Juan José Narciso Chúa
Escritor y columnista

 

La figura de la rockola constituyó un enorme cambio, no por el aparato en sí, sino por la cantidad de canciones que la misma contenía y que fuimos poniendo y escuchando en función de los pocos centavos que íbamos juntando.

Pero antes de comentarles más sobre la N3, quisiera decirles que para nosotros el Servipollo 2 se volvió un espacio de encuentro con estos amigos quienes además tenían una cultura musical amplia y que me sirvió mucho para incrementar mi repertorio, pero también para compartir todo aquel bagaje musical que vine atesorando como resultado del famoso Hitachi de cuero café, que prácticamente le secuestré a mi papá.

El Servipollo 2, se encontraba ubicado en la 8ª. Calle entre 10ª y 9ª avenidas, pero más cercano a la décima, antes que dicho sector se llenara de ventas callejeras.  Más allá de la música que constituía nuestro telón de fondo en esta historia, recuerdo que servían unos hot dogs deliciosos, los cuales podíamos comprar únicamente cuando los papás nos hubieran dado unos centavos extraordinarios, pues la cuenta corriente eran 10 centavos para el bus de ida y vuelta y la diferencia, 5 len, servían para comprarse algo en la tienda de Doña Vicky, allá en el glorioso Instituto Nacional Central para Varones.

O bien, podíamos comprar uno o dos hot dogs, con unas cuantas aguas como les decíamos en aquellos tiempos y los compartíamos entre todos. La solidaridad era enorme y sin ambages, simplemente éramos amigos y con el gusto común por la música.

Platicaba, después de la publicación del primer artículo de la N3, con Sergio Mejía, uno de los actores de esta pequeña historia, sobre algún dato o anécdota adicional que hubiese olvidado, para lo cual Sergio me comentaba que en alguna oportunidad llegaron las patojas o novias de antaño a acompañarnos al Servipollo 2, un suceso que francamente lo había perdido en la profundidad de la memoria.

Además, hicimos un recuento rápido de otras canciones de la famosa rockola y coincidíamos con varias más en inglés que resultan imperdibles como To give peace a chance de John Lennon, Silver Moon de Michael Nesmith, Here comes that rainy day feelling again de The Fortunes.  Yo tengo casi la certeza que ahí estaba también The park, the rain and other things de Cowsills y me atrevo a creer que también estaba Which way are you going Billy de la Poppy family.

Pero más allá de la música en inglés también había música en español que nos gustaba.  Entre esas se encontraban Carmen del Grupo Trébol, una canción que me lleva a otros recuerdos, también habían de los Iracundos, si mal no recuerdo, estaba Las lágrimas del alma y el Triunfador.

Tampoco podían faltar las cumbias y entre éstas se encontraba aquella que se llama Juan el Pescador (el viejo cayuco/ya se hace a la mar/Juan el Pescador/no regresará/ Las noches de estrellas/no verán ya mas/recortar su sombra con marco de plata/nació en tibia noche/su cuna la palma, su arrullo de olas y mar)

Pero tampoco podían faltar las piezas de marimba, pero siempre en ritmo de cumbia como Violencia (violencia/maldita violencia/ Violencia, maldita violencia/porque te empeñas en teñir de sangre la tierra de Dios/porque no dejas que en el campo nazca nueva floración/porque no permites que reine la paz/que reine el amor/), una canción tan vieja pero tan vigente en su contenido.  Sergio me indica que esta la grabaron los internacionales Conejos, la famosa familia Orozco y sus distintas generaciones.

Los recuerdos son un bálsamo para el alma sin duda, su recreación genera melancolía pero también son una muestra de una existencia vivida plena y alegremente.  La vieja rockola y el Servipollo 2 ya no existen, desafortunadamente, pero para los que vivimos este pasaje que ahora narro, se quedaron para siempre.  Un homenaje merecido a esta tropa de viejos y queridos amigos.  Hoy resentimos la ausencia de dos de ellos (Tito y el Ganso).

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