Dos autores Brynne C. DiMenichi and Elizabeth Tricomi, en el 2015 publicaron en un artículo que titularon “The power of competition: Effects of social motivation on attention, sustained physical effort, and learning” un estudio en que trata de aclarar el papel del cerebro en la competitividad en dos aspectos: el físico y el mental. He acá el resumen de su trabajo.
Dos experimentos examinaron los efectos de la competición sobre el esfuerzo y la memoria. En el Experimento 1, los participantes completaron una tarea de esfuerzo físico, en la que fueron recompensados por ganar un porcentaje general o por ganar una competencia, que creían que era contra otro jugador. En el Experimento 2, los participantes completaron una tarea de memoria, en la que fueron recompensados por recordar un porcentaje general de formas, o más formas que un «competidor». Descubrieron que, en la tarea de esfuerzo físico, los participantes demostraron tiempos de reacción (RT) más rápidos, un indicador previo de mayor atención, en el entorno competitivo. Además, las diferencias individuales predijeron la prominencia del efecto de la competencia. Es más, los participantes masculinos mostraron RT más rápidos y un mayor esfuerzo sostenido como resultado de un entorno competitivo, lo que sugiere que los hombres pueden verse más afectados por la competencia en tareas de esfuerzo físico. Sin embargo, en el Experimento 2, los participantes recordaron menos formas cuando competían y luego recordaron menos de estas formas durante una prueba posterior, lo que sugiere que la competencia fue dañina en tarea de memoria.
Según los autores “Los diferentes resultados de estos dos experimentos, sugieren que la competencia puede mejorar la atención en una tarea de esfuerzo físico, pero advierten el uso de la competencia en tareas de memoria, sugiriendo que la competencia era dañina en esta tarea.
Otras investigaciones han demostrado que la presencia de un competidor, puede aumentar el esfuerzo físico tanto en duraciones cortas como largas. También se ha demostrado que la competitividad aumenta la motivación física, como la motivación para practicar un deporte.
Es un rasgo común, creerse mejor que los demás. Se habla de que la superioridad ilusoria es un hecho, se ha encontrado que los individuos tienden a calificarse a sí mismos como poseedores de rasgos de personalidad significativamente más positivos que el resto de la población, incluidos rasgos como la confiabilidad, la honestidad, el buen humor y la paciencia. Además, se ha encontrado que la mayoría de las personas se califican a sí mismas como significativamente menos propensas a actuar de manera egoísta que el resto de la población general y de conducirse mejor en muchos aspectos de la vida, que el resto de la población general.
Pero hay algo más e interesante en esto de competitividad y salud. La mayoría de las especies animales sociales, incluidos los humanos, naturalmente se clasifican en jerarquías cuando están en un grupo. La clasificación de un individuo en estas jerarquías puede afectar su comportamiento. Los investigadores apenas comienzan a comprender cómo responde el cerebro y ayuda a impulsar dinámicas de grupo complejas, incluida la competencia, el dominio y las normas sociales.
Entonces la investigación se ha orientado a entender qué sucede en el cerebro y he acá dos estudios que nos muestran cosas interesantes:
En un estudio, el equipo dirigido por la doctora Kay Tye, investigadora del Instituto Salk, observó la actividad cerebral de los ratones mientras competían por beber un líquido dulce. El equipo alojó a los ratones juntos hasta que surgió un orden social. Luego, los investigadores entrenaron a cada ratón, para que bebiera el líquido en la jaula después de reproducir un sonido. Entonces los investigadores rastrearon la actividad cerebral de los ratones, mientras competían de dos en dos, para beber el líquido después de que apareciera. Los ratones dominantes generalmente bebían más líquido que los ratones subordinados. Los investigadores encontraron que la actividad de las neuronas en una parte del cerebro llamada corteza prefrontal medial (mPFC) difería durante la competencia según el rango social del ratón oponente. La actividad cerebral en el mPFC podría predecir la clasificación social de un ratón con un 90% de certeza. Estos patrones cerebrales también podrían predecir qué ratón ganaría antes de que comenzara la competencia. Aunque los ratones dominantes solían ser los ganadores previstos, no siempre lo eran. Esto indica que otros factores, como la motivación y la confianza, también juegan un papel. En este estudio, también se encontró que la información sobre la competencia social se enrutaba desde el mPFC a otra área del cerebro llamada hipotálamo lateral. Esta región juega un papel en muchos comportamientos sociales. Un grupo de células que conectan las dos regiones del cerebro, mostró más actividad cuando los ratones bebían el líquido durante una competencia que cuando estaban solos.
En el otro estudio, un equipo dirigido por el doctor Ziv Williams del Hospital General de Massachusetts, rastreó ratones que buscaban alimento de manera competitiva. El equipo usó dispositivos de grabación inalámbricos que podían captar señales de neuronas individuales en el cerebro. Descubrieron que la actividad de las neuronas individuales en una región del cerebro conectada a la mPFC, llamada corteza cingulada anterior (ACC), cambiaba en relación con el rango social de los ratones competidores. La actividad de ACC aumentaba cuando un animal era socialmente más dominante en la competencia y disminuía cuando no lo era. El éxito de los animales en la búsqueda de alimento, dependía de su rango en comparación con su competidor. Los más dominantes solían tener más éxito. La actividad de las neuronas ACC, también cambió dependiendo de si el ratón había competido con éxito en el pasado. Esto sugiere que la actividad neuronal de este tipo, desempeña un papel en la toma de decisiones cuando los ratones se encuentran en escenarios similares.
Cuando los investigadores usaron drogas para manipular la actividad de estas neuronas, pudieron influir en la fuerza con la que competirían los ratones. Pero este impulso competitivo todavía estaba influenciado por el rango social de los otros ratones que buscaban comida.
“La mayoría de las especies sociales se organizan en jerarquías que guían el comportamiento de cada individuo”, dice Tye. «Comprender como el cerebro arregla esto, puede ayudarnos a comprender la interacción entre el rango social, el aislamiento y las enfermedades psiquiátricas, como la depresión, la ansiedad o incluso el abuso de sustancias».
Una nueva investigación en ratones ha identificado neuronas en el cerebro que influyen en las interacciones competitivas entre individuos y que juegan un papel fundamental en la configuración del comportamiento social de los grupos. Publicado en Nature por un equipo dirigido por investigadores del Hospital General de Massachusetts (MGH). Li y sus colegas descubrieron que la clasificación social de los animales en el grupo estaba estrechamente relacionada con los resultados de la competencia, y al examinar grabaciones de neuronas en el cerebro de ratones en tiempo real, el equipo descubrió que las neuronas en la región cingulada anterior del cerebro, almacena esta información de clasificación social, para informar las próximas decisiones. los hallazgos serán útiles no solo para los científicos interesados en las interacciones humanas, sino también para aquellos que estudian condiciones neurocognitivas como el trastorno del espectro autista y la esquizofrenia que se caracterizan por alteraciones comportamiento social.
«En conjunto, estas neuronas tenían representaciones notablemente detalladas del comportamiento del grupo y su dinámica cuando los animales competían entre sí por la comida, además de información sobre los recursos disponibles y el resultado de sus interacciones pasadas», explica el autor principal, Ziv M. Williams. «Juntas, estas neuronas podrían incluso predecir el éxito futuro del propio animal mucho antes del inicio de la competencia, lo que significa que probablemente impulsaron el comportamiento competitivo de los animales en función de con quién interactuaban».
La manipulación de la actividad de estas neuronas, por otro lado, podría aumentar o disminuir artificialmente el esfuerzo competitivo de un animal y, por lo tanto, controlar su capacidad para competir con éxito contra otros. «En otras palabras, podríamos ajustar hacia arriba y hacia abajo el impulso competitivo del animal y hacerlo de forma selectiva sin afectar otros aspectos de su comportamiento, como la simple velocidad o la motivación», dice Williams.