A mediados de la década de 1950, el trabajo de laboratorio de Dubos sobre tuberculosis, se complementó con estudios clínicos en humanos. En ese momento, la quimioterapia eficaz para la tuberculosis estaba disponible y los estudios clínicos se diseñaron para determinar el mejor tratamiento tradicional. Fue durante este período que comenzó la transición de Dubos de científico de laboratorio a ambientalista. Se volcó hacia el estudio social e histórico de la enfermedad. El libro clave resultante de los pensamientos de Dubos sobre la enfermedad, y su obra más popular, fue Mirage of Health (1959). Incorporada en ese título, está su visión ecológica de que el hombre nunca estará libre de enfermedades porque debe adaptarse continuamente a entornos en constante cambio: la enfermedad es el resultado del proceso dinámico de la vida. En su otro libro Dreams of Reason (1961), cuestionó el exceso de confianza en la capacidad de la ciencia para eliminar la enfermedad y defendió, en cambio, el uso de los medios y el conocimiento de la ciencia para determinar el tipo de salud que la sociedad quiere. Una declaración científica más explícita de sus puntos de vista sobre la biomedicina ambiental, apareció unos años más tarde en Man Adapting (1965), que enfatizaba que los estados de salud o enfermedad son respuestas adaptativas de los organismos a los desafíos ambientales. La respuesta pública a estos escritos, aseguró a Dubos un papel dentro de la salud pública y despertó todo un mundo de ideas sobre los aspectos ambientales de la salud y la enfermedad.

Los últimos diez años de actividad de laboratorio de Dubos en biomedicina ambiental, fueron una consecuencia del trabajo sobre la tuberculosis, que incorporó algunas de sus convicciones emergentes sobre las causas de la enfermedad. Realizó estudios sobre la influencia de los factores metabólicos, la nutrición y el estrés ambiental, en la resistencia del huésped a diversas enfermedades infecciosas. Otros estudios bacteriológicos se centraron en los efectos de los factores ambientales sobre la composición de la flora gastrointestinal normal y sus consecuencias sobre el desarrollo del huésped y la resistencia a las enfermedades. En la última parte de la década de los setenta, en una serie final de artículos, describió efectos biológicos duraderos en ratones recién nacidos de influencias tempranas en su posterior desarrollo, salud y longevidad.

Resulta evidente que desde finales de la década de 1960, los años de su jubilación, hasta su muerte a los 81 años en los ochenta, ocuparon a nuestro científico en una indagación constante en el estudio de los efectos sociales y ambientales incluso de los políticos, sobre la salud y lo incorporó al movimiento ecologista. Su pensamiento central al respecto, era que cada segmento de vida nuestra: de embarazo a muerte, está interconectada a lo que sucedió en pasado y apunta al futuro del desarrollo y potencial de nuestro cuerpo, dentro de un entorno social, ambiental, cultural y de conductas, que al final define cómo el proceso salud-enfermedad se comportará en cada uno y en la población.

A nivel mundial, en la década de los setenta y ochenta, Dubos gracias a sus escritos y conferencias, se convirtió en un portavoz de aquellos preocupados por los efectos de una tecnología en rápida expansión en la vida humana. La elocuencia de sus escritos dejaba entrever una idea que ha sido poco atendida a la fecha. Él advirtió que «la naturaleza de constitución y organización corporal de los humanos viene equipada, tan bien equipada, que permite  adaptarnos a nuestro entorno; pero que esa cualidad corporal, no se corresponde con nuestro espíritu» y hablando en diversos foros nacionales y mundiales repetía una y otra vez, que «Esa condición, nos ha vuelto indiferentes a obtener una mejor relación e interacción, comprensión y responsabilidad, para compartir con nuestro ambiente, tendiendo más bien a destruirlo y romperlo» Sus últimos libros hablan de ello. Advirtió además que «la capacidad del hombre para adaptarse corporal e  inconscientemente e incluso psicológicamente a las amenazas sociales y ambientales, significa que los valores humanos básicos serán inevitablemente destruidos«. En otras palabras, que una acción corporal no ha sido y no ha corrido paralela a una acción social inteligente para combatir los problemas ambientales y sociales que corren paralelos y que forman parte del equilibrio entre salud y enfermedad y que por consiguiente, se necesita de una manipulación inteligente del ambiente y la sociedad.

Dubos como otros muchos epidemiólogos modernos y actuales, basa su pensamiento en su convicción de que los entornos y las instituciones nunca pueden ser mejores o peores que los individuos y a la par, enfatiza la importancia de desarrollar el genio distintivo de cada lugar, persona y grupo social, lo que a su vez genera riqueza y diversidad en la vida. Una actitud global complementaria al respecto la desarrolla en Only One Earth (1972), escrito con la economista Barbara Ward, que sirvió como guía científica y social no oficial para la Primera Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente Humano.

En dos de sus últimos escritos, ya en las postrimerías de su tercera edad,  se centró en las decisiones difíciles e intervenciones creativas que se necesita para que la naturaleza en general y la humana, las formas de vida y sus entornos, puedan desenvolverse mejor y a la par y no autodestruirse; y es enfático en señalar que: el hombre puede mejorar la naturaleza e incluso eliminar la degradación ambiental a través de una acción social deliberada, y el uso responsable del conocimiento científico y la tecnología, pero ello demanda de un cambio radical en la actividad humana actual en muchos de sus frentes. Su «Piensa globalmente y actúa localmente» se convirtió en el eslogan de los activistas ambientales y es todavía citado con frecuencia y en su escrito final concluye con un decir que: «dondequiera que estén involucrados los seres humanos, la tendencia no es el destino«.

En todo caso, a lo largo de su vida, es un hecho que René Jules Dubos fue todo un luchador contra la enfermedad y nos dio medios y oportunidad de entenderla, afrontarla y vencerla y bien vale la pena para concluir, recordar las palabras del historiador de la medicina Henry Sigerist, «Las condiciones sanitarias han mejorado mucho en los países y ello es de celebrarse, pero no debemos contentarnos con los resultados alcanzados. Debemos recordar los fracasos y las dificultades, antes que regocijarnos por el hecho de que este año hubiese menos casos de tuberculosis que en el anterior, debemos preocuparnos al pensar en los muchos casos que aún existen«1. Palabras que vienen como reacción y solución a un pensamiento central del pensar de Dubos «Todos los fenómenos naturales son consecuencias de complejas relaciones recíprocas; todas las manifestaciones de enfermedad humana son consecuencias de la acción recíproca entre el cuerpo, la mente y el ambiente«.

Referencias

  1. Henry Sigerist: Civilización y enfermedad. Fondo de Cultura Económica. México 1986.
Alfonso Mata
Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.
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