Por Juan Calles

El titulo espanta, pero enfrentar el libro es todo un gozo, cada línea, cada vuelta de tuerca en la que se convierten las quince historias que cuenta Rafael Romero en su publicación Entelequias. Elegí la palabra enfrentar, pues este ejercicio de lectura te enfrenta a un espejo de aumento como un reto a la imaginación; enfrentar tus carencias o tus fortalezas en el juego de escribir-leer que es la literatura.

_Cul7_1aUna Entelequia es una cosa real que lleva en sí misma el principio de su acción, en otras palabras, una cosa que se hace así misma, esa es una definición filosófica y encumbrada, sin embargo hay otra definición más simple: «Es una cosa que no puede existir en la realidad». Como dije, espantoso el título, pero me hizo preguntarme: ¿Qué es lo que tengo entre las manos? ¿Qué es este objeto? Así que inicié la lectura para tratar de responderme.

Desde la primera historia Romero te obliga a accionar ese mecanismo mental que se llama imaginación, pero no solo con las imágenes que propone sino también con las sensaciones; por ejemplo, en la primera historia, el mal olor y lo asqueroso de la escena se pueden sentir mientras se leen las líneas propuestas por el autor.

La lectura continúa emocionante y prácticamente el libro se deja leer, complaciente y servicial como una amante agradecida y satisfecha.

Al otro lado del mundo Rafael Romero, un guatemalteco en España, se frota las manos y las barbas consciente de su creación, esperando ver desde allá las explosiones que ha dejado plantadas en el centro de América por medio de la editorial X. Decidí no dejarlo disfrutar en paz y lo contacté para acosarlo con preguntas y que sea el mismo que nos explique qué es este objeto que nos dejó plantado en los días por venir.

¿Qué son Entelequias? Describí tu libro como si fuera un objeto.

Se podría decir que son el reflejo personal e íntimo de mis cuestionables acercamientos a la ficción. Pensando en un objeto, te diría que me lo imagino como una de esas sorpresas que les dan a los niños en las piñatas, o más bien, como una piñata, un poco amorfa y con contenidos de dudosa naturaleza.

El ejercicio de la escritura no finaliza sino hasta cuando el lector ejecuta el ejercicio de leer. ¿Quiénes complementan tu ejercicio de escribir Entelequias?

La nueva etapa de Editorial X de Estuardo Prado, que fue quien me permitió que estos textos pudieran ver la luz. Y por otro lado, no sólo los lectores, como bien decís, sino aquellos que, gracias a las redes sociales, se toman la molestia de escribirte y comentarte sus impresiones sobre tu libro, haciendo ver incluso detalles e interpretaciones en las que ni siquiera habías reparado. Eso además de gratificante, enriquece.

¿Considerás Entelequias un libro actual? ¿Qué es Actual?

Los textos no lo son, si pensamos en su escritura. El último que aparece («Guatemala») lo escribí en el 2007 y es, junto con «El señor de palo» y quizás con «El fin de los días sombríos», los que se pueden ubicar más en un contexto geográfico real y en un momento determinado.

Trato que no existan tantos elementos que permitan una contextualización de manera totalitaria; es decir, prefiero lo atemporal y lo utópico, de manera que estos libros se puedan leer siempre, en Guatemala y en donde sea. En ese sentido, me atrevería a decir que sí, que es un libro actual, en cuanto no se limita a un ámbito ni a una época concreta, en cuanto puede conservar cierta vigencia.

Hablando de actualidad ¿Leés a los escritores guatemaltecos «actuales»?

No a todos los que quisiera, porque viviendo fuera es difícil y algunos autores que publican fuera de Guatemala no me llaman mucho la atención. Lo que suelo hacer es que cada vez que voy a allá procuro traer algunos libros y más o menos trato de ponerme al día, pero también tengo que confesar que el factor tiempo siempre me obliga a mantener libros en espera.

Entelequias finaliza con un cuento llamado «Guatemala» ¿Reducís a los hechos narrados en ese cuento tu noción de Guatemala?

Sí, es un poco cruel decirlo y reconocerlo, pero es así, aunque no en su totalidad, por suerte. La violencia gratuita es preocupante, pero también lo es la falta de educación, la pobreza, la mentalidad retrógrada, la corrupción, etc. Estos temas también son parte de mis preocupaciones y de la noción a la que te referís. Sin embargo, confieso que dicha noción es más amplia y abarca situaciones y realidades que no tienen nada que ver con lo que describo en ese cuento. Cuando pienso en Guatemala, a título personal, tiendo a mirar hacia mi infancia y juventud en Jocotenango y Antigua, con mi familia y amigos, o a mis años de universidad, con amigos a los que considero hermanos. Sentir que existe eso, me salva de lo otro, por decirlo de manera simbólica.

En Entelequias ¿El tema es más importante que la forma, que la estructura?

Como autor, mi intención siempre se sustenta en lograr un equilibrio entre el fondo y la forma. Obviamente, muchas veces se queda en eso, en un mero intento porque todo equilibrio es difícil y a veces depende también de cómo el libro es leído, asimilado y juzgado por los lectores. Más que temáticas, al igual que en los textos que aparecen en Génesis y encierro, mi interés se centra en presentar «situaciones» y/o «escenas» que puedan constituir, de alguna manera, una realidad en sí mismas, es decir, una historia. Y, sobre todo, inquietar o transmitir inquietud. En ese sentido, la estructura queda subyugada al desarrollo de la posible «historia» y a las exigencias de la misma en el momento de su escritura.

Entelequias es un reto a la imaginación de quien lee, ¿fue un juego de imaginación escribir Entelequias?

Sí, como te mencioné antes, el aspecto lúdico de la escritura me apasiona y ahí entra, por supuesto, la imaginación, aunque también de la sugestión. Muchos de mis relatos han surgido de epifanías. Cuando voy por la calle o voy a un bar o al supermercado, por ejemplo, observo y trato de quedarme con situaciones o personas que me llaman la atención. Rostros, gestos, diálogos, escenas. De ahí surge la ocurrencia, la epifanía, y a la vez el punto de partida para crear (o recrear) algo a partir de ello. Quitando alguna que otra anécdota personal, modificada y manoseada, en Entelequias hay mucho de ese proceso que te menciono.

Asier, uno de los personajes en los cuentos de Entelequias hace un viaje de regreso a sí mismo, a su pasado, muchos de los personajes hacen lo mismo, viven de los recuerdos ¿sos un escritor nostálgico?

Totalmente, para bien y para mal. Creo que el hecho de haber salido de Guatemala hace diez años sólo ha servido para acentuar ese rasgo que, como bien has notado, es una especie de matiz característico y recurrente en varios personajes, no sólo de Entelequias, sino de mis otros libros. Si te soy honesto, a veces ni siquiera me doy cuenta de que la misma historia o el desarrollo de un personaje y de sus acciones me conducen a eso, a la nostalgia. Es inevitable.

Hoy existe una nueva generación de lectores en Guatemala ¿Hay una nueva generación de escritores?

Yo lo de las generaciones, al menos en el panorama literario guatemalteco, no lo he logrado entender muy bien. Y tampoco me he tomado la molestia de averiguarlo, quizás porque asumo que no es algo que realmente me interese. Sé que existe una llamada Generación de Posguerra. Pero como te digo, más que eso, me interesa y me alegra comprobar que hay nuevos escritores y que hay voces emergentes que necesitan ser leídas y promocionadas; es decir, el panorama se ha diversificado y ha cambiado. Me parece que hay más apertura y que aquellos círculos cerrados y «canonizados», se han ido abriendo poco a poco, lo cual es saludable y es un buen signo. Ojalá que se mantenga así.

Al final de la charla con Romero y al final de la lectura de su libro queda claro que el ejercicio de escritura-lectura propuesto en Entelequias es un respiro, es una claraboya en ese mar de letras que se produce en los últimos años en el país, en realidad la propuesta es diferente y emotiva; a pesar de sus nociones de la realidad, nociones de un guatemalteco al otro lado del océano, Entelequias es un libro que simboliza a la Guatemala de hoy, a la Guatemala de este nuevo siglo que al parecer es nueva y diferente, la Guatemala que es una Entelequia.


«Entelequias» de Rafael Romero puede encontrarse en Casa del Libro (Interior Casa Cervantes, 5ta calle 5-18 zona 1 Ciudad de Guatemala) y en Librería Sophos a un costo de Q.60.00.


También estará disponible en FILGUA, en el Festival de Poesía de Xela el 14 y 15 de agosto, y también en la Feria del Libro de Panamá.

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