Por: Nhat Esteban Markus

Se sabe que el Nobel de Literatura es un premio macho que en 120 años ha sido dado a 101 autores y sólo a 16 autoras. Se sabe menos, pero se sabe que el Cervantes es el equivalente en idioma español de ese Nobel y que es igual de macho: en 45 años lo han recibido 40 autores y sólo 5 autoras.

Vital como su apellido, la docente de literatura y poeta uruguaya Ida Vitale es una de esas contadas creadoras que han roto el cerco de los premios instituidos por machos para machos.

El Premio Cervantes 2018 para Ida Vitale, además, no es un punto de partida: es un punto de llegada pues con anterioridad —sin cabildeos ni roscas ni campañas ombligofeisbukeras— su obra poética distinguió a y fue distinguida por el Premio del Ministerio de Instrucción Pública de Uruguay (1949 y 1953); el Premio Internacional Octavio Paz (2009); los premios Monsiváis (2010), Alfonso Reyes (2014), Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (2015), Internacional de Poesía Federico García Lorca (2016), Max Jacob (2017) y FIL de Literatura en Lenguas Romances (Feria Internacional del Libro de Guadalajara, México, 2018).

Pese a tantas distinciones, con una humildad que la santifica, en vez de pasarse casi un siglo hablando de sí misma Ida Vitale ha dedicado su vitalidad a enaltecer la vida y la obra de los demás, de modo que los nombres incluidos en esta su obra: Resurrecciones y rescates –editada por el Fondo de Cultura Económica y la Universidad de Alcalá– “responden a lealtades, veneraciones, caprichos sostenidos, a veces descubrimientos felices que reclamaban ser compartidos”.

Así, en la edición perfecta de sus lealtades Ida Vitale se hace a un lado a sí misma e imparte humanistas cátedras magistrales —en varias páginas o en apenas una línea— acerca de sus pares Hannah Arendt, Isak Dinesen, María Luisa Bombal, Ivy Compton-Burnett, Olga Orozco, Emily Dickinson, Natalia Ginsburg, Gabriela Mistral, Elena Garro, Violeta Parra, Virginia Woolf, Juan José Arreola, Felisberto Hernández, Macedonio Fernández, Borges, Nicanor Parra, Juan Ramón Jiménez, Onetti, Augusto Monterroso, César Aira, José Santos González Vera…

En su poesía y en su prosa Ida Vitale es la reconfirmación de que Algo Superior existe y confluye en sus maneras tan uruguayas de reconocer la vida y la obra de los demás, además de ponerlos en su lugar como hace con Onetti, a quien le reprocha “distracciones y haraganerías imperdonables”, o como hace con los contrabandistas del mal gusto: “Algunos best sellers, algunas novelas de quiosco constituyen las formas más divulgadas del fenómeno del kitsch. Aunque sólo los colombianos, creo, siguen recordando a Vargas Vila, otros nombres se ocupan de difundir los lugares, más comunes que nunca, que adoptan ciertas ambiciones sociales o sexuales: llámense Corín Tellado o Erica Jones”.

Si lo que buscan al leer es arribar al “cielo imperturbable” que Ida Vitale indagó desde sus primeras lecturas, están en el libro que los llevará allá e incluso más lejos.

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México insurgentes, de John Reed

México insurgente representa el preludio de su labor como corresponsal de guerra y sus posteriores obras sobre los conflictos bélicos. Es un relato en primera persona, un testimonio de carácter épico de sus vivencias como acompañante de las tropas villistas y carrancistas en sus victorias y desventuras durante la Revolución mexicana, desde que en el otoño de 1913 fuera enviado a la frontera sur con la finalidad de atestiguar la segunda oleada revolucionaria tras el derrocamiento del gobierno de Francisco I. Madero por parte de los huertistas.

El príncipe de nada, de R. Scott Bakker

En el principio fue la oscuridad es la primera entrega de la trilogía Príncipe de nada, en ella se descubre un mundo que pasó por el Apocalipsis y que, varios siglos después, está por enfrentarse a una Guerra Santa. La aparición de un peculiar y misterioso personaje, de determinados grupos con intereses políticos, y de un hijo en busca de su padre son algunos de los elementos presentados por R. Scott Bakker en una fantasía épica que abreva de la tradición de J. R. R. Tolkien y de Frank Hebert.

Clic, de Roger Ycaza

Un libro silente que narra la historia de un padre y su hija. Solos en casa y lejanos a todo, encuentran la forma de darle la vuelta a su rutina a través de la imaginación y las historias. Es así que la aventura empieza en una lejana selva con criaturas amigables y extrañas, después nos transporta al mar en un barco navegante y de ahí nos lleva a flotar al espacio exterior. Acompañados por su amigo peludo, el padre y la hija se adentran en un viaje extraordinario en el que no se mide el tiempo ni el espacio.

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