La enfermedad mental es hoy un grupo de enfermedades asociadas más con estigmatización y prejuicios. Bajo “salud mental” se coloca una gama de condiciones y problemas de conducta y comportamiento que tienen causas diferentes y que producen varias alteraciones y limitaciones y con pronósticos y evolución diferentes.

No cabe la menor duda que todo este grupo de enfermedades, que nacen y tienen distintas manifestaciones, de una forma u otra relacionan con el estilo de vida de un individuo, su percepción y la respuesta que da a los estímulos que le llegan del ambiente social en que vive y trabaja.

Pero en los últimos años, el tabú ha comenzado a disminuir, y cada vez más personas hablan abiertamente sobre sus enfermedades mentales, y el conocimiento aumenta. Muchos trabajadores en salud mental, creen que este es un gran paso que se está dando hacia la reducción de las enfermedades mentales en la sociedad.

 

Padecer una enfermedad mental en nuestro medio, no significa solo luchar contra la enfermedad en sí. La lucha contra los prejuicios y la ignorancia, es a menudo una parte igualmente importante de la carga de la enfermedad –afirman los profesionales de salud encargados de atender la salud mental y los maestros de escuelas y universidades.

Ha habido una clara mejora en las actitudes políticas y sociales hacia la enfermedad mental. A mediados de la década de 1990, era muy raro que las figuras públicas hablaran abiertamente sobre enfermedad mental y menos sobre algo que les sucediera a ellos. Ahora eso se ha tornado más frecuente. Pero esas actitudes no siempre son positivas en todos los ambientes. La escuela aún dista de tener una clara actitud a mejora de percepción y actitudes, tanto de parte de profesores como de alumnos. Los espacios labores aún son fuente de poco entendimiento y comprensión. De tal manera que se ha encontrado al realizarse encuestas sobre discriminación, que alrededor del 75% de los participantes con algún problema de este tipo, que afirman que mantienen su enfermedad mental en secreto para quienes los rodean. Los tabúes en torno a las enfermedades hacían que una gran proporción de los afectados se sintieran discriminados tanto en la vida laboral como en las relaciones con otras personas, aún persisten dentro de patrones culturales.

Otro elemento clave es el impacto en otros aspectos de la vida que tiene esta actitud social. Se ha estimado que alrededor del 50% que tienen algún padecimiento de salud mental, esta les impide buscar trabajo, tener buenas interacciones sociales. De igual forma, casi la misma proporción afirma que su condición, les impide comenzar una relación.

Que la enfermedad mental se asocia con prejuicios y el estigma, no es un fenómeno nuevo. Los tabúes en torno a las enfermedades mentales, probablemente tengan sus raíces históricas en las creencias de que las enfermedades mentales están asociadas con la obsesión y las fuerzas oscuras o con graves faltas contra lo divino.

 

Cómo hacer frente a los problemas de salud mental, también ha sido motivo de muchos tratamientos. En el antiguo Egipto, por ejemplo, las enfermedades mentales se trataban con trepanación: se perforaba un pequeño casquete en el cráneo del paciente y se levantaba el casquete para liberar a los malos espíritus. Durante la Edad Media, los cristianos veían la locura como una batalla entre Dios y Satanás, luchando por el alma humana, y se creía que los enfermos mentales estaban poseídos por demonios. Pero también hay explicaciones más modernas para el tabú, pues es evidente que existe tabú en lo que es y el tratamiento. De esa cuenta, vemos que aun en pleno siglo XX, algunos países muy desarrollados como Estados Unidos, Inglaterra, Alemania, encerraron a los enfermos mentales en grandes hospitales psiquiátricos hasta muy entrado el siglo XX. Según los estándares actuales, esos hospitales o unidades de reclusión, eran más como almacenes que centros de atención. La atención en los hospitales era muchas veces mínima, estar encerrados sin contacto con el resto de la sociedad creaba una alienación entre los enfermos.

La imagen mediática de la enfermedad mental también contribuye al prejuicio. Es frecuente sobre todo en culturas heterogéneas como la nuestra, que los principales medios dan una imagen engañosa de la enfermedad mental sin percatarse de los contextos en que esta se desenvuelve o el acto del enfermo se desenvuelve. De tal manera que al final, se da la impresión de que los enfermos mentales, son violentos y criminales; una imagen entusiasta que la investigación ha desmentido en la mayoría de las ocasiones en los últimos años, sobre todo a través de la investigación.

Pero el trabajo público y privado realizado en aras de terminar con tabús empieza a dar buenos resultados. Independientemente de dónde venga el tabú, parece que la tendencia va camino a romperse. El conocimiento es cada vez mayor y más personas se atreven a hablar de su enfermedad mental, incluso personajes públicos. Cada vez más personas que han tenido o padecen de alteraciones en su salud mental, escriben y difunden sobre su estado. Sería interesante, por ejemplo, juntar historias de ciudadanos famosos que han tenido problemas de este tipo y como la llevan, controlan o suprimen y qué esperan del público.

Han pasado muchas cosas en los últimos años, que han favorecido que cada vez más grupos de la sociedad salgan de las sombras y hablan de sus problemas. -Hoy hay una apertura completamente diferente sobre esto en los medios y otros espacios sociales. Los que llevan varias décadas trabajando en este negocio, investigando las enfermedades mentales, piensan que una mayor apertura es un desarrollo natural porque no hay nada de qué avergonzarse. -Estas son enfermedades como cualquier otra enfermedad, solo que afectan nuestra psique y afectan el funcionamiento de nuestro cerebro. No hay razón en el mundo para avergonzarse, es como si tener insuficiencia renal fuera vergonzoso.

Otro fenómeno que colabora a que mejore la comprensión sobre la enfermedad mental, es la apertura de las redes sociales al tema, donde además de famosos hablando de sus problemas se pueden compartir experiencias.

 

Otro fenómeno positivo que favorece la mejor compresión social de estas enfermedades es la Tolerancia, considerablemente es mayor ahora, que hace unas décadas atrás, la cantidad de personas que aceptan vivir al lado de alguien que ha tenido una enfermedad mental. El número de personas que piensan que la sociedad debe adoptar una actitud más tolerante hacia las personas con enfermedades mentales ha aumentado; pero este tema requiere de más trabajo duro, para que la tendencia continúe:

Para que disminuyan las actitudes negativas y la discriminación, se requiere un trabajo continuo. Desafortunadamente, las actitudes y los comportamientos no mejoran por sí solos, y eso además de más trabajo de opinión pública y esfuerzos educativos, pide que más categorías profesionales en posiciones de poder «salgan» a trabajar el tema lo que no debe excluir a líderes empresariales, deportivos, educativos, religiosos y políticos. Todos ellos tienen una función social en algún nivel que deben realizar en este tema y una de ellas consiste en enviar señales de que la vida no ha terminado solo porque sufres de una enfermedad mental.

Alfonso Mata
Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.
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