Pedro Pablo Marroquín

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Esposo, papá, abogado y periodista. ¡Si usted siempre ha querido un mejor país, este es su momento de actuar!

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Pedro Pablo Marroquín Pérez

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@ppmp82

Lo que estamos viviendo es como que un niño vaya por el centro comercial, se embolse algo sin pagarlo, no le diga a sus papás y cuando llega a la casa le enseña a sus progenitores lo que se llevó y el papá, lejos de enseñarle e incluso regresar con él a devolverlo le dice: ahora que ya te lo trajiste, pues úsalo.

Ninguno de los 5 entes que eligen magistrados para la Corte de Constitucionalidad (CC) está cumpliendo con exigir que quien opte a un puesto público tenga méritos fundados capacidad, idoneidad y honradez y aún así, a mucha de la gente que habla de la certeza jurídica parece no importarle.

Los plazos son fundamentales y como son tan importantes, en el mejor interés de todos debió estar que los procesos para la elección de magistrados cumpliera con lo que manda la ley. El argumento central no puede ser que como ya va llegando el día, pues no importa si se cumple o no con la ley, lo importante es elegir.

Claro está que eso tiene un perverso interés y no es casualidad. Están buscando quienes serán los nuevos Mynor Moto, Dina Ochoa, Molina Barreto, Nester Vásquez, entre otros, es decir aquellos jueces capaces a prestarse a todo con tal de ser electos.

Bajo esa premisa y como hay necesidad que se generen ingresos para la gente, ¿con qué boca se van a oponer la proliferación del crimen? El traficante, el extorsionista y el sicario, por ejemplo, no cumplen con la ley pero justifican que tienen necesidades y hacen “operar” sus ilegales quehaceres como si fueran oficios legales y muy rentables.

Mandamos mensajes muy malos. Por un lado, hablamos de la necesidad de certeza como motor de las inversiones, pero por otro seguimos con el plan de padrinos, de acuerdos y de pleno funcionamiento del sistema paralelo de justicia que privilegia a los más comprometidos, a los menos capaces, a los que carecen de idoneidad y los que la honradez ya la dejaron atrás.

Las mejores cualidades y calidades para ser electo en este sistema pasan por ser inescrupuloso, entregado, comprometido con lo que no se debe y diligente para satisfacer los deseos y preocupaciones de quienes, teniendo un buen lugar en la mesa de decisiones, usan su espacio de influencia de mala manera.

Sabedores que el proceso no cumple con lo que manda la ley, esos que apoyan que se instale a magistrados que saben les responderán, han montado un campaña con el asunto de los plazos como tema central, pero obvian (a propósito) el cumplimiento que deben tener los electores de lo que manda la Constitución.

Aquí todavía falta mucha tela que cortar y lo que hoy sienten que van ganando, no la tienen asegurada pero lo que sí es cierto es que la indiferencia ciudadana les allana el camino y les incentiva a seguir adelante, pues como dicen: “ de refunfuñar en redes no pasan”.

Las mafias y sus acciones son graves para Guatemala, pero la forma en la que ejercemos ciudadanía a veces es aún más dañina para los efectos del país que las mismas acciones perversas de las mafias, pues ya sabemos que nos están “hueveando” el futuro y ni nos inmutamos.

Esos mismos que hoy apoyan estas atrocidades para copar la justicia constitucional, aparecerán en diversas esferas diciendo que es necesaria la inversión y claro, el serio, el honrado y el que opera al tenor de la ley no le interesará un mercado en el que para arreglar algo hay que irle a llorar a un fulano. En esas condiciones, que no nos extrañe que cada vez nos caigan más piratas.

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