie que me mire, quizás con un poco de no ego, con ánimos que nacen de mí para impulsarme a pintar. Empiezo haciendo manchas que terminan teniendo formas. Casi siempre trabajo todo de una y espero si acaso al siguiente día, para ver si necesita retoques, que le arregle la mirada o agregue un par de tonos más.

Tus motivos son peculiares y resaltan dentro del arte tradicional de la región.

Mucha gente me pregunta y me dice que por qué no pinto personas o lo que veo a mi alrededor. No lo pinto porque la mayoría de artistas quetzaltecos lo hacen, y yo siempre he sido rebelde. Me gusta irme por otro rumbo, desviarme de lo que todos hacen.

Respondía orgulloso, mientras observaba su propio trabajo. En este momento comencé a fotografiar parte de este patrimonio, mientras Jukar dialogaba con la gente de la barra con naturalidad. Después de admirar el resto de coloridos cuadros expuestos, bajamos y volvimos a nuestras andadas. El siguiente destino era El Cuartito.

[Pasamos por el Parque Central, uno de los primero escenarios donde el trabajo del artista vio la luz en sus inicios. Empecé pintado en una banca, pero nadie me hacía caso, como suele pasar. Sin embargo, un día se me ocurrió mostrar tres de mis cuadros grandes al mismo tiempo y ahí sí me prestaron atención, mencionó riendo para sí.

Con un paso decidido, atravesamos el mar de olor que otorgan los tacos de la esquina de Casa No’j, las ventas de comida que comenzaban a preparar el almuerzo cotidiano y los perros callejeros que toman la siesta. Al llegar a La Despensa y doblar a la izquierda, la singular puerta se presentó ante nosotros e ingresamos a El Cuartito.

Adentro, el mundo imaginario de Jukar estaba representado en dos cuartos, llenos de personalidad. Para continuar con la plática, ordenamos un par de refrescantes jugos de naranja, que no tardaron en llegar de las manos de una sonriente señorita].

Veo que tu trabajo aquí varía un poco en estilo de lo de Casa Nativos.

Aquí hay obra de una época que va de 2014 a hoy… y si, considero que mi trabajo ha cambiado con el tiempo. Como te contaba, siempre he sido rebelde y me he ido por lo que me gusta, así que siempre pinto lo que me nace y me inspira. A veces plasmé abstracciones de textiles, pero en otras ocasiones, formas geométricas y conceptuales coloridas. Sin embargo, mantengo un estilo, una esencia y, por supuesto, siempre tengo musas.

¿Son chicas reales?

Sí y no. Son detalles que me inspiran de chicas que tengo cerca de mí.

¿Cómo las has representado en el tiempo?

A mis mujeres empecé adornándolas con puntillismo a su alrededor, dándoles una especie de forma. Ahora juego con el cabello, porque despeinadas se miran muy bien. Por eso siempre tienen formas exóticas, diferentes. Los cuellos largos también son una constante.

¿También las formas circulares dentro de sus peinados?

Sí, pero eso es por una memoria infantil. Recuerdo que una vez vi una mariposa blanca inmaculada, pero que tenía unos grandes círculos rojos en sus alas. Eso se me quedó muy grabado y ahora lo replico en las formas dentro de los cabellos.

[La conversación siguió así, encontrando los motivos curiosos detrás de los detalles y elementos de en sus cautivadoras obras, las cuales a veces disfrutan de seguir con la mirada a sus espectadores. Como es lógico, terminamos hablando de otros artistas geniales, tales como Frida Kalho, Picasso o Gustav Klimt, todos creativos rebeldes que se atrevieron a ir en contra de las tendencias para explorar su propia voz.

Filosofar sin presiones, en compañía de un sonoro jazz de fondo, hace que el tiempo pase volando. Eso aprendí ese día, pues cuando el sol en alto anunciaba el medio día, los temas continuaban sin presiones. Con la promesa de verlo en próximas exposiciones, nos despedimos. Jukar se mezcló con su entorno con naturalidad y gusto].

Mucha gente me pregunta y me dice que por qué no pinto personas o lo que veo a mi alrededor. No lo pinto porque la mayoría de artistas lo hace y yo siempre he sido rebelde. Me gusta irme por otro rumbo, desviarme de lo que todos hacen.
Jukar, pintor guatemalteco.

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