Algo de quien nadie escapa es que, con la edad, se alteran los mecanismos altamente coordinados que respaldan la salud a nivel molecular, celular y de órganos. Los efectos incluyen daño mitocondrial y del ADN; cambios en el metabolismo; funcionamiento de los sistemas endocrino, inmunológico, cardiovascular y osteomuscular; y fragilidad y mayor susceptibilidad a enfermedades crónicas.

Cómo los factores sociales y conductuales afectan la salud en la vejez:

La investigación ha identificado muchos factores conductuales, sociales y biológicos, que están asociados con un envejecimiento saludable. Menos conocidas son las posibles relaciones causales entre tales factores y los resultados de un envejecimiento saludable o los mecanismos a través de los cuales, estos factores pueden influir en el proceso de envejecimiento y sus enfermedades. Se necesita una mejor comprensión de estas relaciones, para apoyar el diseño de intervenciones para promover resultados saludables en la mediana edad y en la vejez.

Cada individuo al llegar a los sesenta años, debería tener la oportunidad de revisar aspectos sobre el envejecimiento saludable y formas de aprovechar lo que se sabe sobre las influencias sobre el envejecimiento saludable. Si usted es mayor de sesenta, le recomiendo revisar:

  • lo que se sabe sobre tres factores ejemplares que la investigación ha demostrado que están asociados con un envejecimiento saludable: optimismo, satisfacción marital y nivel educativo; además de los ya conocidos por usted: alimentación, ejercicio.
  • definir un conjunto de criterios objetivos, para delinear las vías causales y las relaciones causales que subyacen a las asociaciones; e
  • identificar los enfoques más fuertes, para investigar cómo estos antecedentes están vinculados a resultados favorables y los más objetivos prometedores para las intervenciones.

 

Una anciana montañesa cuando se le preguntó sobre su longevidad fue clara: “la vejez es un viaje a un país desconocido, que debe hacerse sonriente y dedicada a otros, sino se le llena de espinas” y añadió “¡El movimiento y la alegría es vida, y la comunicación es la vitamina de la vida!”.

Que dicen los expertos sobre cada uno de ellos:

Optimismo

No cabe duda que el comportamiento del envejecimiento, tiene que ver no solo con algunos déficits, sino también con la influencia de factores positivos. El funcionamiento psicológico positivo no es simplemente la ausencia de «malestar», ello incluye también construcciones nuevas como: un sentido de propósito en la vida que se tiene y futura; un sentido de autonomía y autoeficacia; crecimiento personal; autoaceptación, vitalidad y optimismo. Constantemente se señala que la evidencia de una relación entre el optimismo y la salud, es más sólida para las enfermedades cardíacas: la Figura muestra los mecanismos que pueden explicar la asociación.

Fuente: Modelo de relación entre funcionamiento psicológico positivo y enfermedad cardiovascular. Adaptado de Boehm, J.K. y Kubzansky, L.D. (2012).

El funcionamiento psicológico positivo, está involucrado en el desarrollo y la progresión de la enfermedad, así como en el mantenimiento de la salud. Una variedad de atributos psicológicos positivos con optimismo, pueden influir tanto en los comportamientos de salud como en los procesos biológicos, los cuales, a su vez, influyen en las enfermedades cardiovasculares y metabólicas y degenerativas que se presentan con la edad. El funcionamiento psicológico positivo puede reducir el estrés o mitigar sus efectos, y también puede promover procesos que son principalmente restaurativos y mitigar procesos que son principalmente deteriorantes, en relación con la salud.

Por ejemplo, en salud del corazón hay varios desafíos para establecer la causalidad de su deterioro y daño. Puede haber variables que afecten tanto al optimismo como a la salud cardíaca. La dirección de la causalidad también puede ser difícil de establecer porque muchos efectos son bidireccionales. Es decir, ser optimista no solo promueve la salud cardíaca, sino que la buena salud, probablemente hace que las personas se sientan más optimistas. El seguimiento de las personas por mucho tiempo, puede ayudar a establecer si el optimismo precede a los cambios en la salud o los comportamientos de salud. Por ejemplo, los estudios han demostrado que el optimismo, está asociado con un menor riesgo de desarrollar enfermedad coronaria y otros resultados adversos para la salud. También está asociado con la longevidad, la salud cardiovascular y pulmonar y algunos marcadores inmunológicos.

Se han estudiado varios mecanismos psicológicos, conductuales y biológicos que podrían explicar cómo el optimismo influye en la salud. Algunos se encuentran trabajando en prevención o restauración a deterioro (p. ej., una dieta saludable a una dieta no saludable, rango de niveles de colesterol HDL, mientras que otros son principalmente restauradores (p. ej., meditación) o principalmente deteriorantes (p. ej., fumar).

 

Con respecto a los mecanismos psicológicos, el optimismo promueve dos procesos psicológicos -la capacidad de autorregulación y las habilidades interpersonales efectivas- que pueden influir en la resolución de problemas y la capacidad para establecer objetivos y prioridades. Estos procesos pueden, a su vez, influir en la probabilidad de adoptar un comportamiento saludable, otra vía clave que vincula el optimismo con la salud.

Hay investigaciones que relacionan el optimismo con comportamientos que afectan la salud (p. ej., fumar cigarrillos, actividad física, hábitos de sueño) y procesos biológicos que están relacionados con la salud cardíaca y la longevidad (p. ej., presión arterial y niveles de lípidos y antioxidantes). Puede ser importante considerar estos mecanismos de forma conjunta. “La gente ve el comportamiento y la biología por separado, pero son bidireccionales”, es lo que se ha observado

Hay otro elemento importante que considerar: El optimismo puede ser modificado por el entorno social, y la investigación también ha identificado algunas estrategias que pueden mejorar el optimismo, incluida la terapia cognitiva conductual. Sin embargo, lo que aún no se ha establecido es si aumentar el optimismo de manera más general, mejorar el funcionamiento psicológico, conduce a mejoras en la salud física.

Aún falta mucho por explicar de cómo el optimismo afecta nuestra salud o por qué mecanismos precisos puede promover la salud. Tampoco se sabe si aumentar el optimismo en un período en particular, puede conducir a un envejecimiento más saludable o si hay períodos en los ciclos de vida de las personas durante los cuales la prevención o la intervención, pueden ser particularmente efectivas. Los enfoques experimentales han sido limitados hasta el momento, pero han arrojado conocimientos que podrían ser la base para el trabajo futuro. Tomar una perspectiva de curso de vida es otra vía prometedora para la investigación.

Pero el optimismo necesita para producirse, de un territorio adecuado que es muy influenciado por la calidad de vida y por la ausencia de grave morbilidad, o sea, enfermedades crónicas y degenerativas mal controladas y que deben ser controladas antes de llegar a la vejez, combinando hábitos y comportamientos adecuados. El optimismo significa adoptar un modo de vida saludable no riesgoso, que no es fácil adoptarlo cuando la sociedad produce riesgos y productos atractivos pero riesgosos. Es interesante que, en las diversas zonas del mundo, donde viven las personas más longevas, estas dan una respuesta unánime a ello: “tranquilidad de la vida y disfrute con lo que se hace”. Estamos hablando prácticamente de ausencia de tensiones psicológicas. A lo anterior, añaden que «El trabajo purifica a una persona, como el fuego limpia el oro» y finalmente concluyen que lo anterior se logra gracias a “una bonita comunicación con la gente”.

 

 

Alfonso Mata
Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.
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