PROBLEMA
Estas dos entidades parecen ser hermanas, tienen la característica de que en ambas el denominador común es la reducción en la densidad mineral ósea, en ambas ella se manifiesta de manera progresiva; una, la osteopenia puede dar origen a la otra. La osteopenia define una densidad ósea anormal pero no tan baja que se pueda definir como osteoporosis. De hecho, hay fuentes médicas que consideran el término en desuso. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se define la osteopenia por densitometría ósea con un puntaje T -1 a -2,5. Si no se trata la osteopenia siguiendo las recomendaciones médicas se puede llegar a desarrollar osteoporosis. Las mujeres tienen más posibilidades de presentar osteopenia a partir de los 30 años que los hombres. En el grado más avanzado, la osteoporosis, incrementa de forma significativa el riesgo de fracturas. El mecanismo de este problema es el siguiente: A partir de los 30 años, el cuerpo reabsorbe las células existentes de los huesos más rápido de lo que tarda en formarse el hueso nuevo, con lo que los huesos pierden minerales, masa y estructura. Cuánto más gruesos sean los huesos en torno a los 30 años de edad más tiempo pueden aparecer la osteopenia o la osteoporosis. Las causas de este problema son y pueden ser genéticas, metabólicas, hormonales y endocrinas y de hábitos como alcoholismo y tabaquismo y falta de ejercicio.
TRATAMIENTO
Queda claro que el tratamiento para la reducción del riesgo en pacientes con problema progresivo debe ser el manejo con suplementación de vitamina D y calcio, además del tratamiento farmacológico para la disminución del riesgo de fracturas en personas mayores. Parece que estos dos minerales solos o acompañados, tienen efectos diferentes. Por ejemplo, se ha encontrado que la vitamina D sola puede reducir el riesgo de fracturas no vertebrales, mientras que la combinación de vitamina D con calcio de manera inconsistente ha mostrado disminuir el riesgo en fracturas de cadera, en particular en personas de edad más avanzada y en quienes presentan niveles de vitamina D cercanos a la deficiencia. En la actualidad a pesar de que existe controversia en la eficacia de la suplementación, esta estrategia ha sido recomendada por múltiples asociaciones médicas por su potencial beneficio y bajo riesgo.
CALCIO
Hablando del calcio, se estima que para una mujer entre los 50 y 70 años de edad, el requerimiento total diario ronda entre 1,000 y 1,200 mg para lograr ese requerimiento se puede aumentar el consumo de calcio a través de la dieta, aumentando la ingesta de lácteos bajos en grasa o alimentos fortificados con calcio. Por lo usual, la dieta occidental consigue un consumo entre 600 y 800 mg de calcio al día. Si a ello le sumamos un suplemento de calcio elemental de 500 a 600 mg con eso podemos llegar a la meta de 1,000 a 1.200 mg al día. El uso de dosis más altas de suplementos de calcio debe ser evaluado cuidadosamente ya que puede favorecer la llamada hipercalciuria y con ello un mayor riesgo de litiasis renal y debe considerarse con cuidado en personas que hayan tenido antecedentes de litiasis.
La forma de la preparación que se ingiere debe también tomarse en cuenta. Si el suplemento de calcio es de carbonato, este debe tomarse con los alimentos, dado que el pH ácido de la secreción gastrointestinal, aumenta la biodisponibilidad de este preparado. En cambio, las preparaciones con citrato, pueden tomarse incluso en el ayuno o en personas con aclorhidria por uso crónico de inhibidores de bomba de protones. Algunas personas que toman suplementos de calcio, pueden quejarse de distensión abdominal o constipación, por lo se debe sugerir su toma con los alimentos, en especial en aquellos que toman carbonato de calcio, así como la ingesta de agua concomitante.
VITAMINA D
El objetivo (entre otros) de la vitamina D es favorecer la mineralización ósea a través de la absorción de calcio intestinal y lo hace en forma de hormona activa, la 1.25 dihidroxivitamina D, que se fabrica en el riñón a partir de la vitamina. El requerimiento diario ronda entre 600 y 1,000 UI/día, aunque en personas con franca deficiencia (niveles menores a 15 ng/ml) el requerimiento puede ser hasta de 2,000 UI/día. Si bien existe alguna controversia respecto al umbral de referencia del nivel de vitamina D para mejorar la salud ósea de las personas con osteoporosis, muchos recomiendan un nivel superior a 30 ng/ml para maximizar el posible beneficio de la intervención.
Las fuentes de vitamina D son variadas: la exposición solar, la alimentación y los suplementos. La exposición solar limitada y controlada, entre 10 y 20 minutos diarios en áreas expuestas sin bloqueador solar, puede ser una buena fuente de vitamina D, aunque ciertamente esto es muy variable, dependiendo de la pigmentación de la piel, época del año, sitio donde se vive o conveniencia de exposición frecuente por riesgo de neoplasia de piel. Las fuentes alimentarias, como leche o cereales fortificados, yema de huevo, atún o salmón, también pueden ser una opción de suplementación, pero por lo general el consumo no es suficiente para lograr el requerimiento diario.
Tomando en consideración lo anterior, la suplementación con vitamina D puede rondar entre 800 y 1,000 UI por día, con un límite máximo diario de 4,000 UI. Esto puede obtenerse con el uso de suplementos en monoterapia o en combinación con calcio. A diferencia del calcio, la biodisponibilidad de la vitamina D no se afecta con base a su uso durante los alimentos o en ayuno, por lo que puede ser tomado acorde a la preferencia del paciente.
Para los jóvenes una recomendación basada en que es mejor prevenir que lamentarse: ejercicio. En mayores de 50 años, además de la estrategia de suplementación debe hacerse actividad física constante, en especial, la que genera tonificación y fuerza muscular y se debe valorar la capacidad y posibilidad de actividad física de forma individual.
Recuerde entonces que, a toda edad, los hábitos de vida saludable que excluyan el tabaco y el alcohol e incluyan una dieta saludable rica en vitamina D y alimentos ricos en calcio además de ejercicio físico moderado y regular favorecen la salud ósea. Y que no hay diferencias en el manejo entre osteoporosis y osteopenia.