Jorge Santos

jsantos@udefegua.org

Defensor de derechos humanos, amante de la vida, las esperanzas y las utopías, lo cual me ha llevado a trabajar por otra Guatemala, en organizaciones estudiantiles, campesinas, de víctimas del Conflicto Armado Interno y de protección a defensoras y defensores de derechos humanos. Creo fielmente, al igual que Otto René Castillo, en que hermosa encuentra la vida, quien la construye hermosa.

post author

Por Jorge Santos

Ya no estamos para medias tintas, ni mucho menos para cálculos políticos o consideraciones pseudo académicas sobre lo que realmente es posible o bien sobre la conveniencia o no de determinadas acciones, estamos en un punto de quiebre de tal dimensión que nos jugamos el devenir histórico de quienes habitamos este espacio territorial llamado Guatemala. Esto podría parecer un mero panfleto patriotero intentando rescatar de las cenizas una patria que nunca ha sido y que no nacerá de lo que la oligarquía ha desarrollado para esta nación dolida.

Hoy es el tiempo de la gran transformación, es ahora o nunca. Debemos de ser como el río descrito por el poeta revolucionario Luís de Lión, en su poema Letreros que plantea: “compañeros: Hay que ser como el río, cuya corriente siempre se mueve, cuyo caudal siempre aumenta. Los dioses no puede ser dirigentes, solamente hombres. Los dioses nos han usurpado el cielo, los hombres (y mujeres) tenemos que conquistarlo. Ellos siembran viento y más viento y nosotros (y nosotras) cosechamos y cosechamos revoluciones.”

Llevamos siglos de opresión, cargamos sobre nuestros hombros una larga data de explotación y expoliación, pero también tenemos nuestra larga lista de rebeldía. Hoy habremos de recordar la lucha y resistencia aplicadas por los Pueblos originarios frente a la invasión española, hoy debemos de recordar las rebeliones de los Pueblos indígenas frente a la opresión colonial o la resistencia a la “independencia” de la corona española impuesta por cobardes criollos avaros que optaron por decretar su soberanía a costa de agenciar sus espurios privilegios, en vez de conquistar la libertad de los Pueblos que habitaban este territorio.

Ahora debemos recordar a quienes gestaron la Revolución de Octubre de 1944 y la culminación de las dictaduras militares. Recordarles en su gloriosa gesta política, económica, social y cultural y sobre ello avanzar en lo que hizo falta, en lo que el tiempo y la contrarrevolución no permitió. Recordar y recuperar a las y los jóvenes que hicieron posible las jornadas de marzo y abril de 1962, así como a quienes hicieron posible gestar el movimiento revolucionario en el país y a los miles de jóvenes, estudiantes, campesinos y campesinas, personas de diversas comunidades y el atrevimiento de hacer posible una revolución en este país. Es ahora o nunca. Es ahora posible nuestra transformación o el aletargamiento de nuestro desarrollo y bienestar común.

El llamado es a profundizar la lucha, ha derrotar al Pacto de Corruptos liderado por la oligarquía. Hoy debemos de dar pasos firmes hacia la transformación de Guatemala. La agenda ha profundizar se resume en que debemos conseguir la renuncia de Giammattei en la presidencia, así como la disolución del actual Congreso de la República y partir de ahí la convocatoria a la Asamblea Constituyente del Poder Originario. Este 28 de noviembre salgamos con la firme convicción de que usted y yo, desde nuestra ciudadanía, posibilitaremos dicho cambio y nos convertiremos así en los verdaderos y verdaderas madres de esta Nación.

Artículo anteriorLa democracia mancillada
Artículo siguienteEsperando la denuncia de Castillo