Oscar Clemente Marroquín

ocmarroq@lahora.gt

28 de diciembre de 1949. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Periodista y columnista de opinión con más de cincuenta años de ejercicio habiéndome iniciado en La Hora Dominical. Enemigo por herencia de toda forma de dictadura y ahora comprometido para luchar contra la dictadura de la corrupción que empobrece y lastima a los guatemaltecos más necesitados, con el deseo de heredar un país distinto a mis 15 nietos.

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El anuncio en noviembre del año pasado de las nuevas vacunas que estaban superando las pruebas de laboratorio, generó expectativa mundial porque era evidente que sin la inmunización de suficiente número de personas el Covid no sería derrotado y, tristemente, seguiría cobrando muchas vidas alrededor del mundo. La forma en que se produjo una masiva renuncia a derechos legales y patentes que resguardaban muchas investigaciones científicas fue impresionante y sin duda el gran factor para la rápida producción de las vacunas que ahora conocemos y que en una parte del mundo se están aplicando profusamente mientras en otras escasean por varios factores, entre los que está la poca capacidad de muchos Estados para adquirirlas, lo cual no es precisamente por falta de recursos sino de capacidades administrativas.

La vacuna, como ahora pasa con casi todo en el mundo, ha sido objeto de esa polarización que divide a la humanidad y se ha politizado de tal manera que parecen estar definidos los bandos con fuertes contingentes de personas que se niegan a recibirla, lo que hará más difícil alcanzar la inmunidad de rebaño. Pero a ello se están sumando otros factores como el descubrimiento de los efectos secundarios en algunas vacunas, además de que ya se avisa que al final terminará siendo como la vacuna contra la gripe, es decir algo que deberá repetirse cada año.

Sin duda Estados Unidos es el país en el que más se ha avanzado en cuanto a la aplicación de la vacuna y diariamente se hace en alrededor de cuatro millones de personas. Los procedimientos son sencillos para los ciudadanos y residentes legales porque basta llenar una solicitud en internet y en cuestión de muy poco tiempo otorgan la cita. Dicen que en Texas hay vacunación para turistas porque no requieren ser residentes del Estado, pero en los otros Estados basta presentar la licencia de conducir para recibir la dosis correspondiente.

Las noticias están llenas de nuevas informaciones sobre la vacuna Johnson y Johnson que tiene la misma naturaleza que la de AstraZeneca y en ambos casos se han detectado efectos secundarios en cuanto a la generación de coágulos sanguíneos que pueden causar trombosis cerebral, lo cual preocupa con razón a mucha gente. En Estados Unidos sigue en suspenso la aplicación de la J&J en tanto se realizan nuevos estudios, pero se mantiene la distribución y aplicación de las Pfizer y Moderna a un ritmo intenso.

El punto es que los países grandes están entendiendo que si no se produce también vacunación masiva en el llamado Tercer Mundo, todo su esfuerzo puede ser inútil porque será en esos países sin acceso a la vacuna donde se mantengan los contagios y los científicos alertan sobre las mutaciones del virus que pueden generar nuevas y más peligrosas cepas que lleguen a romper la inmunización de las vacunas originales. Mientras más países sigan sin vacunas, mayor el riesgo de que la pandemia no pueda ser derrotada a pesar de la velocidad con que se pudo producir una serie de vacunas contra el virus.

Más que por caridad, dicen algunos científicos, ayudar a los países pobres es una necesidad esencial para los países más ricos puesto que de lo contrario todo el esfuerzo hecho hasta hoy terminará tirado en la basura.

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