Hugo Gordillo
Escritor
La Revolución de Octubre estalla en una Rusia, atrasada, rural, con escasa clase media y golpeada por la I Guerra Mundial. Lenin se hace del poder e instaura la dictadura del proletariado. Como parte de sus reformas le encarga a su tocayo, el artista Tatlin, la sustitución de monumentos púbicos del régimen feudal zarista. El director de Bellas Artes de Moscú va adquiriendo la paternidad del Constructivismo, tras recorrer su propio camino con la influencia del Cubismo de Picasso en Francia.
Tatlin encuentra la oportunidad de contribuir a la “muerte del museo” haciendo que los artistas se acerquen a los problemas cotidianos y sociales para que sus obras participen de la vida y la construcción utópica del mundo. Inspirado en el utilitarismo (al servicio de) la funcionalidad (que la gente lo entienda) y la abstracción matemática, diseña el Monumento a la Tercera Internacional, un edificio más grande que la Torre Eiffel, para albergar al Partido Comunista, una oficina de telégrafos y restaurantes. La fascinante obra de vidrio, hierro y acero, que no llega a nacer por carencias materiales, está integrada por un cubo, una pirámide, un cilindro y media esfera giratorias en un año, un mes, un día y media hora, respectivamente. Un conjunto de fuerzas dinámicas en tensión e interdependencia que hacen de la obra una unidad constructiva.
Cercana al pueblo, Alexandra Ekster trabaja en cooperativas artesanales. Junto a otros artistas decora plazas de Kiev y Odesa con estilo abstracto para conmemorar la Revolución. Diseña vestuario para bailarinas y teatristas e irrumpe en la moda. La pintora Liuvob Popova va un poco más allá y, así como Tatlin quiere acabar con los museos, ella firma el Manifiesto contra la Pintura de Caballete y declara que la organización de elementos de producción artística debe volver a la puesta en forma de los elementos materiales de la vida (la industria o la producción). Algunos artistas diseñan muebles, vestuarios, decorados teatrales y exposiciones.
Como otros movimientos, el nombre de Constructivismo se origina en una burla. Malevich, creador del Suprematismo, otra vanguardia rusa, dice del polifacético Ródchenko que su obra es “arte para construcción” por el uso de materiales de la industria. Los hermanos escultores Naum Gabo y Nikolas Pevsner reafirman el nombre en el Manifiesto de 1920, que define dos tendencias constructivistas: la utilitaria, como la de Tatlin, y la estética de libre creación, que ambos expanden a Francia y Alemania. Gabo hace la primera escultura cinética del mundo, que es una lámina vibratoria por un impulso motorizado, con lo que demuestra cómo la superficie puede convertirse en volumen.
El utilitarismo se manifiesta más en obras de propaganda revolucionaria a través de carteles, fotografías e ilustraciones constructivistas con línea pura. Por su creatividad como la expresada en “Machacad a los blancos con la cuña roja” un cartel que refleja el antagonismo de los revolucionarios comunistas y los contrarrevolucionarios, el artista El Lissitsky termina dando clases en Vjutemás, escuela especializada en pintura, escultura, arquitectura, textiles, cerámica, madera y metalurgia. Ahí se transforma la visión del arte y de la realidad usando la geometría precisa con énfasis en el espacio. Ródchenko no solo da clases, sino que dirige la Oficina del Museo. Con el poeta futurista Mayakovsky, crea una agencia donde hacen publicidad, empaques y diseños. Uno trabaja el arte y, el otro, los eslóganes.
Los revolucionarios crean el “Agitprop” que es la agitación durante la lucha armada y la propaganda tras la asunción del nuevo gobierno. La difusión de la ideología marxista-leninista es fundamental, tanto que Lenin inaugura el Tren Agitprop, en el que se embarcan artistas plásticos y actores. El tren lleva una imprenta en la cual reproducen carteles de propaganda que son lanzados por las ventanas en aldeas y ciudades a donde los actores llegan para representar pequeñas obras. El Agitprop influye en el dramaturgo comunista alemán Bertolt Brecht, que perfecciona la forma de hacer política desde los escenarios con su teatro dialéctico.
Bajo la premisa leninista de que el cine es la más importante de las artes, Rusia cambia los filmes de entretenimiento y los convierte en medios para modificar el pensamiento y la concepción de la realidad por parte de las masas. En la Escuela de Cine Ruso (la más antigua del mundo) se sintetizan teoría y práctica cinematográfica. Kuleshov crea un laboratorio experimental de donde salen las más grandes figuras del cine soviético. Vertov irrumpe con el cine documental, llevando su teoría del Cine-Ojo a la categoría de actitud filosófica. Así busca la objetividad total en la captación de imágenes sin preparación previa. Rechaza el guion, la puesta en escena, el decorado y los actores profesionales.
Einsestein convierte a la masa en personajes colectivos en películas como La Huelga, que abre con las frases de Lenin: La fuerza de la clase trabajadora es la organización. Sin organización de masas, el proletariado no es nada. La organización lo es todo. En la película se expresan demandas laborales como ocho horas de trabajo diario, trato justo e incrementos salariales en una fábrica, lo cual termina en masacre de trabajadores. En el cine constructivista ruso predomina el colectivismo frente al individualismo del cine occidental.