Yo creo que calificar a la rápida a la gente de ignorante, tonta, necia; especialmente me refiero al hecho de que existan poblaciones enteras que no aceptan la vacunación, es a veces no solo una muestra que somos más ignorantes los que tal cosa hacemos, que a los que criticamos, que actúan sabiendo y teniendo un por qué.

Empecemos por entender, que uno de los elementos fundamentales de la salud, para que exista salud y bienestar en la gente y comunidades, no tiene que ver con acciones sanitarias sino con condiciones sociales y ambientales que se suceden en el diario vivir de individuos y poblaciones y que determina un modo (bienes y condiciones económicas) y estilo de vida (patrones de conducta). Entonces partiendo de eso podemos observar que la vida de muchas personas de áreas urbanas o rurales, realmente apesta. Quiero decir, realmente tiene lugar fuera de lo esperado democrática, moral y éticamente. Abuso, adicción, opresión, pobreza extrema, enfermedades dolorosas y mortales, falta de educación, acoso constante de todo tipo etc. Es lo que cubre su día a día y tratar de disuadir a las personas que acepten como prioridad lo que no tiene que ver con la de ellos, que rompan con creencias que les han dado consuelo y que ignoramos, puede parecer como tratar de quitarle un peluche a un niño pequeño con dolor de estómago.

Debemos entender y no tratar de ignorar que para el que vive en esas condiciones, un mal, una pandemia, no reviste importancia y por otro lado se suma que durante su vida y la de sus ancestros, han visto rodar promesas tras promesas de toda índole y de toda procedencia: política y privada, que más bien en lugar de ayudarles, los ha dañado de mil formas, perdiendo bienes, oportunidades; sacrificando de todo y les ha sometido a igualmente todo tipo de daños ambientales, rompimientos sociales etc, etc. Gobierno tras Gobierno; nacional y local, ellos han creído en personas y siempre han terminado siendo engañadas y entonces saben y han visto sufrir y morir a su alrededor, vecinos y familiares por cosas y causas que jamás se han tratado de evitar y que siempre son las mismas y son mayores que las de un virus. La comparación no cae dentro de lo absurdo.

 

No estoy defendiendo una posición de negación, ¡no¡ lo que quiero resaltar es que el fracaso de la vacunación, en buena parte se debe a que el sistema de salud jamás le ha cumplido a esas poblaciones de resolverles los problemas de salud  en que el impacto de la vacunación, no tiene ni la importancia ni la preponderancia de otros problemas que diariamente les afecta y que determinan sus problemas de salud. Entonces lo único que ven esos desatendidos y olvidados, es un sistema de salud que intenta trasladar, más bien trasplantar algo que es beneficioso a un estilo y modo de vida (como el y dentro del que vive la mayoría de funcionarios) en el de ellos totalmente diferente, sin respetar las creencias actitudes y prácticas de todo tipo, que se han forjado en su modo y estilo de vida y en las que tienen puesto mente y corazón y les permite si no sobrevivir como desearan si del mejor modo que les es posible.

Error señalado desde hace décadas a los sistemas de salud, es el uso y trasferencia que hace de los aportes de la ciencia y la técnica y al mismo tiempo su afán de implantar creencias, ideas y prácticas con carácter de valores, en modos y estilos de vida que funcionan con otras alternativas al respecto y en que incluso sus miembros tienen distintos conceptos e interpretaciones de salud y enfermedad. Tratar de dirigir la vida de otras personas, o reforzar la opresión interna solo con acciones puramente médicas y terapéuticas. sin atender sus causantes y determinantes, es lo que pone las cosas difíciles.

La negativa a vacunarse de grupos de población, es una lección, una advertencia clara de grupos humanos que no aceptan las intervenciones unilaterales. Insistir en modificar las creencias de otras personas sin entender su modus vivendi, es un paso genuinamente tonto, cuando jamás se les ha brindado asistencia a sus necesidades genuinas y acordes a sus interpretaciones del comportamiento de sus fenómenos de salud-enfermedad. Solo después de que lleguemos al punto en que nuestras reacciones ante las creencias de otras personas, podamos ubicarlas en el real contexto de una realidad, sabremos entender que sus creencias no son (en palabras de muchos de nosotros) un montón de ignorancia y podremos realmente lograr el empoderamiento de la salud por la gente.

 

No debe ser motivo de extrañeza la reacción anti vacuna y otras en esos nichos demográficos, en buena parte fortalecida por habérseles costitudinariamente engañado conciencia y buena fe; tampoco el observar  en los jóvenes actitudes  irrelevantes y en los viejos risibles, aun cuando eso signifique muerte. La muerte a ellos les viene con mayor fuerza de otras fuentes y hechos que conocen y no pueden controlar y el mejor medio que disponen es o bien la migración o bien la esperanza en algo y alguien que si bien puede que muchas veces no les ayuda, no les daña, como los otros. Podríamos decir de ellos, sin calificar la calidad de su pensamiento, que son librepensadores de temperamento práctico y de convivencia sin dañarse entre sí ante su realidad. Deberíamos los salubristas considerar, que la actitud de ellos no es cuestión de no creer y nada más. Que su negativa hacia la práctica que los sistemas sanitarios les proponen, no tiene nada de irracional, ridícula y todos los apelativos que acompañan nuestro juicio, sino de entender razones y salir de nuestro mundo biológico con solución a su verdadera problemática.

En toda actividad humana, individual y colectiva, hay suficiente información disponible para respaldar nuestra formulación de juicios, que debemos conocer si queremos obtener soluciones y cooperación para los cambios y la forma de hacerlos que el sistema de salud necesita. Debemos partir que no existe en el comportamiento humano una cuestión de no creer y nada más, siempre hay razones detrás y justificaciones de manera similar a lo que se encuentra en las respuestas de la naturaleza.

El sistema de salud, debe quitarse esa visión de ir por el mundo de las comunidades y al toparse con oposiciones dejarse llevar en sus juicios sobre la negatividad, probablemente por emociones abrumadoras, que paralizan el pensamiento de indagación que debe moverles, a fin de que con evidencia nueva, cuidadosamente considerada y convincente (sistemas de creencias basados ​​en diversos grados de evidencia), que sale a la luz ante un acto y opinión comunitaria, pueda transformarlo en un proceso de conocimiento-educación nuevo. Significa eso un cambio de actitud institucional, una apertura hacia el otro. Usualmente los programas y servicios de salud no están acostumbrados a hacerle espacio a la gente y por eso en esos programas, suelen encontrar poco reconocimiento formal de la gente, cosa que limita ejecución y éxito. Esa norma institucional de que yo tengo hiperconciencia, de que yo estoy dentro y tú estás fuera y no sabes, rompe los lazos tribales. Es como dejar a alguien invitado, sin lugar en la mesa.

Bien, lo que me interesa aquí es poner en sintonía a la institución y la comunidad, pues considero que es primer problema a vencer, para planificar e implementar acciones de alto provecho para la salud. No se detendrá ni solucionará la problemática de la noche a la mañana, pero cada vez que alguien se enfrenta en busca de una solución lo primero que debe hacerse es oír al padeciente: sus comentarios, su lógica, las fallas que me atribuye y eso exige un comportamiento abierto, honorable; es un paso hacia un día mejor y eso además demanda volver a un diálogo una y otra vez, cada vez un poco más productivo, sobre la mejor manera de fomentar, en nuestro ejemplo, la actividad creadora y compartida.

Alfonso Mata
Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.
Artículo anteriorRusia dice que destruyó 74 instalaciones militares ucranianas, incluyendo 11 aeródromos
Artículo siguienteFMI alerta de «riesgo económico significativo» por guerra en Ucrania