Oscar Clemente Marroquín

ocmarroq@lahora.gt

28 de diciembre de 1949. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Periodista y columnista de opinión con más de cincuenta años de ejercicio habiéndome iniciado en La Hora Dominical. Enemigo por herencia de toda forma de dictadura y ahora comprometido para luchar contra la dictadura de la corrupción que empobrece y lastima a los guatemaltecos más necesitados, con el deseo de heredar un país distinto a mis 15 nietos.

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Hoy en su columna semanal, Juan Carlos Zapata comenta en Prensa Libre la necesidad de realizar una reforma al sector justicia y explica cómo, en términos de negocios, se necesita certeza jurídica y agilidad para crear un clima atractivo para los inversionistas, lo que hace indispensable ese cambio radical porque ahora estamos ocupando el puesto 176 de 190 países analizados en términos de esa necesaria certeza jurídica. Por supuesto que ello es fundamental para los potenciales inversionistas serios que desean realizar negocios en otros países y por lo mismo es que muchas veces nos vamos quedando con empresas corruptas como la Terminal de Contenedores, para citar un ejemplo, a las que les conviene un país sin leyes donde campea la impunidad.

La columna del señor Zapata ilustra la precaria situación de nuestro sistema de justicia y es preciso señalar que tiene toda la razón en su comentario pero que se debe agregar que lo que señala respecto al clima de negocios se repite en todos los ámbitos de la justicia, incluyendo desde luego el penal. Y por ello es que las mafias están tan concentradas en asegurar la captura del sistema mediante la próxima elección de magistrados, tanto de la Corte Suprema como de las Salas de Apelaciones y, sobre todo, de la Corte de Constitucionalidad, porque necesitan juzgadores que les garanticen el imperio de la impunidad en todos los términos. Lo mismo si se trata de un juicio donde se procesa a corruptos que se roban los fondos públicos que sí son procesos del ramo civil en el que se dirimen otro tipo de diferencias y los pícaros también necesitan tener jueces abiertos al soborno para que los sinvergüenzas siempre salgan ganando.

Para reformar el sistema de justicia tenemos que partir de un cambio en la forma en que se integran las Cortes porque allí está el detalle, como hubiera dicho Cantinflas. Basta ver cómo se mueven los operadores y cómo todo el Pacto de Corruptos terminó dependiendo de las maniobras de Alejos para conformar un poder judicial amañado y comprometido para mantener y aún aumentar los vicios existentes. Y vemos a los diputados integrando alianzas como la oficialista de hoy, que se esmeran en cumplir con el anhelo de preservar el régimen de impunidad existente y manosean la elección de las Cortes para su propio beneficio.

Si el motor del cambio termina siendo el tema comercial y la necesidad de dar certeza jurídica para atraer inversiones, bienvenido sea porque cualquier esfuerzo para acabar con las mañas existentes es valedero. Pero hay que ver que el mismo sector para el que trabaja el señor Zapata ha sido uno de los más importantes cómplices de ese tenebroso Pacto en los últimos años y mucho de lo que ha avanzado para consolidar sus fines de impunidad ha sido porque gozan del acompañamiento del poderoso sector empresarial organizado y eso constituye un extraordinario refuerzo pues se tiene que reconocer que se trata de uno de los principales, sino el principal, de los poderes fácticos.

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