No le dé vueltas: la comida, el sedentarismo, la ansiedad, no dormir bien; desórdenes en todo eso, le mantienen el peso alterado y el cuerpo que no quiere.

Si hablamos de comer. Primero: hacerlo por todos lados y a la hora que caiga, es destruir su sistema digestivo. Segundo: si hablamos de lo que comemos: olvídese de calorías, concéntrate en la calidad de los alimentos y deje que su cuerpo haga el resto. Tercero, una advertencia: reducir el consumo de calorías -el enfoque tradicional para perder peso- solo le funcionará a corto plazo. Pero para la mayoría de las personas, eventualmente falla, por una razón simple: el cuerpo se defiende de manera predecible contra la privación de calorías forzada, a través del aumento del hambre, la disminución de la tasa metabólica y la producción de hormonas del estrés. Solo una fracción muy pequeña de personas puede mantener el peso a través de la restricción calórica. Eso no se debe a la poca fuerza de voluntad, se debe a la biología.

 

Un tema central del fallo: desórdenes en el comer. El principal problema de nuestra dieta actual, es que comemos a deshoras, lo hacemos rápido, pero también la digerimos rápidamente, lo que provoca un aumento y un colapso en el metabolismo, es decir, alteramos las reacciones químicas que tienen lugar en las células del cuerpo para convertir los alimentos en energía y algo grave, comemos mucha comida que ha sido hiperprocesada. Es comida rápida en todos los sentidos de la palabra lo que nos hartamos: Entiéndalo: los carbohidratos procesados programan nuestros cuerpos para el aumento de peso, porque elevan los niveles de la hormona insulina, que es como Miracle-Gro para las células grasas y estas crecen y crecen. Los alimentos integrales naturales, por otro lado, se digieren a lo largo de todo el tracto intestinal, lo que conduce a un aumento suave del azúcar en la sangre y a un suave retorno a la línea base; en otras palabras: las calorías no se desvían hacia el almacenamiento en el tejido adiposo, sino que se usan, se oxidan, en términos biológicos, por el resto del cuerpo y el cerebro.

No ponga cara de ¡no puedo! haga tres cosas: Primero: reemplace los carbohidratos procesados con frutas, verduras, legumbres y cantidades modestas de granos enteros. Segundo: coma una cantidad adecuada de proteínas, que pueden incluir fuentes vegetales. Tercero: disfrute de una gran cantidad de deliciosos alimentos ricos en grasas (nueces, mantequillas de nueces, aceite de oliva e incluso lácteos enteros, ricas salsas y untables) porque la grasa llena y tiene un efecto mínimo sobre la insulina. Cuando come de esta manera, el azúcar en la sangre, las hormonas y la insulina cambian más gradualmente después de la comida. Es como una marea oceánica que sube y baja suavemente, en comparación con un tsunami, un proceso natural de alimentación y ayuno al que el cuerpo se adapta fácilmente. Las células grasas se calman y almacenan menos. El hambre disminuye. El metabolismo se acelera. Es una receta para el control de peso a largo plazo sin restricciones ni privaciones.

 

Aprenda también algo sobre usted: usted no solo es cuerpo es espíritu también o si prefiere: Pensamiento y sentimiento. En un ambiente como el que vive y se mantiene, cargado de tensiones y ansiedades, cualquier enfoque de pérdida de peso que implique privaciones le desgasta, psicológica y biológicamente. Pero si le das a tu mente lo que necesita, te da una retroalimentación positiva inmediata, y eso es un refuerzo. La belleza de trabajar con tu cuerpo, en lugar de contra él, es una resolución nunca caduca; pero si eso no se acompaña a la vez de trabajar tu espíritu, la cosa no funciona.

Entonces ahora un buen recetario:

Primero: Muévase más, coma sanamente, apague la televisión antes de acostarse, separase buenos ratos de esa droga llamada celular, que nada tiene de célula y evite las bebidas azucaradas; es una buena forma de empezar. Segundo: ¿es joven, su peso está en el rango saludable? su trabajo mental y emocional es conservarlo. ¿Es adulto? no supere las 10 libras de lo que pesaba cuando cumplió 21 años, concéntrese en mantener ese peso, cuidando lo que come y haciendo ejercicio.

Algunas preguntas que merecen respuesta

Debido a que la mayoría de los adultos entre las edades de 18 y 49 años aumentan de 1 a 2 libras cada año, detener y prevenir el aumento de peso debe ser una prioridad. Aumentar de peso a medida que envejece aumenta las posibilidades de desarrollar una o más enfermedades crónicas. Ya se conoce que las mujeres y los hombres de mediana edad que aumenta de 11 a 22 libras después de los 20 años, tienen hasta tres veces más probabilidades de desarrollar enfermedades cardíacas, presión arterial alta, diabetes tipo 2, y cálculos biliares que aquellos que ganaron cinco libras o menos. Para las mujeres: perder peso después de la menopausia y no recuperarlo reduce la mitad el riesgo de cáncer de mama posmenopáusico.

 

No crea eso que el sobrepeso leve o moderado reduce la mortalidad: esos estudios han sido mal diseñados.

Finalmente, la pregunta de oro:

La obesidad y el sobrepeso no tiene una causa única: hay razones biológicas y comportamientos que se aúnan para producirla:

Genes: Los genes influyen en todos los aspectos de la fisiología, el desarrollo y la adaptación humanos. La obesidad no es una excepción. Algunas personas están genéticamente predispuestas a aumentar de peso más fácilmente que otras o a almacenar grasa alrededor de la sección media. Pero eso no va solo, activar y desactivar esos genes está en nuestras manos. Por ejemplo, llevar una dieta saludable, mantenerse activo y evitar hábitos poco saludables como beber refrescos y llevar una buena salud mental, puede prevenir la predisposición genética al riesgo de obesidad.

Dieta: La cantidad y calidad de los alimentos en su dieta tiene un fuerte impacto en el peso. Se aúna con la genética en el daño; por ejemplo, han encontrado que el consumo de alimentos fritos podría interactuar con genes relacionados con la obesidad, lo que subraya la importancia de reducir el consumo de alimentos fritos.

Inactividad física: el ejercicio tiene una gran cantidad de beneficios para la salud. La actividad física es un elemento clave para el control del peso y la salud ya que afecta todas las funciones metabólicas y el centro del hambre y la saciedad.

Sueño: es increíble la cantidad de gente que padece de un mal dormir. La investigación sugiere que existe un vínculo entre cuánto duermen las personas y cuánto pesan. En general, los niños y adultos que duermen muy poco tienden a pesar más que los que duermen lo suficiente. Que tiene que ver el sueño se preguntará usted. Mucho:

Las personas privadas de sueño pueden estar demasiado cansadas para hacer ejercicio, lo que reduce el lado de las «calorías quemadas» de la ecuación del cambio de peso.

Las personas que no duermen lo suficiente pueden ingerir más calorías que las que sí lo hacen, simplemente porque están despiertas más tiempo, lo usan en actividades sedentaria y tienen más oportunidades para comer.

La falta de sueño también altera el equilibrio de las hormonas clave que controlan el apetito, por lo que las personas que no duermen bien pueden tener más hambre que las que descansan lo suficiente cada noche.

Bien, lección final: Oh hago todo o no logro nada.

Alfonso Mata
Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.
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