Las deportaciones han disminuido, aunque la migración no se detiene. Foto la hora. AP.

Alfonso Mata

No sabemos por cuanto tiempo el prolongado proceso de paro de la migración después del colapso del COVID-19 se detendrá; pero es más que evidente que no hay una sola nueva política a la vista, que se diga pueda afectar positivamente el desarrollo económico del estrato de pobres y extremadamente pobres. Así que apenas de espacio el COVID-19, la migración laboral temporal fuera del país, se producirá.

La migración de personas, da lugar a una serie de problemas complejos, uno de los cuales es la situación psicobiosocial de las familias, que quedan afectados por el proceso de migración, tanto directamente (viajes temporales de padres en el extranjero), como aquellos que se quedaron en casa (residentes a cargo de hijos) pero cuyos padres o ambos fueron al extranjero a trabajar.

La falta de encuestas y estadísticas en el país, no permiten rastrear elementos sociales ni económicos precisos de la dinámica de la migración laboral temporal, legal o ilegal, mediante una serie de indicadores sociodemográficos, como género, edad, estado familiar, el nivel de educación de los migrantes, salud etc. y aunque los datos pueden estar faltantes, todo hace presumir que la migración se lleva mucho material humano mejor preparado en cada estrato de población en que esta se: gente más sana, más capacitada técnica y científicamente, con mayores ambiciones y deseos de triunfar es la que parte en busca de mejores oportunidades.

Si bien la pandemia disminuyó probablemente la intensidad de los procesos de migración e igualmente lo ha hecho el endurecimiento del régimen de visas y el control más estricto de las fronteras mexicanas y norteamericana, así como crisis financiera mundial afectada, el nivel de vida y el estilo de vida del migrante en su nueva condición probablemente al cabo de cierto tiempo es mejor que el que tenía, no pudiéndose decir lo mismo de su salud mental y emocional en muchos casos. Sin embargo, en general, esto no va afectar la dinámica y la dirección de los flujos migratorios, pero si la cantidad de remesas que se recibirán y probablemente el uso que se les dará a las menor cantidad que se reciba.

Es igualmente probable, que al final de la crisis, la razón de la migración seguirá siendo la falta de empleos y los bajos salarios y que 2/3 de los migrantes sean personas de las áreas rurales y urbanas marginales; pero una buena proporción son personal profesional y técnico que fue preparado en el país. De particular preocupación es el aumento constante de la participación de las mujeres como una unidad activa independiente en el proceso de migración y el consiguiente abandono muchas veces de hijos pequeños en manos de familiares con todos los problemas que ello acarrea de estabilidad emocional y en su crecimiento físico y mental. De tal forma que si sumamos en la proporción de migrantes casados o unidos que ya eran padres de familia y madres, el aumento de hogares desintegrados con todas sus consecuencias en la salud de los migrantes y los que quedan, es un fenómeno que también va en aumento a la par de la migración.

La migración, especialmente a largo plazo, es un factor que afecta fuertemente la estabilidad del matrimonio, sin embargo, la relación causal de varios aspectos de la migración y su impacto en esa pérdida de estabilidad del matrimonio y la consecuencia en la estabilidad de salud, física, mental y emocional de sus miembros, en las relaciones interfamiliares e intergeneracionales, requiere una investigación que no se ha realizado. También se necesitan estudios sobre cuestiones tan importantes como el comportamiento reproductivo de las mujeres migrantes y no migrantes y todas las consecuencias que de ello se deriva como la violencia doméstica y sexual y sus consecuencias y todo lo que representan los problemas de reinserción del migrante y su adaptación luego de su ausencia. Todo ello resulta de gran interés para la planificación del sistema de salud a la luz de que la mayor parte de los migrantes son grupos de jóvenes en edad fértil, que ya tenían hijos y convivían con su pareja y eso representa pérdidas económicas, sociales y demográficas para los que quedan.

Por otro lado, la salud mental del migrante es un factor que a pesar de su falta de estudio, no cabe duda alguna que se ve muy afectada. Por ejemplo, la disponibilidad de educación no significa una garantía de empleo para su perfil en los países de acogida para el migrante y muchos de estos con educación media o secundaria, profesional superior, están empleados en el país de acogida en ámbitos económicos y sociales que no corresponden a su educación, con un consecuente choque emocional y mental. Y en el caso para el país, la migración de una parte altamente educada técnica y científicamente no es una » fuga de cerebros «, sino una » pérdida de cerebros».

Aunque la migración, contribuye en buena parte a un aumento en el nivel económico de las familias migrantes al recibir remesas, su intensidad y duración tiene una serie de consecuencias sociales y económicas negativas a nivel macro y micro que han sido poco estudiadas. El uso de tales remesas en atención a la salud de los miembros de la familia del migrante, no sabemos si compensa el deterioro de esta como consecuencia del abandono y la larga ausencia de uno de los cónyuges. A su vez y a menudo, aunque carecemos de datos, una de las principales razones para el divorcio en los casados y la separación definitiva en los unidos es la vuelta a unirse del migrante en las lejanas tierras, quedando de pronto la situación de los niños y la mujer en el hogar en malas perspectivas económicas y sociales.

El aumento en el número de niños que quedan sin la supervisión de los padres migrantes que se han ido a trabajar al extranjero, es una de las graves consecuencias negativas de la migración y una de las probables raíces de la violencia aunque ignoramos la proporción en que contribuye a ello. Es necesario montar investigaciones al respecto que aclararen el alcance del problema, su impacto en las relaciones sociales y familiares con la salud y el bienestar de la familia, en la situación del crecimiento y desarrollo de los niños y las características de su integración social, cultural, educativa, etc. Hay que recordar que uno de los principales factores de «empuje» en las zonas rurales y urbano marginales de la migración son las oportunidades limitadas de empleo, la infraestructura subdesarrollada, las malas condiciones de vida y la pobreza pero ignoramos si al final el aporte de la remesa, lograr sacar a las familias de ese estado y si superan en todos sus aspectos la pobreza.

Los datos examinados nos permiten concluir que la intensidad y la duración de los procesos de migración afectan con mucha probabilidad a la pareja y los hijos de migrantes en lo social, económico y por consiguiente en la salud y potencia atrasos en el desarrollo y crecimiento de los pequeños, afectándolos tanto en lo físico, como en lo mental y emocional. Es necesario realizar estudios nacionales al respecto, con el fin de poder orientar mejor servicios y prestaciones públicas de atención a la salud de los hijos y familias de los migrantes.

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