Por Ana Lázaro Verde
Madrid
Agencia/dpa

Ni su voz suave ni su delicado estado de salud restaron hoy firmeza al discurso del escritor Fernando del Paso en la ceremonia de entrega del prestigioso Premio Cervantes, en la que hizo una dura crítica a la situación de su país, México.

«Criticar a mi país en un país extranjero me da vergüenza. Pues bien, me trago esa vergüenza (…) No denunciarlo, eso sí que me daría aún más vergüenza», dijo en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid), ciudad natal de Miguel de Cervantes.

El literato, de 81 años, arremetió contra la aprobación en México de la llamada «Ley Atenco», que consideró «opresora» por permitir a la policía «apresar e incluso disparar en manifestaciones y reuniones públicas a quienes atenten contra la seguridad y el orden público».

«Y es a criterio de la autoridad, no necesariamente presente, que se permite tal medida extrema. Esto pareciera tan solo el principio de un Estado totalitario que no podemos permitir», subrayó.

El galardonado con el premio más importantes de las letras en español citó, además, algunos de los problemas que vive su país, como «los atracos, los secuestros, las desapariciones, los feminicidios, los abusos de poder, la corrupción, la impunidad y el cinismo».

Del Paso recibió el Premio Cervantes de manos del rey Felipe VI en una edición especial que coincide con el cuarto centenario de la muerte de Miguel de Cervantes Saavedra (1547-1616), autor de una de las obras más importantes de la literatura universal, el «Quijote».

«Me siento sumamente halagado y un poquito abrumado también. Yo no escribo para ganar premios, pero por fortuna han llegado», dijo a los micrófonos de la televisión pública española a su llegada al Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares.

Como ya hiciera en la anterior edición el español Juan Goytisolo, Del Paso rompió el protocolo al no vestir chaqué, pero rindió un homenaje a España con una corbata con los colores de la bandera de este país, rojo y amarillo.

«Vine aquí con los colores de España en el pecho, muy cerca del corazón», señaló.

El escritor, el sexto mexicano que se hace con el Cervantes, dedicó el premio a la editora catalana Carmen Balcells, fallecida este año, al poeta mexicano Hugo Gutiérrez Vega y al escritor José Emilio Pacheco, galardonado en 2009.

Tras el arranque duro y político, su discurso se convirtió en un homenaje al idioma español, a la literatura, y a Cervantes y su obra cumbre, que leyó por primera vez de niño gracias una «gran biblioteca virgen» que tenía un hermano de su padre.

«Salí de su lectura muy enriquecido y muy contento de haber aprendido que la literatura y el humor podían hacer buenas migas», explicó.

Del Paso hizo también un repaso por su carrera literaria, con obras como «José Trigo» (1966), «tan campante a sus 50 años de edad»; «Palinuro de México» (1977), su favorita, y «Noticias del Imperio» (1987), con la que se propuso «darle a la documentación el papel de la tortuga y a la imaginación el de Aquiles», según dijo hoy.

De sus obras teatrales destacó «La muerte se va a Granada», una pieza sobre el asesinato de Federico García Lorca que espera que algún día se lleve a escena en España, según expresó.

«En pocos literatos se demuestra como en Fernando del Paso la conciencia de vivir en el idioma, en el español, una herramienta de trabajo que él siempre ha agradecido haber recibido para expresarse como creador», destacó durante la ceremonia el rey Felipe VI.

Por sus problemas de movilidad, el escritor mexicano no pronunció su discurso desde el púlpito donde lo hicieron en años anteriores Goytisolo o su compatriota Elena Poniatowska, sino sentado en una silla de ruedas junto al público.

Entre las luchas de su vida, destacó como «la más prolongada» la que tuvo contra su propia salud. Actualmente, se recupera de varios infartos cerebrales que le dejaron sin voz.

«Tan mal he estado en los últimos tiempos que cuando alguien me vio me dijo: ‘pero hombre, ¿así va usted a ir a España?’, yo le contesté: ‘Yo a España voy así sea en camilla de propulsión a chorro o en avión de ruedas’, dijo haciendo gala de su humor.

El Premio Cervantes supone para el literato «un estímulo» para seguir escribiendo. Y lo hará en su lengua, de la que se siente orgulloso. En la que ríe, llora, bosteza, estornuda, lee y también «sueña», según recordó hoy.

«Las cosas no han cambiado en México sino para empeorar”.
Fernando Del Paso

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