Alfonso Mata

Uno de los mayores desafíos en la medicina es convencer a un paciente de que los resultados de la investigación científica y médica se aplican a él o, al menos, explicar cómo se aplican esos resultados a su mal. Hace un par de días, un médico intentaba convencer a su paciente de años, del beneficio del ejercicio y le hablaba de estudios. La paciente, lo dejó hablar y cuando terminó, con un deje de desprecio, le salió con esta: «No me hable de estudios. Mire a Rosita. Mire todo el ejercicio que hizo. Nunca dejó de hacer ejercicio. Mire lo que le pasó». Fin de la discusión. Rosita, su amiga y contemporánea, se tomó en serio la aptitud física, pero terminó en cama, abatida por la osteoporosis y los derrames cerebrales, mientras que ella que no ha tenido que sudar en los últimos 60 años, todavía se tambalea de un lado a otro. Intentoó el médico otra estrategia: las estadísticas. Eso sí que es difícil para convencer, no mucha gente tiene una idea real de cómo funcionan las estadísticas y la probabilidad. Respuesta de la paciente: «no sé qué son esas estadísticas, pero así como estoy me siento bien».

Pero en esto hay algo que no es un misterio. Acá y en la China nos topamos con el mismo problema: en medicina y ciencia, los médicos están capacitados para ver el mundo en una forma en que las personas no lo están. Entonces a lo que hay que buscarle respuesta es a ¿Por qué la gente no capacitada en un tema de medicina, incluso en su misma enfermedad, es aparentemente tan impermeable o ajena al pensamiento? Creo que es posible que una de las razones principales sea que puede ser psicológicamente riesgoso, temeroso, para la autoconservación, adoptar el punto de vista de alguien y de algo que no entiendo. Si alguien no está capacitado para pensar críticamente, pues no hace uso del conocimiento verdadero del material en cuestión y eso se ve especialmente en el material es científico o médico se agarra de la anécdota que vive.

Desafortunadamente, en la vida real, parece que el pensamiento crítico no domina a la mayoría; parece que una gran parte de la humanidad somos y conformamos una masa crítica de emoción versus pensamiento y eso no solo en el tema de la medicina. La autoaceptación a corto plazo y la aceptación grupal, prevalecen sobre las recompensas de la paciencia, la disciplina y los errores inherentes del aprendizaje real. Quizás entonces el médico deba pensar primero en cómo apelar a las emociones de su paciente. Pero eso no va a ser fácil para él, porque no «entiende ni ha sido preparado» para trabajar todas las acciones y la toma de decisiones basadas en la emoción o la creencia, presentadas como un hecho.

Hay otro elemento importante en la relación médico-paciente: este es un acto que ante un acto como es la enfermedad las personas lo entienden y se relacionan entre sí proviniendo por lo general de lugares y comprensiones diferentes. Hay una clara diferencia entre el médico y su paciente en cómo el médico está capacitado para ver el mundo de la salud y la enfermedad, y cómo las personas no capacitadas en medicina y ciencia y padecientes lo ven y utilizan el conocimiento que tienen. Al respecto, la doctora Abigail Zuger, infectóloga de larga experiencia ha dicho: «Es cierto que interpretar los resultados de los estudios clínicos y aplicarlos a los pacientes es totalmente una cuestión de probabilidades. A partir de estudios clínicos, un médico puede concluir que el ejercicio aumentará las posibilidades de que una persona viva hasta una edad avanzada. Sin embargo, algunas personas, ya sea a través de buenos genes o por pura suerte, logran abrirse camino en la vida sin hacer ejercicio y, de todos modos, viven hasta una edad avanzada. De manera similar, podemos decir que, en general, fumar puede aumentar considerablemente el riesgo de enfermedad cardíaca, cáncer de pulmón y muerte prematura. Pero, entonces, todo el mundo conoce a alguien que fumó durante 70 años y murió a los 85 años de edad, aparentemente sufriendo pocos efectos nocivos por los miles y miles de cigarrillos que fumó«. Y nos concluye diciendo: «A veces es muy difícil superar el poder de la anécdota y la experiencia del paciente, incluso en casos tan claros. Por ejemplo, tome la discusión bastante común de los pros y los contras de la terapia de conservación de mama versus la mastectomía para el cáncer de mama. Cada cirujano que realiza una cirugía de mama tendrá un paciente ocasional que exija una mastectomía por un tumor pequeño que se trataría de manera más apropiada con otro medio y no lo acepta«. Que decir de los nacimientos por cesárea.

Lo cierto es que como médicos, en nuestra experiencia, contamos con malas experiencias personales al respecto. A menudo, los pacientes tienen un pariente o un amigo que han tenido una enfermedad similar a la de ellos en que las terapias como las que le estamos dando no ha funcionado. Por ejemplo, mujeres que prefieren cesárea ante lo que han sufrido sus amigas que dieron a luz a través de parto natural. Por lo general, si usted como médico investiga un poco más de cerca la renuencia de sus pacientes, le contarán la horrible historia de cómo el cáncer devastó a esta persona después de que reapareció. Como esa mujer con parto normal tuvo un niño con problemas o ella se vio expuesta a problemas. Se convencen de que fue porque en ninguno de esos casos se sometieron a lo que perciben como el tratamiento más adecuado. Y tenga por seguro, que no los convencerá por citar las casi tres décadas de grandes estudios, que demuestran mejores resultados, menos complicaciones ante lo que han vivido. Al paciente no le importa; quiere lo que ha visto y vivido. Todo lo que oirá del médico es una probabilidad de que algo salga mal y eso siempre que la experiencia no le diga lo contrario se olvidará en segundos y porque tiene derecho a controlar lo que le sucede a su cuerpo, por lo general consigue lo que quiere.

Si el poder de la anécdota puede ser difícil de superar en casos tan claros, imagínese lo difícil que puede ser hacerlo en los casos en que las decisiones no son tan claras o donde el tratamiento solo tiene un pequeño beneficio. Un ejemplo de ello lo hemos vivido con las vacunas COVID-19. Cuántos pacientes no se vacunaron por experiencias oídas o vividas y muchos de los no vacunados juraron y perjuraron vacunarse luego de salir de los intensivos de los que salieron lamentablemente sin que ello fuera posible.

En la actualidad es más que evidente que se hace necesario y algunos grupos médicos ya lo hacen, el trabajar los enfermos dentro de marcos grupales, el beneficio mostrado a través de experiencias de pacientes que hablan de su beneficio con pacientes. Considere a continuación el caso en el que la literatura y los estudios faltan, son de mala calidad o son múltiples y están en conflicto. La experiencia del grupo que maneja un médico se vuelve compartida entre pacientes que pueden dialogar mejor entre ellos. Usted como paciente, el médico mismo, aprenden a ver lo que no ven sin esos grupos. A veces ayuda a bajar por completo y ver lo que ve el médico, a veces sucede lo contrario, pero ambos ganan. El paciente que solo ve desde el suelo, el médico que solo ve desde el cielo, puede que simplemente tenga que aceptar estar en desacuerdo y tener el mismo diálogo una y otra vez. Organice sus pacientes doctor, aprende usted, aprende él.

 

Alfonso Mata
Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.
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