Cráneos humanos decorados y etiquetados con nombres se exhiben para ser bendecidos por un sacerdote durante la fiesta anual de las ñatitas, una tradición que marca el final de la festividad católica de Todos los Santos, en el Cementerio General de La Paz, Bolivia. Foto La Hora: Juan Karita/Ap.

Los cráneos humanos con coronas de flores llegaron en urnas adornadas al principal cementerio de La Paz, donde el martes tuvo lugar una celebración relacionada con la festividad de difuntos en la que se veneran las calaveras como si fueran santos católicos. Un cura bendijo un centenar de cráneos a cuyos creyentes les rezaron, prendieron velas, repartieron golosinas y coca e incluso les dieron de fumar cigarrillos. Todos los cráneos llevaban nombre y sus dueños contrataron mariachis para agasajarlos. Algunas ancianas rezaban a cambio de monedas.

Según los antropólogos, la festividad de las ñatitas se originó en los antiguos pueblos andinos que veneraban a los difuntos y una vez en al año los sacaban en andas para invocar protección para la familia y pedir lluvias y buenas cosechas. A pesar de que los colonizadores intentaron desterrar la idolatría, el rito ha sobrevivido en grupos reducidos y se ha mezclado con las creencias católicas.

Los cráneos lucen gafas, gorros de colores y llevan su nombre grabado. «Yo no le he conocido, me lo encontré en un cementerio, pero me ha hecho sueño y dice que se llamaba Beatriz. Es como mi familia, me protege y por eso le festejamos y cuidamos», dijo Paulina Guarachi, una creyente que guarda a Beatriz en la sala de su casa junto a la foto de sus familiares y a la que nunca le faltan flores y velas.

Una persona lleva una caja de calaveras humanas decoradas para ser bendecidas por un sacerdote durante la fiesta anual de las ñatitas, una tradición que marca el final de la festividad católica de Todos los Santos, en el Cementerio General de La Paz, Bolivia. Foto La Hora: Juan Karita/Ap.

Lo común es que sean huesos de muertos abandonados, pero algunos como Tomás Carvajal han llevado la creencia más allá. «Es de mi esposa Juana Carvajal», dijo el anciano que llevaba su urna con respeto y cariño. Después de 10 años el cementerio desecha los restos humanos abandonados.

Otro creyente se ufanó de que su ñatita tiene ahora la «dentadura completa» porque pudo reemplazarle un diente faltante. «Hemos venido a rezarles con respeto. Son almas que no hemos conocido, pero cuidan de la familia», dijo el cura mientras rociaba agua bendita a los creyentes. Los obispos se han negado a reconocer este culto, pero lo toleran porque funde antiguas creencias andinas con ritos católicos. Esas cosmovisiones son reconocidas por la constitución boliviana.

Las personas se sientan con sus cráneos humanos decorados para ser bendecidos por un sacerdote durante la fiesta anual de las ñatitas, una tradición que marca el final de la festividad católica de Todos los Santos, en el Cementerio General de La Paz, Bolivia. Foto La Hora: Juan Karita/Ap.

La festividad de las ñatitas cierra las celebraciones en honor de los difuntos, que es una de las fechas más seguidas y respetadas por los pueblos andinos, sobre todo en zonas rurales y barrios populares de las ciudades. Aunque Halloween ha ganado terreno, no ha desplazado a la Fiesta de Todos Santos que en el mundo andino está muy relacionada con el calendario agrícola.

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