Alfonso Mata

¿Qué departamentos y municipios se ven particularmente afectados actualmente? Casi todos ¿Cuál es la tendencia en el valor de incidencia? aumentar. ¿Cómo va la campaña de vacunación? Pesimamente mal y lenta y ¿cuál es la situación en las Unidades de Cuidados Intensivos? Insuficiente, sin recursos.

Una descripción general con mapas y gráficas interactivos del coronavirus no ayuda mayormente. Desde el comienzo de la pandemia, el MSPAS ha publicado cifras sobre infecciones confirmadas con el nuevo virus. Información sobre muertes y estimaciones diarias del número de pacientes recuperados. La combinación de estos tres valores da la cantidad de personas actualmente infectadas, nos coloca en un panorama de desolación y muerte y eso que ese cálculo se basa en los casos confirmados en el laboratorio y atendidos en el sistema público y no tiene en cuenta el número de infecciones no detectadas, que solo se puede estimar y que son la mayoría  ¿y las muertes? Otro tanto sucede, a lo mejor estamos alrededor de las 20,000.

No se justifica para actuar, ampararnos en que debido a la aparición súbita, desconocida del SARSCoV-2 y su diseminación dinámica de casos asintomáticos, sintomáticos, complicados, muertes no hay control y curación, no vale tal argumento y es más que seguro que hemos de andar por encima de los 500  o más casos diarios por cada 100,000 habitantes y no sabemos cuándo terminará esa expansión.

¿Y de la vacunación qué? totalmente centralizada, abundante en la ciudad, escasa en las cabeceras departamentales e inexistente en muchos municipios. Las áreas más pobres, con menos accesos.

Y en medio de esa debacle de atención institucional a la pandemia, se eleva una lucha ideológica por cumplir con las medidas no farmacéuticas, que en uno de los países más poderosos del mundo raya en la estupidez humana como jamás la habíamos visto: los republicanos contra la máscara, los demócratas a favor; verdadero salvajismo en donde la autoridad sanitaria, cansada de luchar termina diciendo: «Estamos frustrados, asustados, enojados». Sin palabras, la razón se ha acabado y en medio de esa incomprensión, los intensivos del mundo se mantienen socados y la práctica médica se vuelve cuesta arriba y sin camas.

Y ¿el virus qué? El número de casos está aumentando y la disposición a vacunar está disminuyendo. ¿Y las vacunas? Millones de personas en todo el mundo todavía se niegan a vacunarse. Razones: ignorancia, política, religión. ¿Y las científicas?  Esas solo importa en las camas del intensivo cuando ya es muy tarde. Los expertos hacen sonar la alarma: nadie los escucha. Demasiado poco aun la vacunación como para alejar el peligro dicen: nadie los escucha. Y entonces hacen sonar la alarma: tampoco hay oídos. Al mismo tiempo, el número de nuevas infecciones ha vuelto a aumentar, pero la indiferencia hizo presa del mundo y aunque la variante Delta altamente contagiosa del virus se está propagando rápidamente en todo el mundo, aumentando la cantidad de muertes relacionadas con el COVID-19 en las últimas semanas y que los niños y jóvenes se enferman cada vez más: a nadie le importa. Y tampoco importa el precio terrible que hemos de pagar por ello: social, económico y ambiental.

La semana pasada, el asesor médico del gobierno de Estados Unidos, los de todos lados del mundo y los centros más prestigiosos, advirtieron estar preocupados por el creciente número de casos. Advirtieron sobre el desarrollo de una nueva variante del coronavirus aún más peligrosa si no se contiene la propagación de la variante Delta altamente contagiosa; pero: eso no parece importar a políticos o sociedad civil. Que si el virus puede propagarse y cambiar aún más; si existe el riesgo de que al final se desarrolle una variante contra la cual las vacunas actuales, a diferencia de Delta, no brindarían protección: tampoco importa; los que sobrevivan, verán qué hacer y cómo actuar, mientras gocemos lo poco que nos pueda quedar. Hay que controlar la pandemia, advierten destacados inmunólogos; la población dice nel.

En resumen todo, todo lo científico carece de valor social o político aunque si comercial. Las consideraciones para hacer o dejar de hacer, son objeto de acaloradas disputas políticas, financieras, emotivas y sentimentales, pero científicas nanay; un mundo plagado de incredulidad y desconfianza en el otro.

Finalmente lo que da el golpe de gracia: queremos el cien por cien o nada de la vacuna. Se ha dicho por los científicos hasta la saciedad y desde siglos atrás: sucede con cualquier vacuna, los grandes estudios de vacunación han demostrado que las vacunas no ofrecen una protección del cien por cien. La gente se empecina NO debe ser así. Los científicos del COVID afirman: Incluso en los estudios de aprobación de las vacunas, los sujetos se enfermaron a pesar de la vacunación completa, pero hubo muchos menos que en el grupo de comparación no vacunado. La gente dice: eso no vale, o cien o nada. Los científicos nos piden ver alrededor, que veamos los vacunados infectados de ahorita, solo constituyen una pequeña proporción de las nuevas infecciones. La mayoría de los infectados notificados no están vacunados o no estaban completamente vacunados y además la infección en ellos es más grave y mueren muchísimos más; la gente dice: no es cierto.

Y entonces surge la duda ¿cuál es el verdadero efecto de la vacuna que ha sido vista como la panacea? En general las casas productoras de vacunas y los centros de investigación, hablan actualmente de una efectividad de vacunación del 87% en todos los grupos de edad mayores de 18 años. Y eso a pesar de que la variante Delta del virus ahora se ha establecido. Esta variante se considera mucho más contagiosa. Pero: independientemente de la variante del virus, se aplica lo siguiente: las personas con un sistema inmunológico debilitado tienen el mayor riesgo de contraer Covid-19 a pesar de estar vacunadas. Este puede ser el caso, por ejemplo, después de un trasplante de órgano o durante el tratamiento del cáncer. Pero el riesgo también aumenta con la edad, porque el sistema inmunológico se vuelve más inflexible con la edad, especialmente cuando se trata de defenderse de patógenos previamente desconocidos. El resultado: la vacunación no funciona tan bien o nada en algunos; la protección vacunal ya no es tan duradera en ancianos.

Otro factor es el tiempo: La protección de la vacunación probablemente desaparece con el tiempo, lo que probablemente se aplica a todos los grupos de edad. El nivel de anticuerpos que el cuerpo ha acumulado contra el coronavirus, desciende algún tiempo después de la vacunación. Pero el cuerpo no está indefenso porque la protección inmunológica a largo plazo no se basa solo en anticuerpos: Si se tienen niveles de anticuerpos que no se pueden medir, pueden ocurrir infecciones, pero todavía hay células T y células de memoria, que pueden hacer en muy poco tiempo anticuerpos de nuevo a un nivel para que el virus sea combatido de nuevo y el cuerpo esté protegido, funcionan como una fábrica de anticuerpos.

Por tanto, las personas vacunadas tienen una clara ventaja, incluso en caso de infección. Actualmente en todos lados del mundo se ha observado que la vacunación está asociada con un curso más suave de una infección, que si las personas no están vacunadas. Vale seguir con el: ¿qué importa?

Alfonso Mata
Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.
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