José Roberto Alejos Cámbara

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José Roberto Alejos Cámbara

Aquella convención nacional del Partido Revolucionario, dio inicio a mi primera campaña electoral. Tras la convocatoria, me trasladé a Jutiapa, mi distrito electoral. Visitamos a los secretarios generales del partido, y estos desbordaban entusiasmo sin dejar de cuestionar cuál sería el discurso en una campaña electoral sin candidatos a la presidencia, a la vicepresidencia ni a las alcaldías; sin partido en el poder y, sin ninguna oposición.

Pero, más que discursos, estaba la importancia de explicar el porqué de una nueva Constitución y su contenido; resaltar que se trataba de una Constitución con enfoque humano, la primera que hablaría de la persona antes que del Estado.

No todas las cabeceras municipales tenían carretera asfaltada, y a muchos lugares llegamos a caballo. No había televisión; en Jutiapa sintonizábamos los canales 2, 4 y 6, de El Salvador. Compartimos con las personas de casa en casa, de aldea en aldea y de pueblo en pueblo sin tener que llegar con bolsas de alimentos, subir a grandes tarimas, contratar grupos musicales y llenar a los asistentes de regalos. Fueron tantas anécdotas hasta llegar al ya lejano 1 de julio de 1984.

Guatemala eligió 88 diputados que conformaríamos la Asamblea Nacional Constituyente. Por el MLN, aliado al CAN, fueron 23; 21 de la UCN; y la DC alcanzó 20. El PR se hizo de 10 diputados y el PID (del mal recordado Donaldo Álvarez Ruiz) obtuvo 5; también 5 fueron del PNR. El PUA, FUN, DCG-PNR y el Comité Cívico OCAS (Organización Campesina de Acción Social) 1 cada uno.

Tomamos posesión un mes después. Ningún partido se quedaría afuera y bastó una sola sesión plenaria para definir la integración de la Comisión de los 30, Ramiro de León Carpio, presidente; Alonso Barillas y Boanerges Villeda como vicepresidentes; como secretarios Gilberto Recinos y Oliverio García Rodas (actual Ministro de Gobernación).

Una comisión de Ley Electoral, presidida por Alfonso Cabrera, otra para la Ley de Amparo, Habeas Corpus e Inconstitucionalidad presidida por el expresidente de la República, Alejandro Maldonado. Ya explicaré la metodología, también contaré sobre el asesinato del representante de El Quiché y lo que esto provocó. El acuerdo era tan firme que elegimos tres presidentes, Aragón Quiñonez (MLN), Ramiro de León (UCN) y Roberto Carpio (DC). Derogar el reglamento de debates cuya data era de 1925 y aprobar uno que facilitara la discusión, el debate y la aprobación de la Carta Magna, fue lo primero.

¿Y POR QUÉ AHORA NO SE PUEDE?
Hoy, para elegir una Junta Directiva, los acuerdos no son para promover el diálogo, sino otros intereses, las Comisiones de Trabajo, la mayoría, buscan recuperar las elevadas sumas de dinero de campaña, mientras los congresistas decentes buscan sobresalir y asegurar su reelección. La Reforma Constitucional del 93-94 dio paso a más desorden. Sostengo que la salida está en la Ley Electoral, pero indiscutiblemente hay que empezar por componer la organización y funcionamiento del Congreso, que está por cumplir un año de no elegir cortes. No digamos permitir la tal ansiada reforma a la Administración de Justicia.

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