Oscar Clemente Marroquín

ocmarroq@lahora.gt

28 de diciembre de 1949. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Periodista y columnista de opinión con más de cincuenta años de ejercicio habiéndome iniciado en La Hora Dominical. Enemigo por herencia de toda forma de dictadura y ahora comprometido para luchar contra la dictadura de la corrupción que empobrece y lastima a los guatemaltecos más necesitados, con el deseo de heredar un país distinto a mis 15 nietos.

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Mañana se cumplirá el primer año desde que en Guatemala fue anunciado oficial y teatralmente el primer caso de Coronavirus, lo que nos obligó a encierros prolongados, distanciamiento hasta con nuestra familia inmediata para evitar contagios que de todos modos se fueron multiplicando y somos muchos los que hemos perdido a más de un familiar o amigo en el curso de esta pandemia que ha hecho tantos estragos en el mundo entero. El daño a la economía es otro factor importante porque no sólo redujo la actividad sino que castigó a muchísimas empresas, sobre todo medianas y pequeñas, así como a decenas de miles de trabajadores que perdieron sus empleos y fuente de subsistencia para sus familias.

Hace un año, cuando veíamos que otros países empezaban a dictar medidas draconianas para contener la pandemia, no pensamos en pasar un año bajo un régimen especial derivado de la grave enfermedad, pero justo es decir que tampoco imaginamos que pudiera darse en el mundo científico el hito histórico de desarrollar una vacuna contra el virus SARS-CoV-2 y sus variantes en tan poco tiempo. En noviembre del año pasado, antes de que se cumpliera el primer año desde que se detectó el primer caso en Wuhan, mediante acelerados proceso para probar su eficacia, se supo que algunas pruebas habían ofrecido resultados con arriba del 90% de eficacia y obviamente el panorama en el mundo empezó a cambiar y ahora se ve, al fin, una luz al final del túnel.

Ayer el Presidente Biden explicó que en su país para el primer día de mayo todos los habitantes adultos serán elegibles para recibir la vacuna y que espera que para el 4 de julio, Día de la Independencia, se pueda alentar a la población a reunirse en grupos familiares para celebrar la fiesta nacional. Estados Unidos se ha convertido, bajo Biden, en el país con mayor avance en la vacunación, no obstante que un tercio de los ciudadanos republicanos insisten en que no se vacunarán pese a que su mismo ídolo, Trump, se vacunó en secreto cuando aún estaba en la Casa Blanca.

Obviamente la mejor noticia desde que empezó todo esto ha sido la de la vacuna que muchos países ya están aplicando en forma masiva. Y, tristemente, la peor noticia que podemos tener los guatemaltecos es que, para variar, nuestras autoridades no dieron la talla a la hora de adquirir vacunas mientras otros países de la región, sobre todo Costa Rica y Panamá, nos llevan notable delantera, mientras que en el Triángulo Norte Honduras y nosotros vamos a la cola, lo que sirve para demostrar sin lugar a dudas que los países sometidos a la dictadura de la corrupción se vuelven Estados fallidos porque sus instituciones solo son buenas para operar cuando hay mordidas de por medio.
Aquí la pandemia hizo estragos, pero no vino a desnudar nada. La ineficiencia ya la conocíamos y sabíamos que va de la mano de la prepotencia. La pobreza, que se manifestó urbanamente con esas familias con banderas blancas pidiendo ayuda, ya existía, aunque muchos la hayan querido ignorar y enterrar para no ensuciar el paisaje. Y la ineptitud con las vacunas va de la mano de las cifras amañadas que ofrecen día a día. Mucho cambió con la pandemia pero, tristemente, al final nada cambió.

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