Cartas del Lector

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Por Carlos Soto

Malas horas para la monarquía española. El rey emérito Juan Carlos I de 82 años, cuyo reinado duró casi treinta y nueve años (1975-2014), se encuentra en la vorágine de un escándalo, pues Corina Larsen, una examante del rey, está siendo investigada por la fiscalía suiza por la compra de una mansión en el Reino Unido, cuyo valor se estima en 7.8 millones de dólares. En declaraciones a la fiscalía suiza, Larsen aseguró que invirtió una cantidad similar en la remodelación del inmueble y que había recibido del rey Juan Carlos la cantidad de 77 millones de dólares en 2012 como un “regalo” personal. Se sospecha que el rey habría recibido la cantidad de 100 millones de dólares en 2008 de parte del entonces rey Abdalá de Arabia, como comisión por la construcción de un tren de alta velocidad entre las ciudades de Meca y Medina. Ante un posible delito de blanqueo de dinero, las revelaciones sobre la fortuna del rey están siendo investigadas por la justicia suiza y española. El 3 de agosto, el rey emérito abandonó España y se dirigió hacia los Emiratos Árabes Unidos, desde donde aseguró su cooperación con la justicia española.

Ante el calado de estos hechos, la reacción de la opinión pública y los partidos políticos españoles no se ha hecho esperar. El respaldo a la monarquía por parte de los partidos de la derecha, como el Partido Popular y Vox, es irrestricto. En cambio, el partido de izquierda Unidas Podemos, que comparte el gobierno actual en coalición con el Partido Socialista, está totalmente en contra de la monarquía, al igual que los partidos independentistas catalanes, que desde tiempos inmemoriales han estado en contra del gobierno central. En medio de esos extremos y en posición más moderada se encuentra el Partido Socialista Obrero Español, principal partido del gobierno con Pedro Sánchez al frente como presidente.

La historia del rey emérito tiene sus luces y sombras, aciertos y errores. Parece ser que la sangre azul no quita las imperfecciones humanas y que tampoco impide tener todos los defectos y virtudes de la gente de a pie. Pero estos hechos, aunque importantes, no son los únicos. En junio de 2012 fue noticia que el rey emérito había tenido una caída mientras cazaba elefantes en Botsuana, lo que ameritó su rápido traslado a España para ser operado. A raíz de este hecho salió a luz una foto en la que el rey aparece junto a una mujer, ambos con escopeta en mano, delante de un elefante muerto, lo que causó la indignación de buena parte de la opinión pública, sobre todo por haber sucedido en tiempos de crisis. Ante severas críticas el rey tuvo que dejar de ser presidente honorario del Fondo Mundial para la Naturaleza, cargo que ocupaba desde 1968. Además, en actitud inédita, pidió perdón por ese viaje: “Lo siento mucho, me he equivocado y no volverá a ocurrir”, fue lo que dijo lacónicamente en esa ocasión.

Otro hecho negativo para la imagen de la casa real española fue el juicio y posterior condena contra Iñaqui Urdangarin, yerno del rey emérito, esposo de Cristina, la infanta mayor de la familia real. Fue en noviembre de 2010 cuando se inicia la investigación a Urdangarin por usar presuntamente la sociedad que compartía con la infanta para defraudar al fisco. Muy pronto, la casa real se desmarca abiertamente de Urdangarin y reconoce su comportamiento “no ejemplar”. En junio de 2014, el rey Juan Carlos anuncia su intención de abdicar y su hijo Felipe VI es proclamado rey de España. La infanta Cristina deja de formar parte de la familia real y por orden del juez se sienta en el banquillo de los acusados y rinde declaración. Por fin, después de varios años de procesamiento, el tribunal le dicta la sentencia a Urdangarin en 2018 y lo condena a 5 años y 10 meses de prisión. Aunque la infanta Cristina se libró de entrar en la cárcel, fue condenada a pagar una multa de 265 mil euros.

Hasta hoy, hay que decir que, desde el punto de vista legal, Urdangarin es el único personaje cercano a la casa real que cumple condena. Lo irónico es que, a raíz del procesamiento de su yerno, el mismo rey Juan Carlos declaró que la ley es igual para todos, a ver si esa sentencia no termina por aplicarse a él mismo. No se puede negar que el rey emérito fue fundamental para la transición política española y que supo conducir el proceso de apertura desde el autoritarismo franquista hacia la democracia. Su actitud de decidido respaldo al cambio democrático ante el intento de golpe de estado en febrero de 1981, también fue determinante. Hay que decir también que el proceso de transición español ha sido catalogado de modélico por la opinión internacional, hasta el punto que a España se le considera actualmente una de las diecinueve democracias reales en el mundo. Por todo lo anterior la monarquía ha contado con la aprobación de la mayoría de la sociedad española, pero la situación ha cambiado, porque en las últimas encuestas existe un virtual empate técnico entre los que desean seguir gobernados por una monarquía y los que desean un sistema republicano, mientras que los que se pronuncian por la convocatoria de un referéndum representan alrededor del 62 por ciento de los encuestados.

Las acciones del actual rey Felipe VI por recuperar el prestigio y la transparencia de la casa real han sido claras y determinantes. En una decisión sin precedentes, renunció públicamente en marzo de este año a la herencia que pudiera corresponderle por parte de su padre y le retira la asignación de casi 200 mil euros anuales que le correspondían al rey emérito en los presupuestos de la Casa del Rey.

El actual presidente Pedro Sánchez ha declarado su preocupación ante el destape de las últimas acciones del rey emérito, aunque ha matizado que “hay que perseguir a las personas, no a las instituciones”. Por otro lado, la postura del ex presidente socialista Felipe González ha destacado la presunción de inocencia ante los hechos y piensa que cualquier desencadenante de la situación no tiene por qué demeritar el papel fundamental que Juan Carlos I desempeñó en el proceso de transición política española.

Ante los acontecimientos, yo pienso que la confianza y la paciencia son buenas consejeras. La justicia suiza y la justicia española se encuentran investigando los hechos y hay que confiar en el proceso. La separación de poderes será fundamental para que la justicia pueda trabajar y pronunciarse con total libertad. Pienso que el precepto de que nadie debe ser superior a la ley terminará por imponerse porque los tiempos han cambiado. En el pasado, todo lo relacionado con la sangre azul se comentaba en voz baja y mirando hacia otro lado, ahora ya no. Aunque los tiempos de la justicia a menudo son más lentos que los de la opinión pública, confío en que el desarrollo de los hechos dirá más temprano que tarde si se llega al extremo de convocar un referendo, como claman las voces contrarias a la monarquía, en cuyo caso serán los españoles los que decidan si quieren seguir siendo gobernados por una monarquía o cambian a un sistema republicano.

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