Por: Karen Fernández

“Lo mejor de vivir en donde vivimos es que tenemos la mejor vista. A veces saco mi colchoneta y me tumbo en el techo de la casa y ahí me duermo. Desde ahí puedo observar la ciudad de noche: las luces inmóviles y las pasajeras se mueven por las avenidas como sangre en las venas de un animal viejísimo. A veces, pienso, somos eso: luces que se mueven un ratito sobre una avenida ancha y se pierden en la noche”, fragmento de Salvajes, Antonio Ramos Revillas.

¿Determina el lugar en el que nacemos hacia dónde vamos o cómo terminaremos?

En Monterrey, México, hay un lugar, en lo alto de un barrio, que es el hogar de Efraín (15 años), Fredy (12 años)  y Marcos (8 años). Ellos son hijos de Leonor, una mujer que trabajó muy duro durante muchos años para poder mantener a sus 3 hijos. Cuando decimos mantener no solo se refiere a darles comida, vestido, estudios. No es solo el hecho de sobrevivir, también es mantenerlos lejos de las pandillas, de las drogas, de la cárcel, de los lugares donde acaban la mayoría de sus vecinos (sin dejar fuera el cementerio, claro).

Leonor se esforzó para que, a pesar del barrio en el que vivían, tuvieran una casa diferente (una con terraza) y que funcionara como su escuela, así algún día, pudieran salir de ese lugar. Ese sector es conocido por todos en la ciudad. No es el mejor y, además, entre casas y cables esconde un aire realmente salvaje que indica que allí solo sobrevive el más fuerte, el más astuto, el más “listo”, dicen.

Aunque Efraín es bastante joven, ya está consciente de cómo los ven las personas lejos de su barrio. Sabe que debe andar con cuidado dentro y fuera (afuera porque desconfían y adentro porque no debe involucrarse con ninguno de los bandos). Sabe que debe estudiar, pero a ratos nota que no será fácil continuar. Efraín, aunque no delinca, las personas a su alrededor siempre dudarán de su proceder y de sus buenas intenciones.

Todo cambia para estos hermanos, cuando en su casa se encuentran con patrullas y policías que se llevan detenida a su mamá. Pasa tan rápido que no hay tiempo de explicar mayor cosa. La violencia e inseguridad, que se respiraba en los alrededores, ahora han entrado a su hogar y les arrebatan a su madre. En ese momento, comienza el largo y sufrido camino de estos jóvenes para liberar a Leonor de las y rejas con todo lo que ese lugar implica.

Ahora son ellos, los que trabajarán duro para obtener el dinero necesario, pagar un abogado y otros papeleos. ¿Podrán seguir los consejos de su madre ausente? “no juntarse con los del barrio” “no caer en la tentación del dinero fácil y rápido” “seguir en la escuela hasta lograr salir de ese lugar”.

Antonio Ramos Revillas nos lleva por un camino escabroso describiéndolo a ratos de forma casi poética y a través de un relato ficticio nos pone de frente a una realidad cruda y latente ante la cual no podemos continuar siendo indiferentes.  La historia sucede en Monterrey, Nuevo León, pero perfectamente podemos pensar en algún barrio que conocemos en nuestro entorno cercano.

Una obra escrita por un joven, clasificada en la colección juvenil “a través del espejo” del FCE, pero que deberíamos leer sobre todo los adultos para cuestionar la estigmatización y los prejuicios que replicamos en nuestra sociedad.

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Reseña, Fondo de Cultura Económica, FCE, Salvajes, Antonio Ramos Revillas, literatura juvenil

Las palabras y los días, de Ricardo Cayuela Gally

El editor y ensayista Ricardo Cayuela Gally pretende, con la reedición de Las palabras y los días. Una antología introductoria, adentrar a los nuevos lectores a la obra de Octavio Paz a partir de dos bloques genéricos: prosa y poesía para disipar algunos errores de apreciación que pesan sobra la figura del nobel mexicano. Los textos seleccionados que comprenden ensayos elogiados nacional e internacionalmente y varios poemas escritos entre 1935 y 1996 comprendidos en títulos como Libertad bajo palabra, Salamandra, Vuelta y Árbol adentro son muestra significativa del pensamiento, análisis y creación del célebre autor que el FCE conmemoró en el marco del centenario de su nacimiento.

Xolotiada, vida y mito de un anfibio mexicano, de Roger Bartra

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La recta y el punto, un romance matemático, de Norton Juster

Había una vez una sensata línea que estaba perdidamente enamorada de un punto. “Tú eres el principio y el fin, el eje, el núcleo y la quinaesencia”, le decía con ternura, pero el frívolo punto no estaba ni un poquito interesado, pues sólo tenía ojos para una desparpajada línea curva. La recta, sin embargo, se encargó de demostrarle lo maravillosa que podía llegar a ser.

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