Jorge Santos

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Defensor de derechos humanos, amante de la vida, las esperanzas y las utopías, lo cual me ha llevado a trabajar por otra Guatemala, en organizaciones estudiantiles, campesinas, de víctimas del Conflicto Armado Interno y de protección a defensoras y defensores de derechos humanos. Creo fielmente, al igual que Otto René Castillo, en que hermosa encuentra la vida, quien la construye hermosa.

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Por Jorge Santos

Sin lugar a dudas que los presidentes en Guatemala, con muy raras excepciones, tienen por denominador común, ser los fieles servidores del poder económico, militar e incluso del crimen organizado, pero sin vacilar uno puede afirmar que hay dos que su parecido político es en extremo cercano. Giammattei y Estrada Cabrera comparten las mismas aspiraciones de ser perros guardianes de la corrupción e impunidad.

Estrada Cabrera llegó al poder sin hacer mucha bulla, sin embargo, una vez en él, después del asesinato de José María Reyna Barrios, cometió todo tipo de arbitrariedades y abuso de poder, se extralimitó en sus funciones, se aseguró de cometer tales actos de corrupción que terminó obscenamente rico e instauró un esquema de violencia y represión contra la población. Fueron varios los aduladores de este dictador, que terminó sólo. Hoy luego de más de 90 años, la historia tiene muchas similitudes.

Luego del 2015 y la caída estrepitosa del Partido Patriota, las elecciones de 2015 y 2019 abrieron la puerta de la presidencia a personajes, que cuales marionetas iban a desempeñar la función de director ejecutivo de una empresa, diseñada y financiada por la élite económica del país, para así restaurar el viejo orden corrupto e impune. Primero con el Gobierno de Morales y ahora con Giammattei vivimos la reproducción de un formato de cooptación institucional absoluta de los tres poderes del Estado. Sin embargo, Giammattei y las élites depredadoras, en la fase de consolidación de dicho régimen imponen a sangre y fuego el Estado autoritario.

Desde enero del año pasado, Giammattei, su partido político, sus asesores y su gabinete de gobierno se enrumban hacia la imposición de una dictadura sanguinaria, tal cual la fue construyendo Estrada Cabrera, el eterno presidente interino. Es este gobierno, el que se niega a cumplir resoluciones de la Corte de Constitucionalidad, el que abandona a la población a su suerte, el que no atiende la Pandemia, ni mucho menos los desastres provocados por fenómenos naturales, el que presume del mejor desempeño económico de la región, pero que no es más que el resultado del trabajo y esfuerzo de conciudadanos que envían remesas, pero si la corrupción, la violencia y la impunidad.

A este gobierno que ha logrado consolidar la articulación del Pacto de Corruptos, que trazó y posibilitó la cooptación de la Corte de Constitucionalidad y que van tras la Corte Suprema de Justicia y Corte de Apelaciones, que cierra espacios de participación política, que dice estupidez tras estupidez, que no tiene otra agenda que reprimir cualquier demanda social, justicia y que le importa poco o nada la pobreza, la exclusión, la inequidad, el racismo; sí a este gobierno será necesario derrocar y repetir la gesta del derrocamiento de 1920 contra el tirano y ser capaces de construir otra Nación. Para ello, la articulación política, social, popular y ciudadana es una urgencia vital para revertir el profundo daño que este Pacto conformado por élites depredadoras, han realizado.

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