El bloque histórico

Frente a este objetivismo, el filósofo italiano Antonio Gramsci subraya de un modo
incluso más enfático que el de Marx y Engels, la interdependencia estructural entre los distintos subsistemas sociales: no se puede pensar la economía, por ejemplo, como una mera «base» o sustancia, independiente de todos los demás momentos de la estructura social, la cual se limitaría a causarlos sin ser ella misma determinada por las actividades sociopolíticas e ideológicas. Para Gramsci, contra el mecanicismo de muchos marxistas, es necesario afirmar el carácter de «bloque histórico» de toda formación social: en ella hay una interacción de múltiples factores, que remiten estructuralmente unos a otros. Ello implica una concepción abierta del hombre y de la historia, donde las fuerzas productivas tienen solamente una función de posibilitación de la libertad humana. (*)

* González Antonio. Introducción a la práctica de la filosofía. Texto de iniciación. UCA Editores. San Salvador, 2005.

Un determinado acto político puede haber sido un error de cálculo de parte de los dirigentes de las clases dominantes, error que el desarrollo histórico, a través de las «crisis» parlamentarias gubernativas corrige y supera: el materialismo histórico mecánico no considera la posibilidad del error, sino que considera a todo acto político como determinado por la estructura, inmediatamente, o sea, como reflejo de una modificación real y permanente (en el sentido de adquirida) de la estructura. (…).

El análisis de estas afirmaciones, creo, lleva a reforzar la concepción de bloque histórico, en cuanto las fuerzas materiales son el contenido y las ideologías la forma, siendo esta distinción de contenido y forma puramente dialéctica, puesto que las fuerzas materiales no serían concebibles históricamente sin forma y las ideologías serían caprichos individuales sin la fuerza material. (…).

Se puede emplear el término «catarsis» para indicar el paso del momento meramente económico (o egoístico-pasional) al momento ético-político, esto es, a la elaboración superior de la estructura en superestructura en la conciencia de los hombres. Ello significa también el paso de lo «objetivo a lo subjetivo,» y de la «necesidad a la libertad.» La estructura de fuerza exterior que subyuga al hombre, lo asimila, lo hace pasivo, se transforma en medio de libertad, en instrumento para crear una nueva forma ético-política, en origen de nuevas iniciativas. La fijación del momento «catártico» deviene así, me parece, el punto de partida de toda la filosofía de la praxis.

(Tomado de los Cuadernos de la cárcel, 1927-1937)

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