Adolfo Mazariegos

Politólogo y escritor, con estudios de posgrado en Gestión Pública. Actualmente catedrático en la Escuela de Ciencia Política de la Universidad de San Carlos de Guatemala y consultor independiente en temas de formación política y ciudadana, problemática social y migrantes. Autor de varias obras, tanto en el género de la narrativa como en el marco de las ciencias sociales.

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Adolfo Mazariegos

Al hablar o escuchar hablar de eso que ha dado en llamarse un retorno a la normalidad, puede ser que nos encontremos con una considerable diversidad de interpretaciones en torno a tal expresión, es decir, lo normal para unos, puede no serlo para otros (y viceversa). No obstante, si acaso estuviéramos refiriéndonos a esa “normalidad” que la humanidad en términos generales experimentaba previo a la pandemia que actualmente afecta al mundo y particularmente en el caso de Guatemala, podemos hacer, al respecto, algunas breves consideraciones a manera de reflexión o de sencilla enumeración para que cada quien, si lo desea, saque sus propias conclusiones. Ya en ocasiones anteriores he comentado brevemente en este espacio que hablar de esa normalidad o de esa vuelta a la normalidad que se ha puesto tan en boga (por obvias razones) es una suerte de oxímoron, en virtud de que, en tanto que figura retórica, se refiere a una suerte de contradicción cuya interpretación -de tal normalidad- puede ser muy subjetiva, ambigua, o, ciertamente, contradictoria. Pero…, en fin. Veamos si queremos realmente regresar a esa aludida normalidad, a esa realidad que quizá asumimos como sinónimo de bienestar o de felicidad según sea el caso, ese estado humano en donde la desnutrición aguda (previo a la pandemia y durante lo que va de ella), se vio incrementada considerablemente y que es considerada por muchos como algo “normal” puesto que ese era el rumbo que iba a seguir de acuerdo con las tendencias que se veían venir. Veamos, asimismo, si queremos regresar a esa dinámica de corrupción y aprovechamiento del otro que también muchos consideran normal por la sencilla razón de que así ha sido ya por mucho tiempo y así es como va a seguir, sin cambios, sin nadie que se detenga a (por lo menos) reflexionar o hacer conciencia de que eso está fuera de los límites de lo que debiera ser considerado normal. Veamos si queremos regresar a esa historia en donde las desapariciones de niñas y adolescentes son justificadas como algo normal porque se lo buscaron o porque así lo quisieron y no por la incapacidad e incompetencia de las instituciones del Estado cuya obligación es velar por la seguridad ciudadana… La lista podría extenderse mucho si le buscamos, sin duda. Ahora bien, si la normalidad a la que nos referimos es esa en que la pandemia no existe y cada quien sigue su vida sin más, entonces seguramente la reflexión debe ser otra y quizá buscando respuestas desde otras perspectivas. No obstante, sea como sea, sirva este final de año para empezar a comprender (o al menos intentarlo), que los retos que tenemos frente a nosotros, como humanidad, son enormes, pero todo reto lleva en sí mismo una gran oportunidad de cambio para bien y eso es lo que debe importar más. De todo corazón: que el 2021 traiga muchas cosas buenas para todos, y que las que no sean tan buenas, puedan ser superadas rápidamente con éxito.

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