Luis Fernando Bermejo Quiñónez

@BermejoGt

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Por: Lic. Luis Fernando Bermejo Quiñónez
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Ayer, 9 de febrero, se celebraron las elecciones para Junta Directiva y Tribunal de Honor del Colegio de Abogados y Notarios de Guatemala (CANG). Como había anunciado en mí columna de la semana pasada, formé parte de planilla 7 para el Tribunal de Honor con la coalición de Alternativa Independiente, Juristas por Guatemala y ARCO. Nuestro deseo como movimiento de ser un grupo de profesionales de distintas universidades, con distintos contextos, ideologías, prácticas profesionales y de todos los sectores sociales, buscando construir la unidad nacional a través del respeto, diálogo e inclusión no dio los resultados previstos. Nuestro anhelo de devolverle el brillo al CANG no se pudo materializar en esta ocasión, sino volvieron a ganar las planillas con fuertes intereses económicos y políticos de siempre que, desde hace más de 20 años, han tomado por asalto al CANG.

Sin embargo, la experiencia ha sido muy enriquecedora. Tuve la oportunidad de compartir con miembros de ambas planillas cuya experiencia, conocimiento y contexto ha sido enriquecedor conocer. Por espacio no puede hablar de todos, pero, por ejemplo, pude compartir con una defensora de los Derechos Humanos y, en particular, de los derechos de las mujeres, que me sorprendió con su conocimiento y que me explicó sobre los profundos problemas de machismo y abuso que sufren las mujeres, particularmente las niñas, en su hogar y como las políticas públicas están tan descaminadas para abordar la problemática. Asimismo, conocí a una comprometida fiscal del MP que, precisamente ayer, cumplía cuatro años de sobrevivir un atentando de muerte en su natal Jutiapa por investigar estructuras criminales de la zona y que, por ello, ha tenido que vivir fuera de su ciudad natal. A pesar de ello, su fe en que “hay que sacar la cabeza por el país” es una lección valentía y civismo. Así también pude compartir con colegas que ya conocía que decidieron “salir de sus oficinas” donde atienden empresas nacionales e internacionales de primer nivel para atender al llamado cívico de regenerar nuestro gremio, así como también pude hacerlo con colegas del interior del país que me contaron su experiencia, tan distinta a la mía, del ejercicio de la profesión. Y, por último, pudo compartir con simpatizantes del movimiento, muchos de ellos bastante jóvenes, cuya proactividad, idealismo, entusiasmo y civismo me llena de esperanza porque son el futuro de este país.

Hoy más que nunca estoy convencido que el rol corporativo del CANG, así como de otros grupos y centros de poder, debe ser puesto bajo escrutinio de reforma. El corporativismo está caduco. El sistema de elecciones de Cortes, funcionarios y demás en el que el CANG funciona como pieza clave, debe ser reformado porque no premia la meritocracia, la trayectoria ni el civismo, sino el compadrazgo, las promesas, el interés profesional y, por qué no decirlo, el tráfico de influencias. Urge promover las reformas al sector político.

Sin embargo, en tanto esa discusión de gran importancia ocurre, debemos vivir con este sistema. Pronto el 26 de febrero los agremiados del CANG tendremos que involucrarnos en la elección de magistrado titular y suplente para la Corte de Constitucionalidad. Se perfilan que se volverán a lanzar candidatos cuyo ejercicio profesional consisten en el tráfico de influencias y el amañamiento. Sin embargo, también se perfila que se lanzarán profesionales de altos vuelos como el Doctor Eduardo Mayora, connotado profesional y académico, así como la conocida Jueza Patricia Gámez, profesionales de alta estima profesional y que, en cualquier sistema que premiara los méritos y la trayectoria, serían nominados y escogidos por su valía. Sin embargo, nuestro sistema para la elección del CANG es “democrático”, rareza a nivel internacional en cuanto a integración de tribunales constitucionales. Por lo que hoy estimados lectores, y particularmente los colegas abogados, sociólogos, internacionalistas, criminólogos y demás ciencias afines agremiados, les pido por el bien del país que analicen los curriculums de los candidatos, su vida profesional, sus escritos académicos, sus sentencias e incluso su vida personal y escojan bien el próximo 26 de febrero. El país está a punto de convertirse en un Estado en el que las mafias pudieren llegar a controlar todas las instituciones del país, la CC es el último bastión, los intereses espurios, el narcotráfico y la mafia acechan. La decisión que tomemos los agremiados NO debe ser “interesada” sino debemos poner “patria” sobre “intereses” en esta elección.

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