Por Salazar Ochoa
jsalazar@lahora.com.gt

“Hay entre Álvaro Sánchez y su subconsciente una puerta que no se cierra, un espacio a través del cual se cuelan las imágenes, las visiones, no solo del sueño, sino también de la vigilia, las que refuerza un país como Guatemala, ese territorio decadentemente hermoso…”
Vania Vargas

Álvaro Sánchez es un artista visual guatemalteco cuya obra se basa en el collage digital y manual. Sus trabajos son relativamente fáciles de distinguir ya que ha logrado imprimirles un sello de identidad muy característico que difícilmente pasa desapercibido. El próximo mes presenta la exposición individual “El diablo se esconde detrás de mis tijeras”, en donde podrán conocerse sus obras más recientes. La Hora conversó con él con el afán de ir familiarizando a nuestros lectores con sus piezas y el pensamiento de un vanguardista de la poesía visual.

¿Cómo empezó tu vínculo con el mundo del arte visual? ¿Agarraste una foto familiar y empezaste a experimentar con una aguja?
No fue una foto familiar pero si fueron los libros de ciencias naturales de la colección de mi abuelo, los agarraba y les hacía trazos o pintaba sobre ellos, cabe decir que eso me valió una buena serie de tundas pero había algo en eso que me gustaba, luego empecé a dibujar pero ni en mi casa ni en el colegio me motivaron a seguir haciéndolo, creo que pensaban que era una fase normal en todo niño.
Retomé el dibujo años después pero no fue lo mismo porque no había alimentado ese hábito durante muchísimo tiempo. Fue hasta que de manera irónica cuando empecé a trabajar en publicidad tenía una computadora con Photoshop y en ese entonces Freehand a la mano y vi el mundo de posibilidades que eso me ofrecía más allá de simples anuncios para marcas de productos. Luego vino el boom del internet y las revistas de arte digitales y encontré un mercado en el cual podía participar haciendo lo que empezaba a redescubrir, todavía no se hacía nada de eso en Guatemala, así que mis primeras publicaciones fueron en el extranjero.
Publicar en el extranjero ayudó porque me dio un panorama más claro de lo que sucedía fuera de este país y cómo estaban pensando los diseñadores y artistas visuales afuera, fue entonces cuando pensé que esa era la gente con la que tenía que medir en qué lugar se encontraba mi trabajo. Claro está que encontrar mi propio lenguaje me tomó muchos años de intentos fallidos o cometer el error de seguir tendencias que no era lo que yo quería hacer pero en mi afán de pertenecer a algo lo hice. Luego descubrí que ese es el peor error que un artista puede hacer, seguir tendencias que luego desaparecen y que además son bastante efímeras. Seguí en la búsqueda de algo propio y creo que hasta ahora puedo decir que ya encontré una buena parte de él, pero lo más emocionante es pensar en lo que viene después, de hecho en mi cabeza ya lo puedo ver, es solo que aún no me sale.

¿Por qué el collage?
Se dio naturalmente, nunca fue forzado, al experimentar con la computadora disfruté el proceso de tomar elementos, sacarlos de su contexto y darles una nueva vida en un contexto distinto. Creo que se debe a que cuando descubrí el Dadaísmo me encantó el poder que tienen esos collages como una manera de expresión de ideas y sobre todo crítica social, eran como un buen golpe a la nariz y eso me gustó, esa violencia que se experimenta al despedazar un libro, cortarlo, hacerlo añicos, ahora que lo pienso es la mejor forma de arte para un tipo con mi temperamento.
Pienso que el collage si bien es cortar y pegar, va más allá de eso. Es un reto muy complejo, las ideas se forman bajo distintos procesos creativos, yo quiero llevar el collage hasta sus últimas consecuencias y de momento en eso estoy y no pienso dejarlo. Cada idea es como subirme a un ring con unas tijeras, al final la idea y yo salimos cortados pero con una sonrisa muy grande y eso es lo que importa al final.

¿Cómo le llamás a lo que hacés?
Yo lo llamaría el arte de degollar libros pero creo que la descripción collage lo encierra todo, tanto en su forma digital como análoga. Son lo mismo en esencia pero sus procesos son diferentes, el espacio en blanco es lo mismo, es todo y es nada, no importa si es una hoja, un pedazo de madera o una pantalla llena de pixeles; ese vacío es el reto y es lo que me emociona, nunca sabes que va a pasar. En unos procesos tengo más control que en otros, dependo del «azar» de las cosas pero a veces creo que eso del azar no existe y que solo soy un títere que es manejado por mi subconsciente que hace lo que se le da la gana con mis manos ¿Y por qué negarlo? Lo disfruto mucho, es una extraña sensación de libertad.

¿En qué medida la música influye y de qué manera la literatura se involucra en el proceso creativo de tu obra?
La música lo es todo. Dicta mucho el resultado final de la obra, no solo es ruido en el ambiente, es el soundtrack de todo un proceso. Un riff de guitarra, una melodía o un fragmento de la letra de una canción me pueden generar muchas ideas, muchos símbolos. La música probablemente es la única forma de arte capaz de llenar todos los sentidos, así que por eso es parte importante en mi proceso. Trabajar con una melodía de Chopin o una ráfaga de riffs de Slayer es algo hermoso y los resultados en lo que a mi concierne son los esperados. Además la música siempre ha estado ahí para mí mucho antes de dedicarme a esto, me ha acompañado en momentos de extrema alegría como también de bastante tristeza, siempre es algo a lo que me puedo aferrar, nunca me va abandonar. Es y será parte de mis memorias, de la persona que soy y seré.

¿Qué clase de reflexiones estás buscando en la gente que es expuesta a tus trabajos?
En mi statement (declaración) como artista digo que la sensación que quiero que la gente tenga es como la sensación que te deja el oír una canción de punk a todo volumen, pero también creo que lo que deseo es que la gente se enfrente a algo que talvez ni ellos mismos sepan que vive dentro de ellos mismos, quiero generar alguna especie de introspección y alguna especie de dialogo interno entre la obra y el espectador y por eso creo que el collage es perfecto para eso ya que te lleva a diferentes capas de la obra. Es un viaje hacia adentro, es un corredor con muchas puertas y todas están cerradas, yo quiero que caminés en ese corredor y abrás cada una porque si lo dejás de hacer es probable que te perdás de algo emocionante sobre la propia vida, la existencia y de lo que significa ser un ser humano que hoy existe pero que mañana es polvo y huesos. Veo mi trabajo como una especie de tragedia agridulce como ese personaje en la película que se ríe al final porque sabe que su fin es inminente.

¿Cómo se fueron dando tus transiciones entre el video experimental, el diseño editorial y finalmente el arte visual?
Creo que lo que quería hacer con el video experimental era lo que hago ahora en un collage de imágenes, solo que yo aún no lo sabía pero soy muy individualista y hacer video o cine depende mucho de otras personas y si no voy a mi ritmo me desespero así que lo dejé por un lado aunque quién sabe talvez algún día lo retome pero no será ahora de eso si estoy seguro.
El diseño editorial fue gracias a toda una generación de escritores contemporáneos que descubrieron mi obra y establecieron un diálogo con ella. Eso es emocionante porque mis imágenes encontraron un espacio con sus palabras y gracias a ellos creo que mi trabajo ahora es un poco más conocido en Guatemala. Lo disfruto mucho y me gustaría seguir haciéndolo. Es un proceso diferente, ya que mi trabajo es hacer el «trailer» del libro, hacerlo interesante de leer para que apoye todo ese universo que el autor nos quiere decir y porque al final detesto ver el libro de un gran autor con una pésima portada. Pensá en cuántos libros maravillosos has dejado de leer por una portada espantosa que no dice nada.

¿Qué y quiénes han marcado tu trayectoria como artista?
Demasiada gente, tanto viva como muerta. Mis principales fuentes de inspiración han sido y serán la literatura, la música y el cine, pero te podría mencionar héroes personales indispensables que han marcado mis diferentes etapas como artista, tales como: Francis Bacon, Jean Michele Basquiat, Antoni Tapiés, Robert Rauschenberg, Hermann Nitsch, Max Ernst, Bill Traylor, Ludwig Zeller, Jack Kerouac, Allen Ginsberg, Raymond Carver, Charles Bukowski, William Burroughs y un sin fin de bandas de música, la obra de cada uno de ellos ha sido vital para mi trabajo creo que les debo mucho y son referencias a las que siempre vuelvo, jamás me aburren y siempre descubro algo nuevo. No pierdo la capacidad de asombro y eso es esencial.

“…quiero llevar el collage hasta sus últimas consecuencias…”


Para conocer más del trabajo de Álvaro Sánchez puede visitar el siguiente enlace: http://www.redbubble.com/people/sanchezisdead

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