Gustavo Marroquín Pivaral

Licenciado en Relaciones Internacionales. Apasionado por la historia, el conocimiento, la educación y los libros. Profesor con experiencia escolar y universitaria interesado en formar mejores personas que luchen por un mundo más inclusivo y que defiendan la felicidad como un principio.

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Gustavo Adolfo Marroquín Pivaral

“Nunca antes, tantos le debemos tanto, a tan pocos”. Esta frase hace alusión a una de las innumerables frases que pronunció Winston Churchill durante su tumultuosa vida. Esta en particular, la expresó cuando Gran Bretaña estaba siendo azotada por los bombardeos alemanes en la Segunda Guerra Mundial, y lo único que mantenía a raya hasta este momento al invencible Ejército Alemán era la Royal Air Force. Únicamente la determinación de los muy jóvenes (y escasos) pilotos a defender su isla y el sacrificio de sus vidas frenó la ambición de Hitler de subyugar a los británicos.

Decidí escribir esta columna y a dar el ejemplo histórico para reconocer el sacrificio que está haciendo el personal médico de Guatemala (doctores, enfermeros, asistentes de enfermería, estudiantes de medicina, etc.) para evitar que Guatemala sea subyugada por esta pandemia. Todos los días, ustedes, están en la primera línea de combate contra este virus en hospitales colapsados. Todos los días, ustedes, sin estar debidamente abastecidos de medicinas y equipo médico, arriesgan sus vidas para salvar vidas. Todos los días, ustedes, sacrifican el bienestar de sus familias para que otros puedan regresar con sus familiares. ¿Y qué han recibido a cambio? El desprecio de un gobierno que los tiene en el abandono.

El día de ayer, este diario dedicó su portada para resaltar que 58,783 vidas se han salvado por los enormes sacrificios que han hecho los trabajadores de salud en nuestro país. Pero ha venido con un costo muy alto: más de 2,000 contagiados y numerosos muertos entre médicos, enfermeros, personal técnico y administrativo. Todo esto cobra aún mas valor cuando recordamos que el sistema de salud ha estado colapsado generaciones antes que fuésemos azotados por la pandemia. No puedo ni imaginar lo duro que ha sido esta lucha para ustedes, ni puedo imaginar lo mucho que han tenido que sacrificar para que otros puedan vivir un día más. ¿Y qué han recibido a cambio? Qué el gobierno no les pueda ni tener al día sus salarios.

Imagino que debe de ser muy frustrante para ustedes desde sus puestos de combates en hospitales hacinados, sin medicinas ni equipamiento suficientes, leer en noticias como muchos de los sectores de la sociedad guatemalteca se dedican más a discutir la reapertura económica que a presionar al gobierno para que cumpla con abastecer a los trabajadores de la salud y les cumpla de estar al día con sus sueldos. Debe de ser indignante para ustedes ver como tanta gente siga negando la gravedad de la pandemia, ver como tanta gente cree más en videos de YouTube que a las recomendaciones que ustedes dan, y ver como las teorías de la conspiración ideadas en minutos con argumentos vagos tienen más peso que sus años de estudio y dedicación para ser profesionales de la salud. A través de esta columna, les expreso a los trabajadores de salud que no todos los guatemaltecos ignoramos lo mucho que ustedes han hecho. Estos guatemaltecos que no hemos olvidado les decimos a ustedes: eternas gracias.

Resalto algo que mencioné en mi columna pasada: si queremos evitar que la gente piense que Bill Gates inventó este virus o que las antenas 5G lo propagan, debemos cambiar paradigmas de nuestra cultura y educación. Se debe enseñar el valor de la duda y no a temerla. Se debe enseñar en las escuelas a como dudar más que a como obedecer ciegamente. Sobre todo, como prioridad absoluta, se debe de enseñar a valorar la evidencia antes que a una creencia. De lo contrario, me temo que seguiremos adoctrinando y no educando.

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