George Eliot
George Eliot (Mary Ann Evans) (Nuneaton, Warwickshire, 22 de noviembre de 1819- Chelsea, Londres, 22 de diciembre de 1880). Novelista y poeta, publicó con el pseudónimo de George Eliot. En el artículo Dos siglos de George Eliot: la primera escritora feminista, Gonzalo León escribe: No es de las más conocidas ni menos leídas, pero en su época esta autora nacida bajo el nombre de Mary Ann Evans fue importante. Escribió Middlemarch, su obra cumbre, y otras novelas y cuentos y ensayos, fue traductora de filósofos, como Baruch Spinoza. Por eso quizá Henry James la acusó de ser demasiado filosófica.
Te concedo amplia licencia
«Te concedo amplia licencia
para usar la vieja fórmula ‘Yo soy’.
Nombrar la vacuidad donde el pensamiento no está;
pero llena el vacío con definición, ‘yo’
no será más un dato que las palabras
vincula la falsa inferencia con ‘el Desde’ y ‘el Después’;
eso, cierto o no, constituye el torbellino de átomos.
Resuelve tu ‘Ego’, es toda una red
con éter vibrante coagulado en mundos:
su sujeto, yo o yo autoafirmado
se convierte en nada más que objeto, se derrite en moléculas,
se despoja de estar desnudo con el resto
de esos trapos llamados Universo.
O si, en pugna por mantener fuerte tu ‘Ego’
lo haces tejedor de la luz etérea,
espacio, movimiento, sólidos y el sueño del tiempo
¿Por qué, todavía es Ser mirando desde la oscuridad,
el núcleo, el centro de tu conciencia,
que nota tu mundo burbuja: sentido, placer, dolor?,
¿qué son sino una alteridad cambiante,
¿flujo fantasmal de momentos?
El mundo es genial
¡El mundo es genial!
Los pájaros huyen de mí;
las estrellas son frutos dorados
sobre un árbol;
todo fuera de alcance
mi hermana pequeña se fue y me siento solo.
¡El mundo es genial!
Traté de subir a la colina
sobre los pinos
donde la luz yace tan quieta
pero subió más.
La pequeña Lisa se fue y me siento solo.
¡El mundo es genial!
El viento pasa corriendo,
me pregunto de donde viene.
Los pájaros marinos lloran
y hieren mi corazón.
Mi hermana pequeña se fue y me siento solo.
¡El mundo es genial!
La gente se ríe y habla
y has unas vacaciones ruidosas.
¡Qué rápido caminan!
Soy cojo, me empujan.
La pequeña Lisa se fue y me siento solo.
Cuente ese día perdido
Si te sientas al atardecer
y cuentas los actos que has realizado;
y, contando, encuentras
un acto de abnegación, una palabra
que alivió el corazón del que escuchó,
una mirada más amable
que caía como un rayo de sol donde se fue,
entonces puedes contar ese día bien aprovechado.
Pero si, a lo largo de todo el día,
no has animado a ningún corazón, por sí o no.
Si, a pesar de todo
no has hecho nada que puedas rastrear,
eso trajo la luz del sol a una cara.
Ningún acto pequeño
ayudó a un alma y nada costó.
Entonces cuente ese día como peor que perdido.
Hacer que la vida valga la pena
Cada alma que toca la tuya
sea el más mínimo contacto
llega de algo bueno;
alguna pequeña gracia; un pensamiento bondadoso;
una aspiración aún no sentida;
un poco de coraje
por el cielo que se oscurece;
un destello de fe
para hacer frente a los crecientes males de la vida;
un vistazo a cielos más brillantes
para hacer que esta vida valga la pena
y el cielo una herencia más segura.
Selección de textos por Gustavo Sánchez Zepeda