Raul Molina Mejía

rmolina20@hotmail.com

Nació el 20/02/43. Decano de Ingeniería y Rector en funciones de USAC. Cofundador de la Representación Unitaria de la Oposición Guatemalteca (RUOG) en 1982. Candidato a alcalde de la capital en 1999. Profesor universitario en Nueva York y la Universidad Alberto Hurtado (Chile). Directivo de la Red por la Paz y el Desarrollo de Guatemala (RPDG).

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Raúl Molina

Conmemoramos por medio de reunión virtual, realizada el 10 de octubre, el 60º aniversario de la graduación de bachilleres del Colegio Don Bosco de Guatemala, que tuvo lugar el 12 de octubre de 1960. Somos la Undécima Promoción, que años después bautizamos con el nombre de un compañero fallecido: “Axel Antonio Rayo Méndez”. Lamentablemente, doce compañeros más, de los 42 a 45 que nos sentimos parte de la promoción, han fallecido en estos sesenta años, no sin contribuir, cada quien al desarrollo familiar y social de su entorno.

Trasladé un breve mensaje a los antiguos compañeros, para expresar mi reconocimiento personal a lo mucho logrado por quienes compartimos aulas, lugares de juego y ocasiones especiales. Dije: “Creo que la Undécima Promoción del Don Bosco ha sido singular. No digo que haya sido mejor o con más logros que otras, sino que fue extraordinaria porque, nosotros, sus miembros, fuimos llamados a jugar papeles en diversos ámbitos y momentos de los seis decenios pasados y respondimos con desempeños apegados a los valores que aprendimos en el colegio, de mentores y colegas. De una u otra manera, hemos tratado de producir cambios positivos en el país, sin perder nuestros valores éticos y cristianos. Ideológica y políticamente pudimos haber tomado caminos distintos; pero nunca dejamos de medir nuestros actos, antes de perpetrarlos, con base a las enseñanzas de Don Bosco”.

“Nuestra contribución al desarrollo del país ha sido diversa. Los aspectos familiares, ya sea con pareja o con descendientes, han sido prioritarios. Confiamos haber hecho por las generaciones siguientes lo mismo que hicieron por nosotros nuestros padres y otros familiares, muchos de ellos ya fallecidos. Respondimos con gran convencimiento a las exigencias de nuestras profesiones y trabajos, actuando siempre con gran responsabilidad en cargos y funciones. Y cuando fue necesario intervenir en la vida nacional lo hicimos con entereza y probidad”.

“Lamentablemente, no podemos decir ‘misión cumplida’, porque nuestro concurso todavía será necesario por mucho tiempo más, y quizás no lleguemos a ver los frutos de nuestras acciones. A pesar de la edad y de las circunstancias, no podemos parar. Nuestro país merece ser mejor, no solamente para quienes gozan de privilegios sino que también para las grandes mayorías, que siempre hemos tenido en mente al brindar nuestro trabajo y esfuerzos…mi breve mensaje final es: ‘sigamos adelante’”.

Rindo tributo también a quienes fueron nuestros superiores y maestros, la mayoría con vocación y compromiso, tanto los que eran laicos como sacerdotes y quienes se formaban para serlo. Varios de ellos orientaron nuestras carreras, tanto profesionales como deportivas. Cerca del quincuagésimo aniversario tuve ocasión de reencontrar a uno de ellos, Marcos Mellado, sacerdote hoy fallecido, a quien consulté qué podríamos hacer para poner a Guatemala en la senda de la democracia y el desarrollo humano. No olvido su acertada respuesta, hace diez años. Sin dudarlo, expresó: “las y los políticos deben comportarse apegados a la ética”. Ante el fracaso nacional, hemos de seguir su consejo.

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