Por: Santos Barrientos
Muchos de los grandes avances de nuestro tiempo han sido producto de la técnica (tecnificación dirán algunos). Pero estos avances traen consigo la negación de la sociedad misma. Es decir, la tecnificación como un logro indiscutible de las sociedades contemporáneas muestran cada vez su monumento de realidades virtualizadas. Lo que hace perder de vista a la humanidad el hecho de “ser”, de estar en sociedad, de la convivencia y del cuidado ambiental. Más concretamente: se pierden de vista las cuestiones que interesan para el “buen vivir”.
Paulina Rivero Weber, en su libro “Introducción a la bioética”, publicado en Fondo de Cultura Económica y disponible a los lectores, nos muestra que no existe un consenso en cuanto a la definición de este tema, y que esta rama del saber novedosa (en cuanto a su exposición y estudio, porque los cambios en la sociedad y en el actuar del ser humano han cultivado nuevas formas para su explicación) no contiene una sola o unitaria exposición, sino que se ha visto desde las distintas disciplinas: derecho, sociología, medicina, psicología, etcétera. Es por ello, que la filósofa Rivero Weber, quien se formó con los prominentes profesores: Eggers Lan, Eduardo Nicol y Juliana González, cultivó una filosofía de la “vida”, de la búsqueda de respuestas a la vida; escribiendo y aportando al debate un libro en el cual se explicara la razón de ser de esta nueva ciencia (la bioética).
La exposición que realiza la pensadora Weber es de naturaleza filosófica, su perspectiva no va encaminada a dar respuesta a cada interrogante que surja de las diferentes ciencias o disciplinas, sino que su intención fue expresar su formulación de la ciencia bioética; lo que implica, sus avances y quienes intervienen parcialmente. En tal sentido, es un libro en el cual se encuentra un camino, una luz, a seguir para quienes busquen introducirse a los problemas más urgentes relacionados a la vida, a lo humano.
Es importante aclarar que la bioética involucra la vida en general, no se circunscribe, naturalmente, solo al ser humano; sino que va más allá, su saber es con respecto a la vida. Es en este sentido que la autora principia dando un recorrido filosófico al sentido de la vida, su concepción, acuerdos y disidencias con respecto a autores como Nietzsche.
Para hablar de la vida, la autora se vale de Nietzsche y Kant, y nos dice: “La vida no es valiosa por ser racional sino por ser una fuerza creativa en constante crecimiento”. De ahí que Weber muestre su desacuerdo con Kant por considerar la vida como una circunstancia racional (claro, se refería al ser humano). Pero la autora, quien se vale del autor de la “Genealogía de la moral” sostiene que la vida, por el hecho mismo de serla, no puede ser racional, porque si lo fuera dejaría por un lado a los animales, a las plantas y otros seres vivos que importan y cumplen una función importante en el ecosistema.
Al respecto la pensadora nos advierte que: “Somos la especie que destruyó el planeta; ahora debemos ser la especie que se responsabilice de volver a conducirlo al equilibrio”. Esta es una sentencia alarmante, porque nos expone y nos responsabiliza con un tema que debe ser atendido con honestidad. En esas líneas la autora continúa diciendo: “Ese no es el único objetivo de la bioética, pero sí el más urgente y radical: más nos vale estar a la altura de semejante reto”.
En el recorrido filosófico que realiza la pensadora Rivero Weber no solo se muestran, como ella misma dijo, estos temas que tienen que ver con el equilibrio ambiental, sino que también se exponen temas a los cuales debemos prestar atención para estar a la altura académica de debatir: la moral animal y la ética humana, lo común entre el especismo y cambio climático, la interrupción voluntaria del embarazo, la eutanasia, la senectud y la discapacidad. Nos corresponde asumir el compromiso del debate de ideas para cultivar avances necesarios en las distintas disciplinas.
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