Sergio Penagos

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Sergio Penagos

Nunca se ha mentido tanto como ahora. Ni se ha mentido de una manera tan descarada, sistemática y constante.
Alexandre Koyré

La mentira tradicional busca ocultar secretos e intenciones de las personas, en su propio círculo familiar. Las mentiras políticas modernas se ocupan, con eficacia, de cosas que de ninguna manera son secretas sino conocidas prácticamente por todos (Arendt).

La mentira política moderna es organizada y profesional; se utiliza para atacar a los otros, los inconformes, los que conocen la verdad de lo que ocurre, para amedrentarlos y evitar que puedan denunciar y exponer la mentira oficial. Para esto: relatan los hechos de modo tal que, al alterar algunos y omitir otros, se pueda crear un mito favorable a determinados intereses políticos, para convertirlos en poderosas palancas ideológicas capaces de influir en las decisiones del presente, manipular conciencias, adquirir y conservar el poder (Carlos Sabino). Un instrumento manipulador oficial es el Currículo Nacional Base, que es acomodado por cada gobierno de turno, para justificar su autoritarismo.

Los regímenes autoritarios se basan en la mentira política. Es autoritario todo régimen político que pretende controlar la vida cotidiana de sus ciudadanos, utilizando para mentir, a un partido político único, o, en su defecto, un grupo parlamentario conformado a golpe de billetera o de bienes no dinerarios, para que defienda los intereses de nosotros, en detrimento de los otros, a quienes se considera enemigos.

La mentira política es institucionalizada por un Ministerio de Propaganda; o en su defecto, por un Centro de Gobierno. Cuando éste fracasa, se recurre a la forma más novedosa: los net center, dirigidos por mercenarios extranjeros y operados por mercenarios nacionales, que son muy eficientes en su labor por carecer de sentimientos y de ética: bailan al son que les toquen.

En el campo filosófico o científico algo es verdadero o es falso, no se considera la existencia de la mentira. Por el contrario, en el campo factual o de los hechos, la mentira siempre está relacionada con otras personas, y, sólo existe, cuando se habla de ella. El discurso político puede falsear los hechos, manipular la verdad e incluso distorsionar la experiencia de la realidad cotidiana de los ciudadanos. Porque, aquello sobre lo que el [político] mentiroso quiere engañar a su interlocutor, no necesariamente es el contenido del enunciado que hace, sino más frecuentemente sobre sus creencias (J. Samuel Castro).

La mentira política está dirigida al cambio de creencias; para provocar cambios de actitudes. Mentir es un verbo de conducta, mientras que engañar es verbo de resultado. Esto significa que, para mentir, basta con que el hablante dirija el enunciado falso a otra persona o personas, mientras que, para engañar, es necesario que, además del despliegue de la maniobra engañosa, la víctima resulte efectivamente engañada (Samuel Castro).

La mentira política se justifica con palabras que se popularizan: raza superior, comunismo, soberanía y otras, lo que las convierte en banderas de lucha. La raza superior provocó el horrendo holocausto. El comunismo ha sido causante de muchas tragedias humanas; tanto para imponerlo, como para combatirlo. La soberanía, es el petate del muerto, o mentira fáctica, esgrimida por los dos últimos gobiernos democráticos, para que nada cambie en el mundo del selecto grupo de familias, que suponen ser la verdadera e inmortal Guatemala.

Para diseñar, propalar y consolidar la mentira política, se establece un Estado Cooptado, cuya trinca infernal: Ejecutivo, Legislativo y Judicial, tiene como prioridad fundamental mentir en todo el territorio nacional y sus alrededores. Este nuevo estado, dentro del Estado, es atractivo para personas ambiciosas, corruptas y mendaces, como el cuatro mentiras o 4M, popularmente conocido como: Mynor, Mauricio, Moto, Morataya.

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