Emilio Matta

emiliomattasaravia@gmail.com

Esposo y padre. Licenciado en Administración de Empresas de la Universidad Francisco Marroquín, MBA de la Universidad Adolfo Ibáñez de Chile, Certificado en Métodos de Pronósticos por Florida International University. 24 años de trayectoria profesional en las áreas de Operaciones, Logística y Finanzas en empresas industriales, comerciales y de servicios, empresario y columnista en La Hora.

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Emilio Matta Saravia
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Para que pueda entender lo que ha sucedido en sus once meses al frente de la nación, es absolutamente necesario que el presidente Giammattei comprenda que su presidencia (al igual que la del comediante Jimmy Morales) fue producto del rechazo de una parte importante de las capas medias y medias-bajas urbanas a la candidatura de Sandra Torres, y no de su liderazgo. Lo anterior obligaba al mandatario desde el inicio de su gestión a buscar consensos, pero no con los desprestigiados diputados y alcaldes, sino con los actores sociales y económicos del pais (con todos, no solo con un grupo). Pero, sobre todo, tenía la obligación de ser transparente.

Sin embargo, tomó un rumbo distinto. Instauró un gobierno paralelo llamado Centro de Gobierno, cuestionado desde su inicio, donde un joven inexperto usurpa hasta la fecha las funciones que constitucionalmente son del vicepresidente. Al llegar a Guatemala el primer caso de COVID-19, show mediático aparte, inicia tomando algunas medidas correctas, pero debido a la tozudez de querer controlarlo todo, rápidamente pierde el control de la pandemia y su gestión se vuelve errática. Sin pagar salarios a los médicos en primera línea, y con los “nuevos” hospitales desabastecidos de insumos, en vez de aceptar los errores propios y de su Ministro de Salud, ataca a los médicos, periodistas y quien se atreviera a cuestionarlo. Ya en septiembre, más del 60% de la población no creía en las cifras presentadas por su gobierno sobre COVID-19. Las acciones para paliar los efectos de la pandemia llegaron tarde, mal ejecutados y dejaron fuera a una parte importante de la población vulnerable. Y la gota que rebalsaba el vaso fue la espuria negociación, otra vez con diputados y alcaldes, del presupuesto más alto en la historia de Guatemala, que además de ser altamente deficitario, no atendía las principales necesidades del pais y dejaba amplios espacios para la corrupción. El doctor Giammattei, obcecado por aprobar “su” presupuesto, sale el viernes 20 de noviembre en Cadena Nacional defendiéndolo.

El 21 de noviembre se da una manifestación pacífica y multitudinaria frente al Palacio Nacional, donde guatemaltecas y guatemaltecos de todos los sectores nos reunimos para expresar nuestro repudio por este gobierno. La respuesta policial fue lanzar gases lacrimógenos contra todos los manifestantes, incluidos niñas y niños, mujeres y adultos mayores, quienes pacíficamente ejercíamos nuestro derecho a manifestar. La excusa para la represión y para deslegitimizar la protesta fue la quema del Congreso, que ahora se sospecha con videos y fotografías, que elementos del mismo gobierno, y no manifestantes, pudieran haberla provocado, o por lo menos, facilitado.

El domingo 22, el presidente, en vez de dar la cara, cobardemente emite un comunicado en el cual invoca la Carta Democrática Interamericana, se victimiza ante la OEA y expresa que “…grupos minoritarios buscan un verdadero golpe de Estado…”. Al momento de escribir estas líneas el presidente Giammattei aún no se ha pronunciado sobre la violencia con la que actuó la policía sobre la ciudadanía en la manifestación. Cegado por aprobar “su” presupuesto, convoca a una “mesa técnica” para discutirlo, pero invita hasta a sectores religiosos que nada tienen que ver con una discusión técnica de un presupuesto, y varios tanques de pensamiento se retiran de la misma. Otro show político del presidente.

No hay peor ciego que el que no quiere ver.

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