POR ITZEL ZÚÑIGA
DPA

Phelps, quien según se anunció el miércoles recibirá en octubre el Premio de Poesía Jaime Sabines-Gatien Lapointe 2014, escribía sus versos de noche, en papelitos de cigarros que los reos le daban y «con un lapicito» que parecía inacabable, dos elementos que tenía que esconder en sus zapatos. En ellos hablaba de las cosas bellas que no hay en prisión: las flores, el amor, la libertad, la felicidad.

«Para mí la mejor manera de hacer las cosas es con poesía, es música para el oído, es una forma de convivir con los amigos, de pasarla en casa o en el parque», dijo Phelps en entrevista telefónica con dpa desde Quebec, donde llegó a vivir en 1964.

El escritor recibirá el premio Sabines-Gatien Lapointe como uno más que suma a los obtenidos por ser «una figura moral de la resistencia que con su arte hace frente a los totalitarismos».

Phelps asegura que ha grabado discos de poesía «porque así la gente puede ir conduciendo el auto, caminando en la calle y escuchar poemas. La poesía es importante porque es algo que ayuda a vivir y a sobrevivir».

El poeta nació en Haití en 1928. Décadas después, a fines de los años 50 el médico «Papa Doc Duvalier» se hizo con el poder y estableció un gobierno de terror en el que opositores e intelectuales fueron apresados por sus esbirros, los «Tonton Macoute», una fuerza paramilitar.

Una vez liberado el poeta llegó con su familia a Montreal, Quebec. Su primer trabajo en su nuevo hogar fue en Radio Canada, en la cual hizo periodismo y «teatro en radio».

Además de poeta, se dice novelista, escritor de cine y guiones dramáticos que ha presentado en países como Panamá y Chile.

Según el crítico quebequense Pierre Nepveu, «Phelps es un escritor que conserva la memoria de vejaciones y sufrimientos del pueblo haitiano. Sin embargo, esta gravedad se compensa en su obra por la felicidad de ser, por unificar en una constante celebración de la vida contra todo lo que busca acallar y reducir al silencio».

Él y otros como Marie Vieux Chauvet, Davertige, Serge Legagneur, Roland Morisseau y René Filoctetes forman parte del «Haití Literario», un grupo de intelectuales y autores de la isla caribeña que padecieron el éxodo involuntario.

Entre los premios que ha recibido están el Premio Casa de las Américas de Cuba (1980 y 1985) y el Premio Ouessant du Livre Insulaire (2012).

En octubre próximo viajará a México para recibir el Premio Jaime Sabines-Gatien Lapointe 2014, dotado con unos 4.000 dólares y que se entrega en el marco del XVI Encuentro de Poetas del Mundo Latino.

Con 85 años a cuestas, su memoria no cesa, tampoco las palabras. Phelps habla francés, inglés y español con una voz ronca, casi apagada, pero amable. Su amarga experiencia no merma su alegría de vivir, ríe cuando recuerda amigos o viajes.

Entre 1984 y 1990, dos o tres veces al año se desplazaba desde Canadá hasta San Miguel de Allende, un pueblo mágico del centro de México, habitado usualmente por extranjeros. Se hospedaba con amigos franceses o locales.

Entonces decidió vivir allí temporalmente para dedicarse a escribir, a esculpir y a pintar. «Tengo varios dibujos que dentro tienen pequeños versos», contó, luego de pedir que se le hable alto, pues a su edad le cuesta trabajo escuchar.

A mediados de los años 80 dejó el periodismo para escribir su libro «Este es mi país» (Mon pays que voici), dedicado a la dignidad de su patria, un lugar al que no deja de visitar y al que cree que «sólo Dios puede ayudar».

«Yo no veo nada para Haití», repone con un dejo de tristeza en la voz.

Parte de sus creaciones son los libros «La beliére caraïbe» y «La orquídea negra» y «Mujer América», dos poemarios bilingües francés-español y su antología «Nómada fui desde hace tiempo», que reúne sus versos realizados a lo largo de medio siglo.

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