Juan Antonio Mazariegos

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Abogado y Notario por la Universidad Rafael Landívar, posee una Maestría en Administración de Empresas (MBA) por la Pontificia Universidad Católica de Chile y un Postgrado en Derecho Penal por la Universidad del Istmo. Ha sido profesor universitario de la Facultad de Derecho de la Universidad Rafael Landívar en donde ha impartido los cursos de Derecho Procesal Civil y Laboratorio de Derecho Procesal Civil. Ha sido y es fundador, accionista, directo y/o representante de diversas empresas mercantiles, así como Mandatario de diversas compañías nacionales y extranjeras. Es Fundador de la firma de Abogados Alegalis, con oficinas en Guatemala y Hong Kong, columnista del Diario La Hora y Maratonista.

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Juan Antonio Mazariegos

Escuche y leí las declaraciones de Guillermo Castillo, vertidas el pasado 20 de noviembre, al momento que ante los medios de comunicación reveló que le había solicitado al Presidente de la República que ambos renunciaran a los cargos para los que fueron electos, en las elecciones generales del pasado año, como binomio presidencial, propuesto por el partido político Vamos.

La delicada declaración de Castillo, se dio en medio de la polémica que se había desatado por la irresponsable aprobación del presupuesto general de egresos e ingresos del Estado, la cual había llevado acabo el Congreso de la República, como acostumbran, sin que mediara análisis o preocupación por el bienestar de los ciudadanos y que había despertado el rechazo generalizado de la población.

Por supuesto, Castillo se refirió al presupuesto recién aprobado y comentó que había solicitado al Presidente que lo vetara, para que entrara a regir el presupuesto fiscal anterior. De igual manera, aprovechó a referirse al ente conocido como Centro de Gobierno y sobre el cual indicó que le había pedido al Presidente su disolución. Hasta allí, totalmente de acuerdo con lo expresado con Castillo, dos posiciones claras que se agradecen hasta para saber que existe discusión y contraposición de ideas en el Gobierno.

Lamentablemente después se perdió. Evidentemente se encuentra totalmente aislado del Presidente y aunque indicó que Centro de Gobierno no le molesta a él en lo personal, resulta claro que esta entidad tiene funciones innecesarias, ajenas a la Constitución y cuando menos Yo no entiendo cual es la necesidad que pueda tener el Presidente de la República de tener interlocutores entre él y sus Ministros y me preocupa más que estos interlocutores carezcan de la responsabilidad que si tienen los Ministros de Estado.

Indicó además Castillo, que había prometido en campaña, junto al Presidente “…llevar las riendas de un país, pero que las cosas se han llevado mal”, no fue preciso y no se si se refirió a una mala administración, a incapacidad para llevar la cosa pública, a una malversación de fondos o a todas las anteriores. Lo grave, es que lo que haya sido que a juicio de Castillo se llevara mal, no es nada banal, es la administración pública del Estado, en medio de la mayor crisis que ha enfrentado la humanidad en los últimos 100 años.

La conclusión, a la que arribó luego de lo anteriormente expresado, es lo más preocupante, pidió que ambos renunciaran y que un grupo de Personas Notables presentara una terna al Congreso para que se determine quienes deberían ser el nuevo Presidente y Vicepresidente y que esto oxigene el país. No se quien lo asesoró, entendía que es Abogado y como tal sabe que eso que propone no existe en nuestra Constitución. Desde que se postularon como binomio cualquiera pensaría que integraban un equipo, por lo visto no ha podido ser. Deben ambos asumir su responsabilidad, hacer que las cosas funcionen y cumplir con su periodo de gobierno. No son amigos, no se llevan bien, no importa, deben de tener la madurez ambos para ser responsables con sus funciones, detentan los cargos más importantes y sobre ellos recaen las mayores esperanzas de millones de guatemaltecos. Si algo de verdad malo, constitutivo de delito, está pasando en el Organismo Ejecutivo, por favor Señor Castillo denuncie, esa si es una opción que tiene a su disposición.

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