La semana pasada la prestigiosa revista The Economist y hoy el New York Times, abordan el tema de cuán difícil se pone el tema migratorio para el futuro gobierno de Joe Biden, sobre todo porque tras lo ocurrido en Honduras y Guatemala con las dos tormentas y la forma en que esos desastres naturales sirven para que los gobiernos de esos dos países roben más en vez de atender las necesidades de la gente, la migración vuelve a ser la principal opción para cientos de miles que ya estaban mal pero quedaron en peores condiciones tras los efectos de las dos tormentas. The Economist no titubea para señalar que los gobiernos de Hernández en Honduras y de Giammattei en Guatemala están tan embarrados con la corrupción que prácticamente se desentienden de lo que son las funciones esenciales de un Estado tras catástrofes como las que se vivieron, mientras que en Guatemala ya se habla, por ejemplo, de la adjudicación de la escandalosamente millonaria construcción de puentes a empresas que no tienen ninguna experiencia pero que tienen, eso sí, sus contactos adecuados.
El gobierno de Estados Unidos tiene que entender que mientras haya corrupción van a tener que enfrentar la migración porque los políticos no sólo se roban los fondos públicos en sociedad con numerosos particulares, sino que además le roban hasta la esperanza a estos pueblos. Ningún programa de inversión social para combatir la pobreza y generar oportunidades puede dar frutos si el dinero es dilapidado como se hace con la complacencia de prácticamente todos los poderes fácticos.
Y también Estados Unidos deberá reconocer que en el caso de Guatemala ellos son parte del problema porque gracias al concurso de Naciones Unidas nuestro país logró crear una comisión contra la impunidad que atacó la corrupción, pero por arreglos sucios entre el gobierno de Trump y el de Jimmy Morales, Estados Unidos avaló y apañó la decisión de sepultar la lucha contra la Corrupción, facilitando la expulsión de la comisión y apoyando a la Fiscal Consuelo Porras, diz que dándole el beneficio de la duda, duda que cuando despejó fue únicamente para demostrar que está embarrada hasta el pescuezo en el Pacto de los Corruptos.
Aún y cuando se decidiera implementar una especie de Plan Marshall para invertir masivamente en Centro América para prevenir la migración, el fenómeno seguirá dándose porque en Centro América se roban hasta el dinero que está bajo las piedras. Por ello es que si de verdad quieren contener los enormes flujos migratorios, que ni siquiera el muro pudo detener, lo que deben hacer es un serio esfuerzo por limpiar la cloaca política y social que no sólo genera migración sino que debilita las instituciones que se terminan poniendo al servicio del crimen organizado, especialmente el del narcotráfico.
Biden tendrá que humanizar el trato a los migrantes, pero además deberá tratar de frenar los flujos porque tiene que gobernar, como él dijo, no solo para sus seguidores sino también para los trumpistas. Pero histórica y mundialmente la migración es un drama humanitario, más que cualquier cosa, y así debe entenderse que se exacerba por culpa de los poderes locales que se coluden para hacer sus sucios negocios.