Durante los últimos días, cientos de adultos mayores acudieron a los centros de vacunación ubicados en diversos puntos de la Ciudad de Guatemala para solicitar la inmunización contra el coronavirus. Foto La Hora/José Orozco

En redes sociales circula el video de la ministra de Salud anunciando que, aunque sean días de Semana Santa, a partir del primero de abril empezaría la segunda etapa de su Plan de Vacunación en el que se atendería a personas mayores de setenta años y eso hizo que en los sitios habilitados para inyectar las dosis de inmunización se formaran enormes filas de quienes se sintieron convocados mediante ese anuncio que, según se ve en el video, de manera tan formal hizo la responsable de la cartera.

Y, en efecto, algunos pudieron ser vacunados al meterse en las filas del personal de salud, público y privado, que había sido convocado para la vacuna correspondiente y la voz se corrió en las mismas redes sociales lo que incrementó la demanda. Desafortunadamente no fue posible atenderlos porque la vocera del Ministerio, sin hacer alusión al video de la Ministra, dijo que aún sigue la primera fase y que no se podrá atender a los adultos mayores. El malestar es evidente entre quienes se sintieron burlados y el descontrol permitió ver que el plan de vacunación tan pomposamente anunciado tiene enormes deficiencias, entre ellas el hecho de que los registros que se llevan son manuales y sin que tengan relación con alguna base de datos del Registro Nacional de las Personas.

Un verdadero plan de vacunación tendría que partir de la existencia de vacunas, situación que no se da por la imprevisión del gobierno que prefirió andar de arriba para abajo en lugar de concentrarse en el detalle esencial. Todo mundo sabía que la competencia por obtener dosis de las distintas vacunas sería inmensa, simplemente porque es mayor la demanda que la oferta, pero en Guatemala se actuó de acuerdo con la tradición chapina de irlo dejando todo al tiempo. El resultado es esa carencia de dosis que impide la realización de un verdadero plan nacional de vacunación.

Si se dispusiera de vacunas una opción sería seguir los parámetros que se usan para las elecciones generales e ir convocando de la manera como se regulan los centros de votación, de conformidad con el existente registro de personas. Mecanismos para hacer eficiente un plan de vacunación se pueden encontrar muchos, pero para ello se requiere de competencias que, por lo visto, no tienen nuestras autoridades.

Y estamos aún en las vísperas, cuando son apenas un puñado las vacunas disponibles. El caos que se va a dar cuando aumente la cantidad de dosis es previsible y ojalá que estos fallidos ensayos sirvan para enmendar y aprender.

Redacción La Hora

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