Uno de los manifestantes revisa documentación del Congreso luego del incendio. Foto La Hora/José Orozco

Indudablemente ocurrieron hechos criminales el sábado que no sólo desvirtuaron la protesta pacífica, sino que dieron la llave para la brutal reacción de la fuerza pública en contra de los manifestantes de la Plaza Central que en todo momento observaron una actitud sin signos de violencia. Hay abundantes elementos para que se pueda realizar una investigación sobre esas acciones vandálicas que no fueron resultado de nada espontáneo sino se ven claramente planificadas y, además facilitadas por la misma fuerza pública.

El Congreso ha sido el reducto más protegido por la policía desde aquella jornada de Septiembre de 2017 cuando la gente rodeó el recinto parlamentario y no permitía la salida de los diputados. Ante el menor temor de protestas cerraban cuadras enteras con enormes contingentes policiales y esta vez dejaron un piquete de agentes que salió corriendo cuando los violentos empezaron a actuar. Las fotos de lo ocurrido, de cómo se prepararon los asaltantes bajando de buses, de cómo metían papelería que debía ser quemada y lo que se encontró adentro del Congreso no deja dudas. Abundan los videos y todo está filmado pero, obviamente, el Ministerio Público, que es parte de la jugada, no moverá un dedo para investigar esos hechos.

Y destacamos esa situación porque el sentido era desvirtuar y descalificar la masiva concentración pacífica en la Plaza Central y darle elementos a la fuerza pública para dispersarlos usando gases y disparando balas de goma contra una multitud en la que había hombres, mujeres, niños y personas de la tercera edad.

Inicialmente se pensó que la protesta no sería masiva y por ello ni dieron marcha atrás con el presupuesto ni actuaron en serio. Pero alguien con experiencia decidió crear otro grupo de protesta que hiciera el trabajo sucio que se hizo necesario cuando la Plaza era desbordada por la pacífica multitud.

Los atropellos y la brutalidad están documentados y el tema ahora no es sólo el presupuesto sino las componendas de Giammattei con los corruptos. Primero para controlar el Congreso, luego para no elegir Cortes y descabezar a la CC, para remover al Vicepresidente y ahogar al PDH. El presupuesto fue el instrumento para solidificar la sucia alianza mediante reparto inmoral de fondos entre los que conforman ese asqueroso pacto.

El pueblo se hartó de ver tanto cinismo y abuso y salió a la calle, pacíficamente, para demandar cambios y repudiar la corrupción. Al agredirlo brutal y violentamente, los campos quedaron definidos. Lo que no hizo ni Pérez Molina ni Morales lo hizo Giammattei, mostrando de qué material está hecho.

Redacción La Hora

post author
Artículo anteriorNo es el presupuesto, estúpido
Artículo siguienteCOVID-19: En las últimas 24 horas, Salud reporta 93 nuevos contagios y 16 personas fallecidas