Por Salazar Ochoa

Pocas veces en Guatemala una banda irrumpe y atrae con tanta fuerza como lo hace El Sargento Pimienta. Recuerdo que mi escepticismo y dejadez me hicieron postergar ver su sesión en vivo en Plataforma Celeste. Sin embargo días después volviendo sobre mis mensajes recuperé las ganas de ver aquella recomendación que el buen García Solares me había hecho llegar al feisbuc con tanto cariño y generosidad.

Fue allí cuando mi cabeza explotó.

Y es que en estos mediocres días donde cualquier personaje sin capacidades puede optar a ocupar un cargo público y los tributos a Ricardo Andrade y Héroes del Silencio están a la orden del día, toparse con una banda guatemalteca con argumentos está medio difícil.

La propuesta de El Sargento Pimienta es original y fresca. Las dosis de energía que estos jutiapanecos nos han regalado en sus presentaciones en vivo satisfacen hasta los corazones más duros y arrítmicos. Sus vestimentas le imprimen el sello de calidad a la experiencia.

Hace un año me comuniqué con ellos. Su música me impactó tanto que no podía dejar pasar la oportunidad de conocerlos y profundizar en el misterio de cómo una banda de Jutiapa se había convertido en un fenómeno que crecía cada vez más y que este año los llevará (primero dios) a tocar al Empire Music Festival junto a Incubus.

Sobra decir que hicimos buenas migas y los litros de cerveza Cabro fluyeron. Los llevé a mi lugar favorito en la ciudad (Mi Verapaz) y ellos me llevaron a su taberna preferida en todo el oriente del país (Donde Chanay), claro está, todo lleva su tiempo y este intercambio cultural no paso de la noche a la mañana.

En medio hubo momentos increíbles de euforia y situaciones tristes que empujaron a la banda a cancelar algunas presentaciones y no poder presentarse en el Beatles Day 2015, un evento concebido por los dioses precisamente para ellos. A veces la inestabilidad de un bajista puede dejar a la deriva a una banda.

Hubo episodios épicos, como cuando salimos juntos en su primera gira internacional. Nuestro destino: Santa Tecla, El Salvador. Una noche intensa llena de risa y anécdotas que no voy a enumerar pero estoy seguro que serán dignas de contar si algún día se merecen una biografía.

Hoy la banda entra en una nueva época, uno de sus integrantes sale a enfrentar su destino, ojalá y pueda cruzar tranquilo el Río Bravo. Lo mejor para tus baquetas y vos Gazu.

Conversando anoche con una amiga de pelo morado caímos en cuenta que las bandas buenas que hay en este país la tienen difícil, muy difícil si quieren posicionarse y ser parte del imaginario colectivo de gente que tiene la curiosidad dormida, que por años ha sido víctima del intelicidio audiovisual y el bombardeo de propuestas repetitivas a través de la radio y la televisión. Quizá para algunos de nosotros no fue tan malo que la única radio de puro rock desapareciera de la frecuencia modulada. Eso nos llevó primero de la indignación, a movernos, buscar y encontrar con lágrimas en los oídos a una banda que merecíamos tener, una banda sin tanta paja, una banda como El Sargento Pimienta.

«¿Qué es lo que ha pasado con tu corazón?
ya no marca el paso que marcaba ayer
nunca fuiste libre y esa es la razón
siempre algún idiota para convencer…»

Los Fabulosos Cadillacs – El Satánico Dr. Cadillac

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