Hugo Gordillo
Escritor

 La guerra enferma golpea, hiere… mata física y moralmente. En Suiza, país neutral, se refugian evasores del reclutamiento, desertores, objetores de conciencia y pacifistas, incluido el revolucionario Lenin, opositor a que obreros y campesinos rusos maten o mueran donde los imperios defienden sus intereses jugando con la vida de la gente. En Zúrich, artistas y escritores bohemios se reúnen en el Cabaret Voltaire, un salón alquilado a un restaurantero por Hugo Ball en 1916. El pequeño espacio lo rellena con tertulia política, pintura, música y poesía, para rechazar los nacionalismos y la filosofía idealista (humanismo sobre el que se desarrolla la guerra).

Declarado traidor en Alemania por decir que la guerra está basada en un error, Ball funda el Dadaísmo, el movimiento de los siete manifiestos. Lee su poema fonético Caravana a tres voces, aunque inentendible; mientras otros cantan canciones de sus países al mismo tiempo. Es el rechazo de la palabra como rebelión contra un mundo alienado con la violencia, donde la destrucción del lenguaje es la tabla de salvación. Su esposa Emmy Hennings canta, baila y habla de amor libre, anarquía y revolución. Dadá no significa nada, es y no es arte. Si es arte se niega o se cuestiona a sí mismo en un marco de libertad creativa absoluta, donde lo inmediato, lo contradictorio y lo espontáneo es importante con sus dosis de burla humorística.

El rumano Tristán Tzará se convierte en la gran figura del movimiento por su alta capacidad para organizar espectáculos callejeros absurdos, paródicos y bufonescos que escandalizan a los burgueses. Ve la necesidad de encararlos con un arte que entorpezca sus negocios. De esos espectáculos provocadores e indecorosos para destruir la belleza burguesa nace el performance. El Dadaísmo rompe la frontera entre arte y vida; ambos deben ser llevados sin reglas ni convencionalismos porque la belleza no es eterna, sino fugaz como la vida.

Al señalar que todo es arte abre un debate inconcluso hasta nuestros días, extensivo a los conceptos de eternidad de principios, leyes de la lógica, inmovilidad del pensamiento, pureza de los conceptos abstractos y universalidad. Alejados de la tradición, los artistas plásticos crean con técnicas mixtas, usando materiales de desecho para desafiar al coleccionista burgués de arte. En una pintura se puede encontrar desechos de papel, plástico, hilo, metal… Así nace la Instalación de arte, otro producto dadaísta.

La profesora de arte aplicado, Sophie Taeuber, cobra fama por sus pinturas de Cabezas Dadá. Su esposo Jean Arp realiza dibujos, grabados, collages, relieves y bordados al azar o con la incipiente técnica del automatismo donde la irracionalidad toma el control de la obra por medio de la intuición y las sensaciones. Todo con carácter lúdico y experimental. El Cabaret Voltaire es cerrado a pocos meses de su apertura cuando va a ser incendiado en una manifestación o porque tres poetas se orinan sobre el público después de leer poemas.

Finalizada la guerra, los artistas vuelven a sus países e internacionalizan el Dadaísmo o son los manifiestos los que hacen surgir movimientos más allá de Suiza. En Alemania, los dadaístas elaboran grandes fotomontajes con mensajes políticos, poéticos o morales. Usan materiales sacados de la prensa y los combinan con fotografías y dibujos, como Raoul Hausmann que, ejemplo de buen dadá, emprende una cruzada anti dadaista.

Los artistas organizan una Feria Internacional Dadá y se politizan más. Algunos se integran a la Liga Espartaquista de Rosa Luxemburgo en medio de la Revolución y son asesinados por paramilitares freikorps de extrema derecha. Francis Picabia alucina con las máquinas y amparado en sus imágenes de mecanoformosis inventa, en Francia, máquinas inservibles con formas de retrato pues cree que el ser humano es una máquina gobernada por la mente racional y el hambre compulsiva. Incluye textos en cuadros escandalosos que atacan la moralidad, la religión y la ley.

Uno de los representantes más extremistas e insolentes es Marcel Duchamp, quien saca de contexto objetos de uso común y los lleva a la galería de arte, donde toman significados diferentes. Ready-made que le llaman. De sus obras provocadoras están un mingitorio viejo que presenta en un concurso con el nombre de Fuente, una Mona Lisa con bigotes y una puerta con dos agujeros detrás de la cual hay una mujer desnuda. La acción de mirar convierte al espectador en un voyeur.

El estadounidense Man Ray funda con Picabia y Duchamp el Movimiento Dadá en Nueva York. Ray, que considera su arte como búsqueda del placer, escandaliza por el lado del erotismo, como muchos artistas. En fotografía crea los rayogramas, una especie de fotografías abstractas obtenidas sin cámara fotográfica, consistente en asolear papel sensible a la luz y revelarlo. A pesar de sus escándalos y provocaciones, el dadaísmo como movimiento artístico no tiene crítica, ni mercado. Más bien es ninguneado, pero obtiene reconocimiento al final del Siglo XX. Tanto que el Cabaret Voltaire es recuperado por nuevos dadaístas y convertido en museo en Suiza, el país considerado por Arp como una jaula de pájaros rodeada de leones durante la Primera Guerra Mundial.

INGRESE PARA DESCARGAR EL SUPLEMENTO CULTURAL

Artículo anteriorPueblos indígenas lideraron sentir ciudadano; ven cambios pero también pendientes
Artículo siguienteMarian Godínez