Creaciones de Alejandro Almanza Pereda, de México; Carolina Caycedo, de Inglaterra; Patrick Hamilton, de Chile; Esvin Alarcón Lam, Darío Escobar, Sandra Monterroso, Diego Sagastume, Diana de Solares y Tepeu Choc, todos de Guatemala, integran la misma.
Con esta nueva muestra escultórica la galería inicia una revisión de las distintas manifestaciones que conforman el mapa artístico actual, en la que se presenta a un grupo de artistas que de cierta manera tienen experiencias que se relacionan y revelan algunos de los intereses que prevalecen hoy en día en la escultura contemporánea, como el uso de técnicas mixtas, objetos de uso común, materiales encontrados o desechados, la acumulación o repetición de elementos, así como el desplazamiento de la escultura de un formato rígido hacia un formato fluido, casi líquido.
De esta manera la exhibición estará conformada por esculturas que se comportan como pinturas tridimensionales, esculturas contenidas que pugnan por desbordarse; construcciones que se resisten a ser objetos, que quieren ser dibujos espaciales y objetos que olvidan su razón de ser, que adoptan una nueva identidad.
En “Radiografía de Construcción No. 4”, Tepeu Choc reproduce en escala menor, las estructuras internas de una construcción. Las delgadas varillas de hierro, sobre las cuales aplica pintura automotriz, se yerguen en el espacio como un dibujo tridimensional, que a la vez se comporta como una pintura, que mantiene un diálogo abierto con el colorido de los textiles guatemaltecos.
Por otro lado Diana de Solares utiliza hierro y concreto, rescatados del techo de una casa demolida, para construir la obra “Nube (Construcción aérea No.1)” la cual, aún con sus casi 400 libras de peso, fluye como una caligrafía en el espacio. También con esta cualidad, “Anverso & Reverso” de Darío Escobar adopta esa propiedad casi líquida y prácticamente toma la forma del espacio que la contiene, convirtiéndose en una obra que se puede reconfigurar infinitamente.
La obra fue construida con un objeto ordinario como lo son los balones de fútbol, que acumula repetitivamente, dando lugar a una nueva estructura totalmente diferente a lo que le dio origen, que puede aludir a la forma como se acumulan los productos en un supermercado.
En otra sección de la exposición, Alejandro Almanza Pereda realiza la obra titulada “Horror Vacui”, en la cual el artista toma una pintura de un paisaje muy tradicional, encontrada en una tienda de objetos de segunda mano y la interviene con una fundición de concreto al frente, con este gesto desplaza sus cualidades pictóricas hacia el territorio de la escultura.
Utilizando concreto, Carolina Caycedo elabora un alto relieve en el que combina la analogía formal de una represa de arco, con las manoplas utilizadas comúnmente en el pasado, por la milicia del gobierno chileno en la obra “Manopla triple arco”.
En contraste con los materiales rígidos, Sandra Monterroso apila los cortes de textil usados por mujeres indígenas como faldas, para formar su “Columna vertebral”. Así mismo, pasa de la performance a la escultura cuando se monta a una aplanadora para aplastar ollas de hojalata, que luego exhibe como un relieve sobre la pared en “La demoledora”.
Esvin Alarcón Lam rescata fragmentos de determinados objetos comunes que poseen una pátina producida por el uso y el tiempo, como carrocerías de buses ya convertidos en chatarra, viejos techos de lámina o toneles de hierro y los reconfigura para establecer un diálogo con la pintura y la escultura contemporánea como con la obra “Repetición No.1”.
Las esculturas de Diego Sagastume no se construyen en el taller, pues constituyen situaciones encontradas. “Sin título (Carreta con naranjas)”, es el registro fotográfico de una escultura efímera que el autor encontró en la calle y captó con su celular.
También Patrick Hamilton utiliza la fotografía para reelaborar la arquitectura de Santiago de Chile, disfrazando sus rasgos fascistas para producir monumentos que se conmemoran a sí mismos, mediante el recubrimiento de papel impreso con texturas de piedras, como el granito y el mármol.
Todos estos gestos escultóricos, están alimentados por el día con día que empujan los límites de los usos tradicionales de los materiales, aunque sus operaciones escultóricas son las mismas que han acompañado la escultura en las últimas décadas; como, cortar, pegar, ensamblar y modelar. Todos los escultores reflexionan sobre lo que el ser humano es, lo que consume y lo que deshecha.