Médicos del Hospital de Villa Nueva caminan hacia las instalaciones del lugar. Foto La Hora/Moises Castillo/AP

Alfonso Mata

Una sociedad que no sabe usar sus recursos humanos, sus capacidades y potencialidades merece ser castigada por tal negligencia y de hecho lo es y lo será.

La batalla COVID-19 es en muchos frentes y un gobierno que ha sido puesto para administrar soportar esos embates tiene en cuarenta a la gente y desperdicia el recurso de miles, pero hablo de miles de estudiantes universitarios y catedráticos que podrían estar siendo útiles en la atención a dichos frentes y por supuesto que la culpa la tienen también los centros educativos carentes de imaginación para poder apoyar con modalidades prácticas su incorporación a dicha batalla dejando el recurso engavetado en sus casas. Eso es tirar a la basura la solución del futuro cuando esos jóvenes podrían estar encabezando campañas en salud pública, en la economía macro y micro, la producción nacional a todas las escalas y con ello además promover el año académico.

Para los funcionarios públicos, las empresas, la seguridad, la comunicación y la información, en realidad para todos los aspectos de la vida nacional, la pandemia ha modificado sus formas de actuar y dirigir sus actividades cotidianas, ha significado una nueva realidad en que están quedando siempre atrasados en lo que deben hacer y se encuentran en un brete para la toma de decisiones difíciles. Días de trabajo interminables y agotadores que resultan en carencias y deficiencias llevan a la mediocridad, y es ahí donde las fuerzas juveniles podría resultar de gran utilidad en lugar de tenerlas holgando y sin uso. Miles de jóvenes están viviendo atrapados dentro de redes de chismes y cosas fútiles cuando afuera se les necesita. Cuando ante cada problema que se presenta en su hogar, su vecindario, su barrio, su comunidad deberían estar colaborando en la elaboración de planes, intervenciones, monitoreos, prestación de servicio e identificando necesidades con sus vecinos, no encerrados en el mundo Neflix que ni les pertenece pero los embota y aliena.

Que lo admirable del personal de salud, de los servicios bomberiles, policiales, un director de una compañía lo dijo con claridad y orgullo: «se han esforzado al máximo y está trabajando muy duro, porque saben lo importante que es el trabajo que están haciendo» y mientras ellos luchan y viven con orgullo, miles de jóvenes tirados vegetan en las salas de sus casas, calentando nalgas y enfriando cerebros, comiendo chatarra y engordando, riéndose de estupideces que no dejan de ver en sus celulares y televisores que los embotan de irrealidades. Tenemos una juventud que bien admira el trabajo de otros pero no se admiran así mismos, pudiendo ser parte de esa legión de héroes, de equipos que integren laboratorios de solución a problemas que incluso su misma familia tiene.

Sólo como un ejemplo usando los miles de estudiantes del sector salud. La pandemia en el área de salud tiene al menos tres campos de batalla al cual incorporarse:

Primero, en la campaña de identificar los portadores asintomáticos del virus, de los cuales no se puede sospechar que estén infectados. Esto les permitirá trabajar con ellos para aislarlos a tiempo y minimizar el riesgo de propagación del virus y apoyarlos en la atención a lo que ello significara en varios aspectos de su vida. Técnicas para ello hay, faltan los equipos humanos.

En segundo lugar está el campo de trabajo con aquellos infectados con severidad leve a moderada de la enfermedad y quebranto; aquellos individuos que ya han pasado dos semanas desde la infección pero que su vida esta neutralizada por las secuelas y vigilarlos y establecer la mecánica adecuada según lugar y recursos se hace producente.

En tercer lugar está el campo de trabajo con los vulnerables. Aquellos como los ancianos, las embarazadas, desnutridos, enfermos con males crónicos, que debido a la calidad de vida corporal restringida que tienen son sujetos candidatos a complicaciones graves si los infecta el SARS-CoV-19

Solo con verdaderos laboratorios poblacionales de vigilancia-atención referencia-contrareferencia manejo oportuno, organizados alrededor de los servicios de salud se puede analizar-neutralizar COVID-19 en el sitio y apoyar la solución de la problemática que está creando, en lugar de tener que enviarlo a los hospitales y unidades para ello y esperar los resultados. Esos miles de entes pasivos que ahora vegetan dentro de cuatro paredes, tarde o temprano engrosan las filas de “problemáticos” dentro de la epidemia.

¿Qué es lo que ha hecho el virus sin proponérselo? tirar dentro de cuatro paredes a miles de personas que podrían ser útiles en el combate al COVID-19, afectando sus vidas de muchas maneras: aislamiento financiero o social, casi hasta el punto de la enfermedad mental y la depresión y la alienación y abotagamiento mental como consecuencia de tanta tele y chateadas y por supuesto todo ello se acompaña de toma de decisiones o imposibles o equivocadas convirtiéndose en casos indirectos del impacto de la epidemia y prolongando la limitación de medios de subsistencia a muchos.

La mitigación la hemos tomado mal, como sinónimo de holgura. Inaceptable tener paradas miles de manos y cerebros, cuando lo que pide la lucha es acción, compromiso, solución. Necesitamos ojos ciudadanos centrados en la atención y solución, asegurando que se aumente la infraestructura de combate, se apoye con recursos y tecnología necesarios para que nuestros ciudadanos más vulnerables no se trasformen en objetivos de morbilidad y mortalidad, disminuyendo las disparidades de la atención médica y salubrista.

A qué nivel de estupidez y alienación hemos llegado que cada tarde son miles de memes que se gastan y horas esperando y mirando los informes de la presidencia sobre muertos y contaminados de la pandemia de COVID-19, y sobre los riesgos que enfrentan poblaciones y no digamos publicidad gratis sobre las bondades del gobierno y ello además de un poco de morbo y miedo a no ser contagiado, lo que no despierta es ni mínima sensación de urgencia y responsabilidad de parte ciudadana, ni deseo de obtener información precisa y ubicarse en dónde ayudar y cómo ya que no media conciencia de lo que y en que unirme a otros y ser útil.

Es ya tradición en nuestro medio, que la solución de los problemas siempre la hemos dejado en manos extrañas, en nuestro caso en los funcionarios públicos, pero un problema de una magnitud social como la pandemia y eso la experiencia mundial nos lo ha mostrado NO ESTA EN MANOS DE LOS GOBIERNOS estos no solucionan y en casos como el nuestro peor, tienen otros intereses y nos harán salir de la pandemia con otras muchas pandemias más graves, pues estos gobiernos, no solucionan ni ganan en ningún campo de batalla. Solo la organización social puede permitir y permear soluciones ante tal magnitud de problemas y eso no vendrá de la iniciativa del Estado, debe surgir del pueblo mismo. El centro de la respuesta al problema sanitario del COVID-19 no está en el Estado ni en los informes presidenciales, está en la organización para la prevención y los procedimientos de control en manos de las comunidades y en la cooperación ciudadana. El desafío no solo es emplear la ciencia correcta, también los brazos necesarios.

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