ARCHIVO - En imagen de archivo de marzo de 2020 proporcionada por la compañía Gilead Sciences, tapones de goma son colocados en ampolletas del profármaco experimental remdesivir en la fábrica de Gilead en Estados Unidos. (Gilead Sciences vía AP)

Por Alfonso Mata
alfmata@hotmail.com

¿Las terapias antivirales actuales no funcionan?

Partamos de algo: La Organización Mundial de la Salud (OMS) y otros organismos internacionales que vigilan los tratamientos adecuados, el MSPAS, aún no han identificado un tratamiento específico claro ¡no hay cura para la nueva enfermedad para COVID-19 y añaden casi que como esperanza: se realizan pruebas para producir la vacuna y otros medicamentos que logren controlar el virus.

Lo más importante “el virus utiliza los mecanismos de nuestras células para reproducirse” nos dicen los infectólogos y añaden un dilema: “cómo bloquear el virus sin dañar el funcionamiento del organismo» es el secreto de un buen tratamiento.

Como se sabe, muchos países del mundo han prohibido la exportación de medicamentos que han demostrado su eficacia en la lucha contra la infección por coronavirus y, sobre todo, priorizan la demanda interna, entonces el problema comercial se añade al problema de crecimiento de casos de COVID-19.

Retrovirales, interferones. Inhibidores de la síntesis de RNAm: ribavirina. Inhibidores de la DNA polimerasa: aciclovir, ganciclovir. Inhibidores de la liberación del genoma viral: amantadina, rimantadina Flazidas, flaminas y otros. ¿Por qué no deberían usarse para tratar este nuevo coronavirus? La respuesta es: drogas antivirales eficaces y sencillas que tienen efectos sobre otros virus a su inicio, no lo tienen en este o quizá muy poco. Los virus son generalmente difíciles de tratar. No hay alternativa aun.

¿Y la medicina contra el VIH?

Lopinavir / ritonavir: La efectividad de los medicamentos contra el VIH en el tratamiento de COVID-19 aún está en duda. Esta combinación es un medicamento utilizado en personas con VIH. Según algunos internistas, ya hay estudios que muestran la ineficacia de la terapia antirretroviral en el tratamiento de la enfermedad por coronavirus. Además, la mayor demanda de estos medicamentos puede dejar a los pacientes con VIH sin el tratamiento necesario.

Tocilizumab: Medicina para la artritis reumatoide. Ya hay ensayos clínicos en el mundo para este medicamento. Se considera potencialmente eficaz contra COVID-19 después de un estudio chino, pero falta aun mas investigación al respecto.

Remdezir: Medicamento antiviral. Los estudios clínicos para tenerlo como una posible cura para COVID-19, aún están en curso. En ningún país del mundo se ha aprobado o autorizado como una cura efectiva y segura para el coronavirus. El fármaco se probó in vitro y en animales contra MERS y SARS. No se han realizado estudios cualitativos en humanos.

Favipiravir: La efectividad de este medicamento tampoco está probada.

Por lo tanto, los antivirales usados en VIH mencionados son exactamente el tipo de medicamentos que debe buscar y tomar por su cuenta usted. No se auto medique y deje que los médicos y científicos determinen cuánto tratamiento necesitará una persona en particular.

¿Y para fiebre y malestar?

En tiempos de ansiedad, uno quiere encontrar formas de controlar la situación. No desespere y si tiene fiebre y malestar general consulte con médico qué antipirético y antiinflamatorio tomar y sobre cualquier otro síntoma que presente. No se auto-recete, eso es lo más seguro.

Los portavoces de la OMS y otros organismos internacionales afirman que como no hay estudios que vinculen los medicamentos antiinflamatorios y antipireticos (bajar la fiebre) con una tasa de mortalidad o complicaciones más altas o bajas, por consiguiente, los médicos pueden recetar estos para alivio de los malestares en los infectados. Los expertos aún están aprendiendo al respecto y estudiando la mejor forma de usarlos.

Insistimos: tenga confianza en su médico. El estándar de tratamiento que usan los médicos, se basa en la experiencia de muchos países que » ya tienen experiencia efectiva en la lucha contra la enfermedad».

¿Qué pasa con los antimaláricos?

El 30 de marzo de este año, la FDA aprobó el uso de medicamentos contra la malaria (hidroxicloroquina y cloroquina) para algunos pacientes con COVID-19. NO PARA LA CURA, este producto NO CURA.
Este es un medicamento del grupo de medicamentos antipalúdicos por excelencia pero que también se usa en otros padecimientos como la artritis reumatoide y el lupus eritematoso sistémico.

Primera pregunta ¿Cómo funciona? Se cree que los medicamentos profilácticos antipalúdicos, actúan en las etapas de entrada y post entrada del SARS-CoV y SARS-CoV-2 (agudo severo infección respiratoria por el síndrome del coronavirus 2).

Segunda pregunta ¿hay suficiente stock nacional? La probable respuesta es NO ¡está agotado!.

Entonces surge otra pregunta SE PUEDE PRODUCIR EN EL PAIS y más, se puede producir un producto de calidad para la exportación, para aumentar el PIB del país ¿hay esfuerzos realizándose en este sentido? Es una pregunta valedera pues es una droga con la que seremos tratados si la epidemia se expande y entonces… las productoras nacionales se podrían poner las pilas.

El Ministerio de Salud ya ha emitido una orden apropiada que especifica las dosis e indicaciones para el uso por los médicos de estos medicamentos contra la malaria, que podrían ayudar a los pacientes con COVID-19. Pero: es importante comprender que no existen ensayos clínicos cualitativos, aleatorizados y controlados con placebo para confirmar la eficacia de estos medicamentos y tampoco se conoce completamente si los beneficios superan los riesgos.

Insistimos y tómelo en cuenta: la hidroxicloroquina y la cloroquina para algunos pacientes con COVID-19 puede que funcione. Y eso lo decide el médico.

¿Contamos con medicamentos suficientes para hacer frente a la pandemia?

En otras palabras ¿Es la dependencia de productos de salud importados un problema si se viene la pandemia con fuerza?

¡SI!. No tenemos un sistema productivo de materiales y recursos para hacerle frente, dependemos de importaciones. La infraestructura del sistema de salud para atenderla es limitada, pero los recursos y material en eso somos aún menos suficientes. Equipos, productos farmacéuticos y otros servicios de salud no tenemos para afrontar lo peor. La pandemia ha terminado de reflejar los efectos prácticos de nuestras deficiencias. La crisis actual confirma de una manera aterradora, que no tenemos un sistema universal de salud. Pero también nos ha hecho ver esa deficiencia que tenemos desde siempre dentro del sistema y de lo cual deberíamos tomar conciencia: sin una base productiva y tecnológica que involucre a la industria farmacéutica, los equipos y la atención médica, el sistema es deficiente y deja a muchos fuera de la posibilidad de salud en tiempos de crisis como esta pandemia y en tiempos normales. Esto solo puede resolverse con una política de Estado de producción de materiales sanitarios.

El mayor impedimento a que surja esa política, es que no existe un análisis claro de expertos y científicos sobre el impacto que tiene una mala salud y un sistema de la misma parcial, sobre la economía y el desarrollo humano. Por otra parte, los políticos, tanto del ejecutivo como del legislativo y sus expertos, la salud generalmente la ven como un gasto, una carga y actualmente como un negocio que reditúa política y económicamente. Visión pobre y desviada, para poder echar andar un sistema de salud nacional adecuado.

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