POR PAOLINA ALBANI

Daniel Hernández-Salazar exhibirá 21 fotografías sobre momentos importantes antes, durante y después de la Firma de la Paz, el 29 de diciembre de 1996, especialmente enfocadas en el descubrimiento de fosas utilizadas como cementerios clandestinos durante la guerra civil, que el artista dice son homenajes a la vida y a la muerte de las víctimas y que de cierta forma parecieran congelar en un instante esa época de violencia.

Cada una de las fotos es un rompecabezas de diferente número de piezas, unidas por cinta adhesiva o con clavos por los bordes, para reforzar la idea de una sociedad fragmentada y lastimada.

A pesar de haber empezado a fotografiar las escenas del oscuro pasado de Guatemala desde el 86, no fue hasta el 97 que Hernández unió los hilos de este trabajo, cuando se empezaba a acuñar la frase Memoria Histórica en la serie de libros “Guatemala Nunca Más”, un informe que el Proyecto Interdiocesano para la Recuperación de la Memoria Histórica (Remhi) de la Iglesia Católica presentó como un instrumento para comprender, rendir homenaje y cerrar el duelo por las víctimas de la guerra, que de cierta forma engloba también el concepto de reconocimiento de su desaparición.

“Mientras no reaccionemos lo suficiente en cuanto a lo que nos pasó, no podremos avanzar por más que muchos políticos digan pasemos la página… nunca vamos a poder ver un futuro mejor si no entendemos primero lo que paso antes”, explicó en una entrevista.

El fotógrafo se unió al trabajo del Remhi aportando la creación de cuatro fotografías para la portada, mismas que se exponen de forma permanente en el Museo del Holocausto y de los Derechos Humanos Kazerne Dossin en Mechelen, Bélgica, bajo el nombre “Los Ángeles”.

“Los Ángeles” presentan a un mismo hombre que no ve, ni escucha, ni habla, pero que en la cuarta figura rompe el silencio, en representación a una sociedad que no enfrenta aquello que le molesta, que no entiende, que teme o de la que siente alguna responsabilidad.

Este trabajo se ha exhibido de manera pública en algunas calles de la Ciudad de Guatemala, por ejemplo en la 13 calle y 7 avenida de la zona 1.
La muestra también tiene por objetivo hacer un llamado a la reflexión para que la población sepa dónde está parada, es decir, cuál es su realidad luego de estos hechos de violencia.

“El tema de la vida y la muerte siempre me ha llamado la atención, cuando hablamos de vida y muerte obviamente pensamos mucho en la realidad que nos ha tocado vivir… con el Golpe de Estado contra -Jacobo- Árbenz, la ruptura del orden democrático… y toda la campaña de represión, el acallar la libertad de expresión, ir cerrando los espacios democráticos políticos”, explicó.

Esto porque en otros países del mundo, las masacres sucedidas en Guatemala son desconocidas, motivo que lo lleva a tener como propósito de vida contar ese pasado desconocido de la historia de Guatemala. “Siento que estoy cumpliendo con mi cometido”, dijo sonriente.

El título de la serie aborda dos reflexiones. La primera, que la humanidad no tiene el tiempo comprado pues “la vida es un período muy específico”, y la segunda reflexión consiste en “sacarle el máximo provecho”, enfocando esto en el papel que cada persona juega para aportar mejoras a la sociedad.

EL CAMINO A AMBERES
En sus inicios como periodista, la incomodidad de los hechos de violencia que había sufrido Guatemala y cómo lo tomaba el resto de la sociedad empezó a incomodarle, molestia que se intensificó cuando cubrió la primera exhumación que se realizó en Guatemala con apoyo de expertos extranjeros, pues aún no existía la Fundación de Antropología Forense de Guatemala (FAFG).

Lo que se miraba aquí –en la Ciudad– eran las marchas de protesta, pero con las exhumaciones empezó la averiguación de sus vidas, y qué pudo llevarles a ser el blanco de la muerte. Fue tal la campaña de desinformación -contó- que se manejó que los citadinos desconocían los enfrentamientos que ocurrían en el interior del país.

Años después, “un memento mori me hizo llegar a la galería –Verbeeck Van Dyck–”. En la fachada de la Catedral de Amberes había una placa en donde aparece un cráneo como homenaje a un pintor destacado del lugar –de quien dice no recordar el nombre–. Este momento representado por la muerte pudo ser la conexión final de la obra que en tan solo una semana aperturará en Bélgica.

Allí termine de armar la panorámica de todo, ya no era solo la nota roja, el accidente, los desaparecidos, Nineth amarrada en la puerta del Palacio -Nacional-, dijo. Varias fotografías muestran a detalle las líneas de los cráneos y la grotesca manera en la que fueron enterrados, junto a ellos algunos restos de sus trajes típicos que revelan su lugar de origen.

Actualmente, el fotógrafo se ha dedicado a desarrollar cuatro diferentes temas, la arquitectura, el retrato, la memoria histórica y el desnudo.

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