Los riesgos biológicos al borde del precipicio. Foto La Hora: Cortesía.

Pareciera que existe un plan de desestabilización de la situación mundial, gobernado por pasiones y emociones de pocos, que pone cada vez más cerca la existencia humana, al borde del precipicio.

El hombre y la mujer moderna, pareciera que para moverse y vivir, necesitan de emociones fuertes. Primero fue la pandemia, se perdió interés y vino la guerra Ucrania-Rusia y las consecuencias de estas dos catástrofes no pareciera preocupar ya, pero se les suma en forma sigilosa el cambio climático.

Hay un elemento que resulta clave también en esto y aunque es fantasmagórico es el mundo biológico. En estos momentos el panorama de amenazas biológicas existente no solo tiene como propiciador a un virus y una guerra, también a la forma en que se está tratando la tierra, la biosfera y atmósfera, que genera cambios en todos los seres vivos. Lo cierto es que esos cambios en la biosfera, dejan en claro que la comunidad internacional necesita mejorar su capacidad para prevenir brotes de enfermedades provocadas natural o humanamente y para detectarlas rápidamente cuando ocurren y responder de manera efectiva para limitar su alcance. Cosa que en estos momentos acapara muy poco la atención mundial política y social.

Resulta cada vez más apocalíptico, que eventos devastadores como la pandemia de COVID-19, ya no pueden considerarse sucesos raros de una vez por siglo, sino que serán más frecuentes. Es más que evidente, que el número total y la diversidad de brotes de enfermedades infecciosas ha aumentado significativamente desde 1980, con más de la mitad causados ​​por enfermedades zoonóticas (es decir, enfermedades que se originan en animales y se transmiten a humanos y mucho de esto tiene que ver con la producción animal para alimentación humana). Como tal, las zoonosis ponen a la población humana en riesgo significativo de pandemias.

Dentro del mundo microscópico, cada vez resulta más evidente el aparecimiento de una diversidad inmensa y no caracterizada dentro de las 26 familias de virus y los muchos filos de bacterias y otros microbios, que se sabe que infectan a los humanos y que responden cada vez con mayor dificultad a las terapias y encarecen enormemente su control y desequilibran las economías de gobiernos y sociedades. La capacidad del mundo para predecir cuál de estos virus y microbios es más probable que cause enfermedades humanas, es lamentablemente inadecuada, insuficiente y además las terapias para solucionar su impacto, también son insuficientes e inadecuadas.

Fuera de existir una etiología en estas enfermedades infecciosas, producto de desbalance ecológico, que muchas veces tiene como origen el trabajo humano descontrolado y ambiciones mezquinas, que desfavorecen el equilibrio ecológico, propiciando que se deteriore y favorezca un descontrol en la vida de los micoorganismos, tenemos que a ello se suman los accidentes de laboratorio, que continúan ocurriendo con frecuencia. Las oportunidades de error humano, la comprensión limitada de las características de nuevas enfermedades, la falta de conocimiento de los gobiernos sobre los tipos de investigación que se realizan en los laboratorios de sus jurisdicciones y la confusión acerca de los requisitos de seguridad de los laboratorios, desafían los programas actuales de bioseguridad y bioprotección nacionales y mundiales. Además, ahora es más fácil que nunca obtener y modificar patógenos, lo que aumenta las posibilidades de pandemias causadas por accidentes de laboratorio o por motivos criminales.

Es más que evidente, que vivimos en una época de avances revolucionarios en las ciencias de la vida y las tecnologías asociadas. Los investigadores pueden diseñar seres vivos para adquirir nuevos rasgos con mayor facilidad y confiabilidad, especialmente virus que se pueden sintetizar de novo en el laboratorio. Pero los regímenes de supervisión, las estrategias para la evaluación y mitigación de riesgos y el establecimiento de normas acordadas para la búsqueda científica, se quedan cada vez más atrás, a medida que la ciencia biológica y la tecnología avanzan cada vez más rápido. Y LO MÁS dramático y terrible: la información biológica es cada vez más un arma de doble filo: faculta a cualquier persona con las capacidades necesarias para trabajar con patógenos peligrosos y producirlos, incluso cuando permite avances notables para bien en las ciencias y la tecnología basadas en la biología.

 

Los líderes de todo el mundo deben enfrentar la posibilidad de riesgos biológicos catastróficos globales (eventos biológicos que podrían conducir a desastres repentinos, extraordinarios y generalizados, como fue el caso del SARS-COV-2) que ponen a prueba o superan la capacidad colectiva de control de los gobiernos nacionales e internacionales y del sector privado. Pero a su vez, es cada vez más evidente que muchos países (se ignora quiénes y cuántos y dónde están) mantienen un programa ofensivo de biológico, para convertirlo en armas para su uso en la guerra, pasando por alto adhesiones y cumplimientos de los acuerdos y compromisos de control de armas, no proliferación y desarme. La continua desinformación entre los países respecto a este tema y a culpabilidades con respecto a las armas biológicas, han cambiado el panorama de las amenazas biológicas poniendo la conducta humana en primer plano.

En todo esto hay algo de cierto: Los patógenos infecciosos no se detienen por las fronteras nacionales. Sus consecuencias debilitantes y efectos secundarios, las muertes generalizadas y los desastres inducidos por enfermedades infecciosas, pueden evitarse, si los países de todo el mundo cooperan en las estrategias mundiales de salud y realizan inversiones en ciencia, tecnología, investigación y desarrollo en el sector de la bioseguridad. Pero a su vez es necesario, independientemente de la fuente potencial de brotes infecciosos (natural, accidental o intencional), que se definan con claridad los pasos que los líderes nacionales deben tomar, para reducir los riesgos biológicos catastróficos: antes-durante-después. Cada país debe hacer mayores inversiones en salud pública y en el cumplimiento de reglamentos de protección ecológica. Cada país debe eliminar las armas biológicas y desmantelar los programas que las producen. Y todos los países pueden mejorar enormemente la capacidad del mundo, para identificar brotes antes de que se conviertan en epidemias y pandemias; eso demanda de además de invertir en la industria farmacéutica y a la vez de que se invierta en sistemas de vigilancia de enfermedades; compartir datos, análisis e inteligencia sobre eventos biológicos; y desarrollar la capacidad de identificar y atribuir eventos biológicos rápidamente. El enfoque debe ser multicausal y multiinstitucional: tiene que ver también con calentamiento global, uso de la tierra, los combustibles y energía renovable, los desechos industriales y de otro tipo, producción y consumo de medicamentos y drogas, entre otros.

Todo el objetivo de presentar lo que está sucediendo, es ayudar a las personas a reconocer que debemos aceptar el fracaso político y social en que nos hemos sumergido como naciones y como humanidad, si queremos progresar. Como bien dicen ya no se trata de “Adelante, y si la cagas, está bien, arreglaremos el desastre” Ya no es eso válido eso, pues todo error y mal entendido, tiene consecuencias graves en la salud de todos. Seguramente surgirán muchas ideas, lo cual es genial, porque no es probable que haya una única solución dorada; necesitamos miles de soluciones diferentes. Hemos sobrepasado los límites, el riesgo del fracaso es extremadamente alto. Así que no hay mucho que discutir, hay que actuar.

Alfonso Mata
Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.
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