Por Salazar Ochoa

Esta noche a partir de las 18:30 horas en la galería de arte “Rocío Quiroa”, 11 calle 3-36 zona 10, ciudad de Guatemala se presenta la quinta publicación del Proyecto editorial Los zopilotes, “Versos para hiperbóreos”, el primer libro del cineasta guatemalteco Chris Kummerfeldt Quiroa.

“La poesía es una búsqueda en nuestras vísceras. Suele iluminarlas, destriparlas, secarlas a los miles de vientos. En este libro, ¿sucede eso acaso? ¿Puede uno salir ileso después de leer estas páginas? Es difícil decirlo.” La Hora conversó con el autor para conocer de primera mano su perspectiva con respecto a esta nueva publicación.

_Cul27_1b¿Qué pensás antes de una entrevista como esta?

¿Qué pienso antes de una entrevista como esta? Pienso en cuáles son los pendientes que tengo después en la agenda. Creo en la espontaneidad ¿Por qué hago cine y por qué hago poesía? Las cosas que no puedo decir en el cine las digo en la poesía y viceversa. Lo que me gusta de la poesía es que no la podés preparar, no podés venir, salir a la calle y decir “bueno, hoy voy a escribir un poema”, es el único arte que es hasta donde yo sé debería ser exclusivamente espontáneo y eso es bien lindo porque te tenés que dejar llevar por ese impulso. Sucede lo mismo con las entrevistas, si comenzás a preparar todo te sentís como un diputado queriendo lanzarse a una reelección ¿Me entendés? Se siente demasiado manipulado, prostituido el tiempo.

¿A qué le tirás? ¿Qué estás buscando con esta publicación?

Cerrar un círculo. Creo que a lo largo de la vida de cualquier persona que está en procesos de crecer (tengo 28 años), entonces todavía me considero en ese proceso de “algo se está gestando, formando” y también creo que tienen que haber muertes súbitas, tiene que haber muerte de una personalidad para que esta se transmute en otra, es necesario. La publicación de este libro para mí es la muerte de algo para dar lugar a algo más.

¿Qué vino primero en vos, lo cineasta o lo poeta?

Lo poeta por mucho. Comencé escribiendo, escribía un pequeño cuento o una novela, una obra de teatro o un poema. Después toda esa parte narrativa se encauzó hacia el cine y la poesía se quedó por la parte mucho más pura.

¿Tu involucramiento en el mundo de las letras tiene que ver con influencias familiares?

Creo que no porque igual lo habría hecho, si hubiera nacido en una familia de cuques. Quizá hubiera estado más castrado aunque en parte creo que mi familia tuvo mucho que ver porque la mayoría o son pintores, o son escritores, dibujantes, dramaturgos o mujeriegos o alcohólicos.

La poesía generalmente más que satisfacciones produce muchas veces silencio. Me refiero a lo marginal del asunto ¿Cómo se conjugan estos dos oficios en vos, la poesía y el cine?

Bueno, el cine es un poco más mediático y público, necesita serlo para que retribuya y por eso me dedico comercialmente a hacer cine pero en la poesía me gusta que pase desapercibida y que sea casi marginado el oficio. A mí me gusta eso, conscientemente porque te permite mucha libertad. Nadie le pone coco al chavo de la esquina en la sombra y este puede hacer lo que quiera, en cambio alguien que sí es público y tiene cierta luz encima siempre, no tiene esas libertades.

Pude notar durante la lectura de “Versos para hiperbóreos” que al principio los textos empiezan con mucha fuerza e incluso hay algunos destellos de un humor punzante pero luego esto se va diluyendo y va dando paso a una parte más romántica. ¿Qué sucede allí? ¿Cómo describirías el libro?

Lo que sucede es que es una recopilación de poemas durante siete años y ahí hubo un montón de fases y por eso el estilo, la voz no es constante. Durante ese período tuve muchos cambios, me cambié de país cuatro veces, de casa 8 veces además de varias relaciones románticas que terminaron en fracasos. El libro evolucionó muy rápido y de manera muy drástica.

¿Cómo estuvo la experiencia con la editorial, qué tenés que decir del aspecto del libro?

Desde hace siete años quería comenzar a publicar. Pensaba que si sucedía a los cincuenta años igual iba a estar bien, si muero sin publicar está bien, no se trataba de algo urgente. Luego le puse un cacho más de coco al hecho de con quién podría publicar y toqué un montón de puertas y ninguna me pareció, ya fuera por formalismos, por una impersonalidad o bien porque eran muy buena gente y me querían apoyar pero el proyecto no me latía. Después conocí por casualidad a Eynard Menéndez de la Editorial Los Zopilotes y me presentó su proyecto. Me fascinó porque sentía que era tan sincero y no le daba pena ser exactamente eso que mencionabas hace un rato, el ser marginado y encontrarse con ese silencio, más bien lo asumía como parte del oficio y se regocijaba en eso sin pretender ser gran arte italiano como “La grande belleza”, en donde todo tiene que ser tan épico. Pretendía ser simplemente sincero y creo que eso se traduce en el trabajo editorial de Eynard, en su persona, en el proyecto y hasta en el aspecto físico del libro. No me imagino haber publicado jamás en ninguna otra editorial, ninguna.


Promoción especial

Gracias a la cortesía de Editorial Los Zopilotes, La Hora obsequiará un ejemplar de “Versos para hiperbóreos” a la primera persona que envíe un correo a jsalazar@lahora.com.gt y que además no olvide adjuntar su número telefónico.

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