El medicamento, es un negocio sobre todas las cosas, que afecta todos los ámbitos de la vida y a lo largo de la vida, a todas las personas. Especialmente desde 1980, ha tenido un crecimiento espectacular su consumo, no digamos en tiempos de crisis como el actual.

Hay una obra de teatro escrita por Jules Romain que lleva el título de “knock o el tratamiento de la medicina” En esa obra, el personaje principal, el doctor knock en un momento dispara la frase del eminente fisiólogo Claudio Bernard, delicia para las farmacéuticas “la gente sana son enfermos que se ignoran” y por lo tanto nuestro personaje a partir de ello justifica su trabajo: la vigilancia y conservación del enfermo y en base a ello desarrolla dos importantes tareas: propaganda necesaria para poner en alerta a la población sobre el desconocimiento de su precario estado de salud e infunde miedo en el paciente y aumenta la asimetría informativa entre él y su paciente. De igual forma desde el siglo XVI, autores españoles, franceses, ingleses, de todas partes del mundo, han tratado el tema de la medicina como fuente de poder, engaño y trampas de todo tipo, en novelas, poemas y obras de teatro, incluso tratados filosóficos, que reflejan hasta cierto punto el mal uso que intereses de otra naturaleza han hecho de la ciencia y la técnicas de la salud con el único afán de adquirir poder y riqueza.

En la actualidad, la medicina se erige como un poder que se hermana con el negocio, hasta tal punto que es difícil discernir quien lo tiene más y afirman ya muchos, que el medicamento se ha vuelto dentro de la medicina su tirano y el médico su vendedor. La prestigiosa revista “British Medical Journal” en un número de 1990 hablando de un producto contra las grasas y la inflamación advertía sobre la “estatinización” (uso indebido de estatinas para evitar el efecto dañino de grasas en los tejidos) y cosa igual hacían los institutos de salud (NIH) de EE.UU. que señalaban que alrededor de 13 millones de norteamericanos tomaban este medicamento y artículos más recientes nos informan que en menos de 20 años, los consumidores de estatinas ya sea para atacar o prevenir el daño, usando nuevas fórmulas con nuevas propiedades antiinflamatorias, es muy posible que sobrepase los 50 millones de usuarios e incluso se habla de cien, dado que nuevos usos se añaden a los de hace algunas décadas. Eso sucede también con otros productos como los antiulcerosos que actúan por diversos mecanismos para la reducción de la acidez gástrica que son promocionados no solo contra el daño sino contra la prevención y otros usos, como el que le dan los amigos de los copas “¡no te preocupes! te zampas un lanzo y cero goma!”.

Bueno desde hace décadas, la medicalización se ha extendido en todos los campos (engloba el conjunto de usos que la población les da, a más las de los galenos) y eso sucede también con las técnicas como mamografía, papanicolau, etcétera. No se me olvida el caso de una señora de setenta y pico de años que llegó pidiendo el papanicolau y cuando se le preguntó porqué lo pedía, muy seriamente informó que porque tenía vida sexual activa aún. Así que como bien ya se dice: la salud es un nuevo sometimiento de estrés para las poblaciones. Y algunos especialmente los literatos, nos hablan que los problemas sociales, antes de consideración pero no de interpretación, se han vuelto poco a poco médicos: síndrome de Sissi (padecer de depresión sin darse cuenta). LO interesante s que esa nueva nomenclatura médica a actos que “se salen de lo normal” han puesto de moda el uso de uno o varios medicamento como “controlador” o mejor dicho “restaurador de la normalidad” de actos corporales o psicológico o ambos y de esa cuenta, nos topamos, por ejemplo, con mil usos atribuidos a los antidepresivos antipsicóticos, analgésicos, terapias hormonales sustitutivas, dotando de carácter epidémico cualquier conducta que se nos antoja fuera de lo común dejando en segundo plano los efectos adversos que ello pueda tener.

Autores fantasmas suelen estar detrás y en gran escala, de la publicidad comercial y médica con dos fines: aperturar u afinar dolencias y males y el uso de medicmanetos para su control y prevención. Dichos autores firman artículos hechos por las casas por supuesto con el debido pago. Se sabe de un laboratorio famoso que promocionó un producto a través de 26 artículos falsos y hay productos como El sildenafil que en poquísimo tiempo  pasó de una superventas de 3 a 17 millones de “consumidores” en cuestión de años incluso en la actualidad se topa uno con consumidores de tal producto que lo utilizan preventivamente dentro de su psiquis.

El campo de la medicalización tiene otra característica: se divide por genero, edad incluso actividad. Por ejemplo está el campo concentrado en atender necesidades de la mujer a la que cada día se le añaden nuevas “anormalidades y sus tratamientos”:  disfunción social sexual con siete criterios que definen el fracaso de la carne y el alma como falta ganas, miedo al fracaso de la relación, etc y son numerosos los lab que ofertan a la vez que buscan encontrar la Píldora mágica contra eso. Estas mujeres en su mayoría son victimas de violencia. Y ¿qué decir en un poco más atrás de la vida, el secuestro de la salud en la infancia?. Solo como ejemplo: 10% de la niñez mundial con déficit de atención e hiperactividad; en Holanda llega hasta el 30% y qué se recomienda contra ello: antipsicóticos de todo tipo. Esos niños realmente no están enfermos, son víctimas de un comportarse de adultos en el hogar y en la sociedad y obviamente su cerebro muchas veces tiene que adaptarse a eso y por supuesto, también hay adultos clasificados de hiperactivos que también deben ser tratados. Depresión, trastorno por déficit de atención, hiperactividad deben medicarse y el mundo comercial de esos productos se eleva exponencialmente cada año. Cosa muy rara, en muchas de las epidemias modernas no existe cura, pero si tratamientos. El arte de la medicina se ha convertido en buena parte en tratar, no curar.

De esa cuenta de treinta medicamentos hace un siglo, las farmacias en la actualidad ofertan cientos y hoy vemos estantes con productos A y mañana de B y así debajo de eso, existe toda una corrupción importante de las farmacéuticas que se forran,

Pero nadie se preocupa o lo hacen muy poco de la iatrogenia medicamentosa ya sea provocada por médicos o por autoconsumo ya sea por mal uso o por uso indebido sin usar un sano juicio antes de consumir. Por ejemplo los malestares y patologías gastrointestinales suelen ser frecuentes en la tercera edad, y los sujetos de esta edad, son altos consumidores de productos tratando de controlar sus molestias eso y se sabe que en muchos casos el producto elegido, impide la reabsorción del hueso que es un déficit que también se da con la edad produciendo osteoporosis que es principal factor de fracturas de la tercera edad y la contribución de esos medicamentos en accidentes y traumatismos  adquiere alta importancia.

Se ha estimado que un 10% de la iatrogenia tiene origen médico. La iatrogenia es parte de la medicina y en muchas ocasiones ha sido parte de demandas y juicios pero de eso hablaremos en próximo capítulo. Acá queremos dejar claro que la medicalización no es un fenómeno exclusivo médico, es una actitud y práctica social de alto riesgo para la salud.

Vale la pena para cerrar recordar estas palabras de Enmanuel Kant (1798) que suelen usar las casas farmacéuticas como medio de publicidad ya que provienen de un gran filósofo “Uno puede sentirse sano, es decir, juzgar según su sensación de bienestar vital, pero jamás puede saber que está sano… La ausencia de la sensación (de estar enfermo) no permite al hombre expresar que está sano de otro modo que diciendo estar bien en apariencia”.

Alfonso Mata
Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.
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